Por Guillermo Cherashny.-

Si bien estaba programado desde hace un mes el comienzo de la campaña electoral del PRO para las elecciones legislativas de octubre del 2017, sorprendió que el fin de semana último salieran las primeras figuras del gobierno -como Marcos Peña y la gobernadora Vidal- a visitar y timbrear algunos distritos del conurbano y la comunicación gubernamental destacó que hubo buena reacción de la gente y que entendieron el sinceramiento tarifario. Es obvio que la gente no va a agredir a los funcionarios a 7 meses de gobierno, más teniendo en cuenta el desastre de herencia que recibieron; pero los 20.000 voluntarios les mostraron comprensión a los vecinos pero hasta que no se aclare los usuarios están intranquilos.

Se desató una interna en el PRO porque no todos estaban de acuerdo con el timbreo. Pero finalmente, Marcos Peña impusó su criterio de retomar la agenda política después de la queja generalizada y del ruidazo, que no fue mayor porque lo convocaron los kirchneristas duros. Sin embargo, en el gobierno están confiados en que las cajas de seguridad de Florencia Kirchner les dan tranquilidad y, si Aníbal Fernández y Cristina son detenidos en el transcurso de este año, será un gran alivio para este año con una caída del 1,5/2% del PBI y una alta inflación del 38%. La gran preocupación es si gran parte del peronismo se alinea con Sergio Massa en las elecciones para senador del año que viene, aunque en el gobierno derrochan optimismo con los pronósticos de que el año que viene la inflación caerá al 17% anual y habrá un crecimiento del 4%, aunque este año todas esas esperanzas se fueron por la alcantarilla.

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