Por Carlos Tórtora.-

El brusco ascenso de la cantidad de muertos por Covid-19 y la estabilización del número de contagiados en más de 7000 cayeron como un balde de agua fría en una población extenuada por la cuarentena más larga del mundo. Tan grave es el impacto negativo, que la Casa Rosada salió a llenar la primera plana con la noticia de la fabricación en Argentina de la vacuna creada en Oxford y con la conversación por el Coronavirus entre Vladimir Putin y Alberto Fernández.

En su peor momento desde que comenzó la pandemia, el gobierno se atribuye como propios los siguientes éxitos: mantuvo el sistema médico sin saturar y le dio tiempo a ampliar su capacidad, contuvo el ritmo de los contagios y morigeró la mortalidad del virus, al punto que hoy Argentina cuenta con menos de un cuarto de los muertos que tiene Chile por millón (106 vs 532) o Brasil (480).

Pero el problema es que ahora, aun con la cuarentena en pleno funcionamiento, el crecimiento de contagios y muertes es significativo, al punto de ser el país el quinto en el mundo en el aumento de contagios. Muchos señalan que la insuficiencia de los testeos es uno de los factores que inciden en la actual situación. Lo cierto es que, puesto en términos políticos, el éxito del gobierno se ve golpeado por la tendencia actual y el hartazgo de la gente hace que la cuarentena ya no tenga mayor eficacia. En otras palabras, Alberto empieza a ver cómo se deteriora el clima de éxito, que no sólo sería de valor coyuntural. Es que el oficialismo necesita salir bien parado de la pandemia para entrar con fuerza en la pospandemia económica. El caso de Argentina -como suele ocurrir en distintos campos- es excepcional también en el caso del Covid-19. La casi totalidad de los países afectados se dividen en dos grupos: están los que pudieron controlar el crecimiento de la enfermedad rápidamente y los que tardaron más. Entre los primeros hay casos de rebrotes pero de menor importancia. La Argentina es el único país que luego de cinco meses de cuarentena no alcanzó un pico real de contagios y muestra una curva ascendente.

¿Y ahora qué?

En el actual contexto, no es casual que tanto Alberto como Axel Kicillof presionen a Horacio Rodríguez Larreta para que le ponga un freno a la apertura en la Capital. En la lógica oficial una mayor circulación de gente aumentaría los contagios y obligaría a endurecer la cuarentena. Esto se traduce en un círculo vicioso en el que la cuarentena se eterniza. No es menos cierto que la imagen de un Rodríguez Larreta liderando la apertura de la cuarentena y arrebatándole el éxito al kirchnerismo es algo que éste no está dispuesto a tolerar.

En otro orden de cosas, el proyecto de vacuna demorará en ser efectivo hasta no menos del primer trimestre del año entrante. Si se piensa en mantener la cuarentena durante todo lo que resta del año, las consecuencias económicas serían aún más nefastas. Entrampado en su apuesta al aislamiento, el gobierno no estaría dispuesto a aplicar otro tipo de cuarentena segmentada o inteligente y seguiría aferrado a su actual esquema esperando que los números actuales bajen rápido.

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