Por Sebastián Dumont.-

“Paso a modo Boca”, la manera que tiene de anunciarle a sus seguidores en las redes sociales el ex legislador bonaerense Juan José Amondarain en el momento que deja de pensar en la política y pasa al fútbol, podría relacionarse con lo que sucede por estos días en el conurbano. Hemos ingresado en “modo Boca-River”, pero no sólo por la definición de la Copa Libertadores de América, sino porque en esta geografía de la provincia de Buenos Aires se mantiene vigente la grieta dividida entre Mauricio Macri y Cristina Kirchner más que nunca. El superclásico de la política que, al parecer, le sienta cómodo a ambos sectores. Mucho más en el Gran Buenos Aires. Los últimos episodios y movidas así lo aseveran con mucha claridad.

Hay que entender que en el conurbano la realidad electoral suele ser diferente a la del resto del País. De allí que la ex presidente mantenga números favorables en la primera y tercera sección electoral empujados por las desventuras de la economía actual. Es la foto de hoy. Habrá que ver el final de la película. Esa proyección anuda a los intendentes a no poder elaborar estrategias sin pensar en ello. Por esa razón, sus movimientos recientes no dejan librado a lo más cercanos a la ex presidente en cada uno de las acciones. El interlocutor más asiduo es Máximo Kirchner.

Un claro ejemplo de cómo los intendentes del PJ marcan su juego en el amplio espectro del peronismo lo dio por estos días Ariel Sujarchuk, jefe comunal de Escobar. En pocas semanas recibió en su distrito a Daniel Scioli y más tarde su esposa, Laura Russo, diputada Nacional organizó un encuentro de mujeres peronistas donde asistieron, Verónica Magario y Máximo Kirchner entre otros. Los alcaldes saben mejor que nadie medir el pulso de la calle y entender para dónde va el humor social. Sobre todo cuando se trata de conservar el territorio.

En ese mismo camino de escudriñar el sentir popular está Daniel Scioli. Sus recientes apariciones mediáticas han generado la expectativa que volverá a insistir en ser candidato a presidente en 2019. No lo afirma de manera lineal y prefiere manifestar que está escuchando las demandas de la gente. Siente que aquel debate presidencial con Macri en el 2015 hoy lo potencia. “Se lo recuerdan en la calle”, dicen sus colaboradores que empezaron a sentir el ritmo de cuando era gobernador de la provincia de Buenos Aires.

El ex gobernador está en la misma línea de siempre. Nunca será cristinista. Tiene su estilo y está convencido que la propuesta para el 2019 no puede basarse sólo en los recuerdos de los logros del kirchnerismo, muchos de los cuales serán difíciles de repetir. “Construir sobre lo que está construido”, suele repetir ante sus allegados. No parece ser un condicionamiento para él lo que vaya a hacer Cristina Kirchner. Todos aseguran que ella se definirá en última instancia y, de ser candidata, no le dará la posibilidad que le discutan la candidatura en una interna. Música para los oídos de Cambiemos. Una muestra más del Boca-River. Además, CFK sabe que su posible postulación podría contar con el apoyo de los intendentes. No todos por convicción, sino por la realidad que imponen los números.

Preocupante son los números, no los de las encuestas, sino los del presupuesto que presentó el gobierno provincial el lunes pasado. Los jefes comunales están atentos a la absorción de los subsidios en la tarifa social eléctrica y parte del transporte. Aseguran que cada vez les dan mayores responsabilidades con menos recursos. Lo piensan todos. No todos lo pueden decir abiertamente. Comienzan varias semanas de fuertes discusiones donde Vidal necesita de la oposición para poder tomar deuda. Ya habló largo y tendido con Sergio Massa quien no está dispuesto a negociar una de las peticiones más importantes para su espacio: que los municipios puedan decir separar las elecciones locales de las nacionales y provinciales. Veremos. La idea es interesante.

También el gobierno de Vidal, que logró el compromiso de Macri para resolver la pérdida por inflación del Fondo del Conurbano, charla con los diputados que responden a los intendentes del PJ. Allí las posturas no son tan duras como los ultra K. El diálogo existe. El tema pasa por, a las puertas de un año electoral, asumir el costo político de acompañar al oficialismo. Una muestra se está dando en el senado de la Nación.

Se acerca diciembre y aparece otra vez como mes clave. El conurbano tiene la mirada puesta de todos. No en vano, el gobierno nacional dio la orden a sus ministros de cerrar el conflicto con la iglesia católica, clave para contener en el Gran Buenos Aires.

De todas maneras, las grietas no se cierran. Ni siquiera en lo judicial donde podrían aparecer novedades fuertes en las próximas semanas. No son pocos los intendentes que miran el juzgado federal de Luis Armella quien investiga una causa por utilización de facturación apócrifa que atraviesa distintos organismos públicos. En ello hay municipios y sindicatos. En este último caso, el capítulo con Moyano no ha cerrado. El lunes, el procurador Bonaerense, Julio Conte Grand dio a entender, en San Miguel, que la causa que tramita el juez Luis Carzoglio podría tener novedades pronto. Lo mismo que la carrera judicial del magistrado. Eso no lo dijo Conte Grand. Se trata, pura y exclusivamente de información que circula en los ámbitos políticos.

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