Por Sebastián Dumont.-
La inseguridad sigue al tope de las preocupaciones de los vecinos de la provincia de Buenos Aires. Y más allá que desde las autoridades provinciales o locales se hagan anuncios permanentes, cuando los hechos suceden es muy difícil poder darle esperanza a los castigos ciudadanos. Sucede en el conurbano con cada vez más violencia. Y no se salva nadie. Es cierto que muchas veces la actitud de los gobierno locales tiene mucho que ver en la manera en que se puedan paliar ciertas situaciones. Una serie de hechos recientes generaron protestas, no sólo en la ciudad de Buenos Aires. Un caso reciente es lo que se vivió por estas horas en el distrito de Hurlingham, donde gobierna el ex secretario de Amado Boudou, Juan Zabaleta, hombre que hoy reporta al grupo Esmeralda. Lo llamativo es que, después de mucho tiempo, volvió a escucharse en las calles el “que se vayan todos”.
En este caso, el disparador de una nueva movida de protesta fue la muerte de María Lucía Arguello quien tenía 22 años y vivía en la calle Vergara al 5200 de la ciudad de Willian Morris en el partido de Hurlingham.
Lucía presentaba un cuchillazo en el cuello, dos en la cintura y uno en el abdomen. La versión oficial que se difundió es la de un intento de robo.
En esa misma zona se produjeron varios episodios graves en los últimos días. Fuentes de inteligencia sostienes que podría haber ciertas zonas liberadas. Es decir, algo que ya no sorprende a nadie en el conurbano.
Pero lo llamativo es que las protestas cada vez recobran más virulencia. Se vio en la ciudad de Buenos Aires donde se tomó una comisaría con barras bravas infiltrados produciendo desmanes.
Ahora, llegó en Hurlingham el grito del que se “vayan todos”, algo que no se escuchaba desde el 2001 en plena crisis con la caída de Fernando de La Rúa.
El control político del distrito de Hurlingham está en manos del intendente Juanchi Zabaleta, quien hasta el 10 de diciembre de 2015 fuera la mano derecha de Amado Boudou. Lejos de ser parte de la nueva política, el jefe comunal es un conocido histórico de la zona. Sobre todo en Morón, donde se formó al lado del ex senador polémico Horacio Román.
Para llegar al gobierno hizo varios acuerdos. Entre ellos con La Cámpora, donde el primer concejal es el cuñado de Andrés “cuervo” Larroque, que preside el concejo deliberante y que la semana pasada fuera preso en Jujuy cuando fue a “bancar” a Milagro Salas. Mientras tanto, el distrito se sumerge en una ola de inseguridad. Claro que no es el único que vive esa situación.
Zabaleta es un peronista que metió a todos en la bolsa para llegar. De los acuerdos con la Cámpora, su abanico es tan amplio que incluso lo tiene como asesor al ex intendente y ex ministro de seguridad Juan José Álvarez. Nunca los polos fueron tan opuestos. Al menos en las apariencias, porque tanto la Cámpora como Álvarez supieron tener buenos vínculos con Carlos Zannini.
En medio de estas pujas políticas, con acuerdos y desacuerdos, la gente sigue esperando. Y, de poco, peligrosamente, va volviendo el clamor del “que se vayan todos”.
30/12/2016 a las 6:33 PM
DE ECHO QUE LOS MILITARES NO CREO QUE SE VAYAN A METER A DERROCAR MÁS GOBIERNOS. Y SI SEGUIMOS ASÍ, LA POLICIA NO VA A ACTUAR CONTRA LA DELINCUENCIA, PORQUE CADA VEZ QUE LO HACE SON ATACADOS POR REPRESIÓN. «GATILLO FÁCIL»…
PREGUNTÉMOSNO SI LA POLICIA PARA MANTENER EL REPETO A LA LEY SE VE OBLIGADA A ACTUAR: LO QUE HACEN LOS DELINCUENTES QUE CORTAN RUTAS, ROBAN, MATAN. ¿ES JUSTICIA, DERECHO, O REPRESIÓN A LOS DEMÁS CIUDADANOS?
