Por Carlos Tórtora.-

En el despacho de CFK en el Instituto Patria se tomó la decisión: el kirchnerismo marchará hacia el campo de batalla electoral con un nuevo nombre: Corriente Federal Kirchnerista. La ex presidente comisionó a su hijo Máximo y a Carlos Parrilli para que se pongan a organizar de inmediato el armado de este nuevo aparato en los 24 distritos. Va implícito con esta decisión que la vapuleada “La Cámpora” dejará de ser la portaestandarte de la herencia K y motivos para ello no faltan. En sus filas hubo deserciones, escándalos de corrupción y hasta shows histriónicos como el que protagoniza a diario José Ottavis. En lo estratégico, la idea gira en torno a mostrar en marzo la imagen de un kirchnerismo renovado y conducido en muchos casos por gente que no participó de los gobiernos K. O sea, inatacables.

Los porqués

Ésta es una forma de Cristina de contestarle a la trama que tejen Florencio Randazzo, Luis Domínguez, el Grupo Esmeralda y el propio Daniel Scioli para armar una interna del PJ que la obligue a ella a dar un paso al costado. La ex presidente no definió si competirá y si lo hará por Santa Cruz o Buenos Aires pero sí sabe que la mayor parte de los gobernadores e intendentes del PJ desean verla jubilada. La nueva corriente intentaría demostrar no sólo que esto no se da sino que la dama puede convocar a que la juventud se haga cargo de la pelea electoral. ¿Cuenta hoy el cristinismo con esta masa de jóvenes? Es difícil decirlo. Lo que sí es obvio es que el cambio de piel del cristinismo es visto con beneplácito en la Casa Rosada, donde por esto no perderán un solo voto pero sí se solazarán con el tumulto que habrá en el peronismo ante la aparición de un neocristinismo.

Detalles a tomar en cuenta son que la nueva corriente ya no será tan chavista ni procubana sino más bien moderada, para intentar captar los sectores peronistas más ortodoxos.

En un tiempo en el que todos se reinventan, CFK también hace lo propio y le intenta poner punto final a un entorno que está acosado por la justicia y vapuleado por los medios, cambiándolo por una vanguardia de jóvenes impolutos.

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