Por Maxi Pérez (Agencia NOVA).-

Jorge Sarghini y Manuel Mosca no la tendrán fácil este año para cerrar el proyecto de presupuesto. (Dibujo: NOVA)

Los voceros del gobierno de María Eugenia Vidal advierten ante quien quiera oírlo, que si el presupuesto para el 2017 no sale con la pauta de endeudamiento de 60 mil millones de pesos será imposible cumplir con el plan de obra pública y las consecuencias las sufrirán directamente los vecinos de los 135 distritos de la provincia.

Con esos números en apenas un año y medio se habrá duplicado la deuda histórica de la provincia, que al finalizar el mandato de Daniel Scioli ascendía a 120 mil millones de pesos, aunque el nuevo endeudamiento no financiará directamente la obra pública sino que servirá para cubrir el déficit, es decir pagar gastos corrientes, y cancelar los vencimientos de deuda del año que viene.

Vidal y su ministro de economía Hernán Lacunza confían en que la dilación del pago de la nueva obra pública que se encare el año que viene no será un problema si el comienzo de los trabajos se traduce rápidamente en creación de empleos y reactivación económica.

El argumento del oficialismo que advierte que la deuda es necesaria para hacer las obras es como se dice habitualmente “fulbito pa la tribuna”. De los 40 mil millones de pesos de deuda tomados este año, es muy poco lo que fue a parar a las obras y desde la oposición denuncian una subejecución de apenas el 12% en esa área.

Sin recuperar los puntos de coparticipación, ni actualizar el fondo de reparación histórica del conurbano, la provincia tiene problemas para funcionar incluso si no encara ni siquiera los trabajos de cordón cuneta en algún distrito del interior.   Es decir que el endeudamiento es necesario para que el aparato estatal siga funcionando, mientras se corrigen los circuitos administrativos y se pone en marcha el plan de obras, que será pagado en el futuro.

Según los cálculos preliminares, 35 mil millones irían a cubrir el déficit y el resto a pagar vencimientos de deuda, que liberarán a su vez un nuevo cupo de endeudamiento a futuro para financiar, ahora sí, el plan de obras de este gobierno.

Es evidente en este cálculo que ni si quiera se contemplo una partida para la transferencia directa de recursos a los municipios, que había sido un requisito indispensable de una parte del peronismo para aprobar el presupuesto de este año.

Quizá el gobierno se confió demasiado, quizá se distrajo por los múltiples frentes abiertos, lo cierto es que la muy probables reunificación del bloque peronista hace tambalear no solo el proyecto sino toda su estructura argumental.

La llave la tiene el FPV

Los números del massismo, principal aliado de Cambiemos en la legislatura, no alcanzan para aprobar el presupuesto con el endeudamiento que pide el ejecutivo, por lo que si o si deberá recostarse en por o menos algunos de los legisladores del peronismo que fueron electos con la boleta del FPV.

A principios de este año la atomización de ese espacio y la necesidad de algunos de despegarse rápidamente del kirchnerismo y del sciolismo, le permitieron al presidente de la Cámara baja Jorge Sarghini, alcanzar los consensos y terminar el trámite.

Pero ahora la situación es bien distinta y tras casi un año de autocríticas, análisis, acercamientos y tironeos, parece que están dadas las condiciones para un   acercamiento definitivo de los tres espacios en los que se divide actualmente el peronismo en diputados.

El funcionamiento casi como interbloque en la mayoría de los proyectos durante los últimos meses, sumado a la chance de disputar la vice, y algunos afirman que incluso la presidencia del cuerpo de cara al año que viene, han permitid limar las asperezas entre los bloques que lideran José Ottavis, Walter Abarca y Graciela Rego.

Los 36 diputados que sumarían tras la reunificación, ubicarían al nuevo espacio como la primera minoría y no se descarta que una parte del Frente Renovador pueda sumarse a ese bloque una vez que Felipe Solá materialice su alejamiento de Sergio Massa, situación que se hizo evidente durante este semana con desmentidas exageradas de uno y otro lado.

La ida del ex gobernador le haría perder al massismo por lo menos uno de sus hombre fuertes en la legislatura, además socio fundador del espacio y armador de primera en la octava sección electoral, que obviamente arrastraría a su vez a concejales y dirigentes de varios distritos de la región capital.

Pero toda esta complejidad política podría ser sorteada por el oficialismo si acepta una corrección en el proyecto de presupuesto e incluye nuevamente las transferencias directas de recursos a los municipios, porque los jefes comunales necesitan de los fondos en el comienzo del año electoral.

El gobierno deberá evaluar y poner en la balanza el peso de regalarle al peronismo un triunfo de cara a los intendentes, incluso los de Cambiemos, y el precio ante la opinión pública podría pagar ese espacio si Vidal logra instalar la idea de que están extorsionando por dinero para las elecciones. La decisión por ahora es de Vidal, pero la llave parece que está en manos del peronismo.

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