¡¡CUÁNDO UNA TROPILLA DE CABALLOS ROMPE EL CORRAL, SE LOS SUJETA CON LAZOS Y REVENQUE!! ¿CÓMO ES POSIBLE QUE UN MOCOSO DE QUINCE AÑOS TENGA TRES, CUATROS ENTRADAS POR ROBAR Y MATAR? EN LA ÉPOCA QUE EL «CINTURÓN» TENIA VIGENCIA, SE COMETÍA UNA FALTA, Y NO LE QUEDABAN GANAS DE HACERLO OTRA VEZ.
30/12/2016 a las 6:55 PM
A la luz de la realidad vital, es difícil reprimir ése clamor. Tal como antes y siempre, seguimos lejos de ser un país estable, serio, con funcionarios e instituciones confiables.
30/12/2016 a las 8:32 PM
Disculpe ¿Hay algun lugar que no sea «zona liberada»?
30/12/2016 a las 10:37 PM
MI RESPUESTA ES EXACTA, LA POLICIA LE TIENE MIEDO A ACTUAR, POR CONSECUENCIA JUDICIALES ADVERSAS CONTRA ELLOS, POR VUELTOS DE LOS QUE ATRAPEN,O DE SUS FAMILIARES O COMPLICES, POR MIEDO A TOCAR ALGUN PROTEGIDO POLITICO O ALGUNA QUINTA, Y POR MIEDO A FUEGO AMIGO, IDEOLOGICAMENTE NO TIENEN SUSTENTO, Y EL ESPIRITU DE CUERPO NO CREO QUE EXISTA COMO TAL, ENTONCES…QUE ES LA POLICIA HOY? LO QUE QUISIERON QUE SEA LOS GUERRILLEROS Y LOS SUBVERSIVOS QUE LA HAN DESTRUIDO DESDE LOS ESCRITORIOS, POBRES LOS QUE HOY TOMARON A LA POLICIA COMO SALIDA LABORAL, PAGARAN LAS CONSECUENCIAS, Y LOS VERDADEROS PROFESIONALES, POCOS, TAMBIEN PAGARAN LAS CONSECUENCIAS DE TENER QUE PONERSE AL HOMBRO LA INSTITUCION,E IR AL FRENTE UNA Y OTRA VEZ, IR A VELORIOS DE POLICIAS UNA Y OTRA VEZ, VER DESERCIONES, PEDIDOS DE BAJA EN MASA, RETIROS ANTICIPADOS, ETC, PERO LUEGO, DIA A DIA, FUEGO CONTRA FUEGO, SE TEMPLARAN LOS QUE SIRVAN Y OTRA VEZ TENDRAN QUE SALVARNOS DE NOSOTROS MISMOS, Y OTRA VEZ LOS ABANDONAREMOS BAJO SLOGAN DE TURNO, SEA GATILLO FACIL, SEA LA MALDITA POLICIA. REALMENTE LOS SUBVERSIVOS QUE DEJARON LOS FIERROS Y TOMARON EL PODER, NO VINIERON A SALVAR A NADIE, SOLO SE SALVARON ELLOS, DE PASO SE VENGARON DE TODA INSTITUCION QUE LOS ENFRENTO AYER, Y SE ASEGURARON QUE ESTEN DEBILES, PARA EL ENFRENTAMIENTO DE MAÑANA, Y NOSOTROS COMO PUEBLO, PONEMOS LA SANGRE, PONEMOS LOS MUERTOS, SABE POR QUE? PORQUE NO TENEMOS LO QUE LOS GUERRILLEROS DICEN A CADA RATO, MEMORIA, PERO VERDADERA, NO DE RELATO, NO EL CUENTITO MENTIROSO QUE LES HICIERON CREER A TODOS.MEMORIA VERDADERA, HISTORICA. PONEMOS LOS MUERTOS POR SER DEBILES, POR COMODOS, POR TRAIDORES A LOS HEROES DEL AYER,A LOS QUE COMBATIERON CON UNIFORME O SIN EL, Y LO ULTIMO, MAS IMPORTANTE Y DEFINITIVO, POR BOLUDOS, POR DEJAR QUE NOS TOQUEN A LOS MILITARES EN MASA, CON JUICIOS MENTIROSOS.
31/12/2016 a las 1:38 AM
Bravo!!!!!
31/12/2016 a las 8:41 AM
31/12/2016 Clarin.com
Carolina Píparo:
«Esta Justicia justifica el delito»
En 2010, sufrió una salidera bancaria en la que perdió un hijo. Ahora, a los 40 años, milita por los derechos de las víctimas de la inseguridad. «No es un tema de ricos contra pobres», dice.
