Por Guillermo Cherashny.-

En junio de 1973, la provincia de Buenos Aires sufrió lluvias copiosas y graves inundaciones y el entonces gobernador Oscar Bidegain emitió un decreto de «reconstrucción provincial Coronel Dorrego» y se formó un operativo conjunto entre el gobierno provincial, el cuerpo 1 del Ejército Argentino -entonces a cargo del General Jorge Videla- por orden del comandante en jefe, el Teniente General Jorge Carcagno y Dante Gullo, el jefe de la regional 1 de la JP.

El ideólogo de esta movida fue el coronel Jaime Cesio, quien era el secretario del Estado Mayor y las operaciones fueron delegadas al entonces general de brigada Jorge Albano Harguindeguy y se realizaron obras de reconstrucción y tareas conjuntas en un clima de gran armonía. Pero el ejército y la JP sabían que ese accionar conjunto no era por mucho tiempo. En efecto, la jefatura 2 de inteligencia militar, que no respondía al jefe del ejército, estaba alineada con los capitanes del general Arturo Osorio Arana, de destacada actuación en la Revolución Libertadora, y estaba integrada por los entonces generales Videla, Azpitarte, Suárez Mason, Viola, Díaz Bessone y otros más. Estos generales eran de origen colorado -que se enfrentó con los azules de Onganía, Lanussse y Sánchez de Bustamante- pero, como eran coroneles modernos, se salvaron y ascendieron al final del gobierno del general Lanusse.

Volviendo a la inteligencia militar, lo que hizo fue aprovechar la oportunidad para «marcar» a los militantes de la JP, porque estaban seguros de que éstos volverían a la guerrilla y la JP mirando sus futuros enemigos en la próxima guerra de guerrillas. El operativo empezó antes de la masacre de Ezeiza y desde ahí la suspicacia mutua entre ejército y JP se acentuaba día a día, especialmente con el jefe militar en el terreno, el general Albano Harguindeguy, para culminar el 23 de octubre de 1973.

Volviendo a la actualidad, ante la feroz pandemia que se abatió en todo el mundo, La Cámpora ensayó en el distrito de Quilmes, donde gobierna la dirigente de ese sector Mayra Mendoza, un operativo para distribuir comida en los barrios marginales de ese distrito a través del ejército argentino con sus camiones, en un marco de gran cordialidad y trabajo conjunto que luego se trasladó a la populosa La Matanza.

Pero este segundo operativo Dorrego parece que terminará al revés del anterior. En efecto, la presencia del ejército en el conurbano se extenderá y es una reivindicación del gobierno neokirchnerista al ejército argentino, al que consideraban un enemigo, pero ahora el tiempo curó las heridas y su presencia es bienvenida por La Cámpora y especialmente por la gente marginada de todo el conurbano, que aprecia cómo le llegan las viandas todos los días.

Parecería que la grieta entre el kirchnerismo y el ejército se terminó para siempre en momentos en que resurgió la grieta entre el gobierno peronista con el ala dura de Juntos por el Cambio, liderada por Patricia Bullrich y un sector del radicalismo que es oposición en las provincias junto al sector antipolítico del PRO que responde al electorado de las redes sociales, que es mayoritariamente antiperonista y antikirchnerista y encontró un motivo para cacerolear a favor de la baja de los sueldos de los políticos en una cruzada antipolítica muy peligrosa, aunque el esfuerzo de la política está muy justificado.

Share