Por Carlos Tórtora.-

Contagiado de Covid-19, el presidente afronta ahora la tarea de una doble recuperación: la de su salud física y la política. Deteriorado por el avance de Cristina Kirchner y la caída de su allegada, la ex ministra de justicia Marcela Losardo, Alberto intriga ahora al oficialismo y la oposición. En caso de que se vea opacado en forma permanente, su vice debería ponerse en la vidriera y mostrar que el gobierno no quedó sin timón. Ella, al igual que Kamala Harris en los EEUU, tiene un rol inédito para un vicepresidente. La diferencia es que la vice de Joe Biden consensua con éste los espacios que ocupa, mientras que CFK avanza contra la voluntad de su jefe formal.

Debajo de esta cúpula, como la política tiene horror al vacío, dio un paso al frente el eje de Sergio Massa y Máximo Kirchner, lo que equivale a decir La Cámpora. Esta alianza no coincide del todo con Axel Kicillof, que expresa el cristinismo más cerrado. En el Instituto Patria comentan que el gobernador platense es el elegido por Cristina para suceder a Alberto, mientras que Máximo ya tiene voz propia y se inclina por Massa. En cualquiera de los dos casos, Máximo es visto como el futuro gobernador.

Por su parte, Alberto, que sabe que un presidente que no tiene perspectivas de reelección es un pato rengo, hace correr que, si el Frente de Todos gana las elecciones de este año, él estará en posición de pelear por un segundo período. En caso contrario, si queda desahuciado, la gobernabilidad de acá hasta el 2023 está comprometida. Para dar una idea de cómo no hay tregua, el kirchnerismo duro aprovechó el feriado largo para destapar que el camarista de casación Mariano Borinsky había visitado 15 veces a Mauricio Macri siendo presidente. El ministro y el secretario de Justicia, Martín Soria y Martín Mena, salieron a coro a plantear la gravedad de la denuncia. Mena fue más lejos y dijo que debía intervenir la Corte Suprema, lo que entrelíneas significa que si no lo hace podría ser acusada de complicidad con Borinsky, su colega de casación Gustavo Hornos y otros magistrados. El cristinismo empuja el conflicto en dirección a la Corte porque se propondría que Alberto ponga en marcha la ampliación de miembros de la misma. Ahora el presidente debe decidir, mientras se recupera del Covid, si se pone a tono con la ofensiva de su vice o intenta ponerle paños fríos a la confrontación. El estar aislado por la enfermedad le da unos días de oxígeno a Alberto, que seguramente serán aprovechados por el kirchnerismo para pisar el acelerador.

Habrá PASO

Ya en tiempo de descuento, la cuestión de la postergación de las PASO entra en su etapa decisiva. El gobierno necesita de Juntos por el Cambio tanto para postergarlas un mes como para suspenderlas y no cuenta con ello. La mayoría de las voces opositoras se expresan con desconfianza sobre cualquier modificación del calendario electoral y La Cámpora desea las PASO para poder presentar con mayor facilidad listas opositoras a los gobernadores en cada distrito. Muchos de estos últimos se curan en salud desenganchando las elecciones locales de las nacionales. Todo esto hace que casi con seguridad haya PASO en tiempo y forma. Esto significaría que empezarán las especulaciones acerca de hasta dónde podría llegar el ausentismo por temor al Covid-19 en unas primarias que coincidirán con lo más frío del año -agosto-, prestándose así a que mucha gente se abstenga de votar. Dicen los expertos que este tipo de situaciones favorece al oficialismo.

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