La casita de Barbie. La pelota de fútbol. Las chicas superpoderosas. El tractor amarillo. Desparramados sobre el parquet del living, los juguetes de Inés y de Bruno parecen emitir un aviso constante: “Aquí estamos, la vida sigue”. Su mamá, Carolina Píparo, llega apurada tras pasar la mañana en el Congreso de la Nación. Viene de reunirse con legisladores. Esta asistente social de 40 años, empleada pública, pone cuerpo y corazón para lograr un cambio clave en nuestra sociedad. Su vida dio un vuelco el 29 de julio de 2010. Ese día, Carolina había ido al banco con su madre para retirar plata para la compra de un chalet. Al llegar a su casa, cinco delincuentes la bajaron de los pelos del auto.
Le arrancaron la cartera con 10 mil dólares y le pegaron un tiro. Carolina luchaba en el piso para ponerse de pie. Las manos atajaban su panza de nueve meses. En el Hospital San Roque, de Gonnet (La Plata), le hicieron un corte grotesco en el bajo vientre. Isidro, que tenía que nacer por cesárea al martes siguiente, nació por cesárea de urgencia ese mismo jueves. Quedó en terapia intensiva. Y Carolina, en coma durante un mes. Su bebé desafió una semana el filo donde la Tierra se entrega al Cielo.
Cuando Carolina despertó, no tuvo que preguntar por qué Isidro no dormía junto a ella. Lloraba y lloraba. Se abrazaba a Juan Ignacio Buzali, su marido. Salió del Hospital con un agujero en la garganta por la traqueotomía y una pregunta visceral: ¿por qué Dios no la había llevado a ella en lugar de a su bebé? “Por qué el delincuente no me disparó bien”, repetía como un mantra doloroso lleno de ilógica culpa. En estos años, Carolina tuvo que reconstruirse. Física, moral y espiritualmente. Su rutina también dio un giro. Hasta aquel momento trabajaba –ironías de la vida– en el Ministerio de Seguridad de la Provincia, en el área de Recursos Humanos. Luego fue trasladada a otra dependencia de la administración pública bonaerense. Admite que significó un desafío retomar su tarea: “No sólo por lo que me pasó.
Para la gente es difícil contarme sus problemas. Para cualquier víctima, es difícil volver al trabajo, por el lugar en el que te ubica la mirada del otro. Sin embargo, estoy orgullosa de que pude hacerlo”. Carolina también trabaja junto a otras víctimas de la inseguridad: buscan la aprobación de tres proyectos de ley sobre la protección de derechos y garantías de las víctimas, el fin de la puerta giratoria y el cumplimiento efectivo de las penas.
Mientras tanto, la vida sigue. Cada mañana se levanta temprano y prepara el desayuno para sus hijos. Cada mañana, antes de salir, se maquilla una “zeta” que tiene atravesada en la garganta. Con cinco años, Inés sabe que a su mamá la asaltaron. Que por eso lleva esas marcas que le cruzan el estómago, la espalda, los brazos. Las cicatrices siguen vivas. Generan células alrededor de los cortes. Carolina las combate con inyecciones de cortisona en el cuello. Ese 29 de julio de 2010, la primera vez en su vida que entraba a un quirófano, supo que su piel hace queloides. Quizá como un recuerdo indeleble del dolor.
En este 2016 que termina, abandonó el perfil bajo para organizar la marcha contra la inseguridad Para que no te pase, el 11 de octubre. “Me cargué la convocatoria al hombro”, confiesa con voz entre ronca y suave, mirada dulce pero severa, la leona que no regala sonrisas.
¿Qué cambió en vos para que salieras a hablar y a participar?
Fue un proceso. Cuando terminó el juicio contra quienes me dispararon, empecé a contactarme con otras víctimas. Ellas me decían que yo había tenido “suerte”. Suerte porque mi caso había llegado a los medios. Suerte porque eso había generado una presión para la investigación. Suerte de que hubiera habido un culpable. Suerte de que hubiera habido un juicio. Entonces, cuando yo pensaba que era la persona con menos suerte en el mundo, que otros que también habían pasado por tremendo dolor me dijeran “tuviste suerte”, me shockeó. Me surgió la necesidad de participar. Primero me sumé a Usina de Justicia, un foro apartidario que agrupa víctimas y pensadores (fundado por Diana Cohen Agrest). Yo voy a apoyar cualquier proyecto para mejorar la calidad de vida de las víctimas de delitos.
