Por Alexis Di Capo.-

El gobierno estaría resignándose a perder las PASO, aunque por muy escaso margen. El esfuerzo del oficialismo se concentraría entonces en aprovechar para la primera vuelta una serie de variables que se vienen generando en las últimas semanas. Una de éstas es el obvio doble comando existente en el kirchnerismo entre Alberto Fernández por un lado y La Cámpora por el otro. El oficialismo prevé una campaña sucia para explotar la imagen de un candidato a presidente que no consigue doblegar al núcleo duro de su partido. Otro tema que el macrismo se reserva para la primera vuelta es la explotación de los choques entre el ala económica liberal de Alberto Fernández -Guillermo Nielsen- y los ortodoxos K encabezados por Axel Kicillof. Siguiendo en esta línea, Durán Barba retomó su idea inicial de que el miedo será finalmente el mejor argumento para lograr la reelección de Macri. De conseguirse un pequeño repunte del consumo en las próximas semanas, el oficialismo confía en que las peores prevenciones sobre el retorno al poder de Cristina Kirchner podrían instalarse así con mayor facilidad. La campaña sucia del macrismo podría también intentar utilizar el inminente nuevo capítulo de la crisis venezolana como espejo de la realidad argentina. Estos y otros recursos se reservarían entonces para ser aplicados en el momento decisivo, que no es para las PASO sino antes de la primera vuelta. Pero la decisión política más crítica se refiere a si se debe o no recurrir a una campaña sucia. Como suele ocurrir, este tipo de campañas pueden volverse un bumerang si el público entiende que se trata de golpes bajos.

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