¿El Estado ampara más a los delincuentes que a las víctimas?
Desde la Universidad y a través de (el ex juez Eugenio) Zaffaroni se baja y se bajó línea de que el delincuente cometió el hecho por la falta de oportunidades. Son jueces abolicionistas de la pena. Si no creés en la pena, no está bueno que labures en la Justicia penal. Esta Justicia justifica el delito. No exige que al delincuente se le den oportunidades nuevas sino que le rebajan la condena. Es una carrera para liberarlo cuanto antes. Creemos que la pena en sí debe ser ejemplificadora. No creo en la pena de muerte. Pero sí pedimos que se cumplan en su totalidad y que en ese tiempo, mientras están presos, se reeduque a los delincuentes.
¿Vos creés que esta tendencia puede cambiar?
Va a llevar años. Pero no podemos quedarnos “contentos” cuando a un asesino le dan una pena de 25 años porque, muchas veces, el condenado sale antes. El cambio depende de la mentalidad de la Justicia. Y de las leyes. Con la ley de Protección de los Derechos y Garantías de las Víctimas (ya tiene sanción en Diputados) y la modificación de Ley de Ejecución Penal (N° 24.660), le marcamos un poco el camino a los jueces. Cuando la Justicia dice “podrá liberar”, el juez automáticamente lo toma como que lo va a liberar . Las libertades condicionales se dan sin tener en cuenta informes psicológicos y psiquiátricos, ni la participación de la víctima. Pedimos que la víctima sepa que a su agresor se le va a otorgar la libertad y que se la escuche antes de darle algún beneficio al detenido. Los jueces de primera instancia tienen más contacto con la víctima y el hecho. Y en Casación, ya no.
¿Se modificó algo con el nuevo Gobierno?
Sí, pero habría cambiado igual con (Sergio) Massa o con (Daniel) Scioli. Ahora, por lo menos, somos escuchados y se reconoce que hay inseguridad. Durante la época en que me tocó vivir a mí la salidera bancaria, 2010 en adelante, la violencia entre la gente fue creciendo. Las víctimas mediáticas, al sufrir un hecho de inseguridad, éramos agredidas. Los K generaban mucha violencia. Representaron la intolerancia por pensar distinto y por debatir. Si habías sufrido un hecho de inseguridad, te consideraban de la oposición. Ridículo. Como si uno hubiera elegido que te pasara algo así. Les molestaba porque las víctimas veníamos a mostrar una cuestión que supuestamente no existía.
Este año, en la Provincia, hubo más crímenes en ocasión de robo que el año pasado. La situación parece no ceder.
Falta muchísimo. Pero ahora, al menos , se admite el problema. Es un paso enorme. El día que murió Isidro, Scioli salió a hablar haciéndose un poco cargo. Pero el Gobierno nacional de ninguna manera. Lo hemos escuchado a Aníbal (Fernández) decir que la inseguridad era una sensación. Plantear la inseguridad como un tema de ricos contra pobres fue otra mentira de ellos. La inseguridad la sufre la clase media y más la sufren los sectores vulnerables. Mueren por un par de zapatillas, por un celular. A mí me tildaron como la chica rica a la que habían robado cuando iba a comprar una casa. Los delincuentes tenían más poder adquisitivo que yo. Manejaban una Ford Eco Sport último modelo a su nombre y yo un Fiat Palio de mi suegro que se caía a pedazos.
Les dieron perpetua. ¿Te dejó conforme la condena?
Casación redujo la pena dos años. O sea que pasaron de tener 25 años a 23. Eso implica que al cumplir los dos tercios, pueden pedir la libertad condicional. Llevan presos seis años y pueden salir dentro de ocho. Y esto para el que disparó, que tiene la peor situación judicial.
¿Qué sentiste cuándo los volviste a ver en el juicio oral?
Estaban ahí como quien va a cumplir con un trámite más. Casi aburridos, te diría. No esperaba que me pidieran perdón. Pero sí verlos arrepentidos. O que me dieran una explicación. La cárcel debe servir para algo. Si salen igual a como entraron, estamos en la misma. Yo pasé dos años leyendo el expediente y esperando esa instancia. Y la actitud de ellos fue casi indiferente. Cuando los vi en el juicio, llevaban dos años presos. No los noté mejor. Ni arrepentidos. Estaban igual que el día que me dispararon. Con la misma actitud. Pensaba que iban a decirme: “Me asusté, no sé lo que hice”. O que dieran una justificación, aunque fuera para salir mejor parados. Ni eso.
¿Te incomoda que te asocien con una propuesta de mano dura?
Todo lo que sea control lo relacionamos con dictadura o actitud fascista. Va a llevar muchos años para que cambien las políticas de seguridad. Las leyes que estamos impulsando, con el anterior Gobierno, hubieran sido impensadas. Hay que tomar decisiones que no van a ser simpáticas. Imponer penas y prevención. Inventamos muchas cosas para dejar de controlar. Parar una moto es facho. Controlar es facho. Muchos de los delitos ocurren en moto y por cuidar lo políticamente correcto, hay cosas que no se están haciendo.
¿Hay diferencia entre las víctimas mediáticas y las que no lo son?
Mucha. Las víctimas no mediáticas ni siquiera llegan a estos temas de los que yo me estoy quejando. Las víctimas que no han tenido justicia pasarán la vida buscándola y en ese camino pierden todo: familia, trabajo. Es terrible.
¿Qué te pasó cuando te acercaste a las otras víctimas?
Somos muy diferentes y nos dimos cuenta de todo lo que tenemos en común. Ellos son: Matías Bagnato, Vivian Perrone, Roberto Almeida, Gladys Cabezas, María Luján Rey, Nilda Gómez, de Cromañón, y gente del Consejo Asesor de Víctimas, con Jimena Aduriz (mamá de Angeles Rawson). Y hay más.Nos hicimos amigos. Trabajamos juntos y hasta compartimos salidas.
¿Tenés más miedo que antes?
Tengo el miedo que siente cualquiera. Me mudé a un barrio seguro de la Ciudad (N. de la R.: pide no identificarlo en la nota), pero cada vez que voy a visitar a mi hermano en el GBA, me fijo mucho, mucho, en la entrada y salida.
En el día a día, ¿qué te cambió?
Todo. Nuestra vida estaba empezando. El día que nacía Isidro se iban a concretar un montón de cosas. El sueño de tener un hijo y el sueño de llevarlo a una casa que era nuestra. Me robaron hasta el cumpleaños del nene.
¿Vas al banco a hacer trámites?
Sí, voy.
¿Cómo te sentís?
Cuando veo las mamparas en las cajas, que las pusieron a raíz de mi caso, se me viene Isidro a la cabeza.
¿Dónde está Isidro hoy?
Con Dios. En un lugar donde yo voy a ir. En los primeros meses, dudé de la existencia de Dios. No concibo no encontrarlo más a mi bebé. Es una necesidad creer que en algún momento lo voy a abrazar. Es lo que tanto nos faltó esa semana que vivió. Creo muchísimo en la conexión de la mamá con el hijo. Nosotros no la pudimos tener, físicamente. Siempre me quedará la duda de si yo hubiera estado bien, si le habría podido dar la fuerza para vivir. La atención humana fue espectacular en el hospital de Gonnet, pero la infraestructura no era la adecuada. Los médicos no me quisieron llevar en el ascensor a conocerlo –dos pisos más arriba– porque temían que el elevador fallase. No haberlo conocido es terrible.
Inés fue mi primera gran atadura a la tierra. La necesitaba muchísmo. Yo no concebía la vida sin hijos. Antes de Isidro, estuve un año sin poder embarazarme. Si no quedaba, no iba a hacer ningún tratamiento. Después de lo que me pasó, tenía una desesperación muy importante por volver a ser mamá. Quedé embarazada a los siete meses, en contra de lo que recomendaban los médicos. Fue un acto de supervivencia.
¿Cómo se hace para no pasarles la carga a los hijos?
Todos creían que no iba a dejar que los tocaran. Sólo estuve muy pendiente en el embarazo de Inés. Iba a hacerme una ecografía por cualquier cosa.
¿Isidro vive en Bruno e Inés?
No. Cada hijo es cada hijo. Cada uno tiene una personalidad. Sí me intriga saber cómo hubiera sido Isidro hoy. No hay día en que no me acuerde de él. No dejo de imaginarme cómo iba a ser mi vida con Isidro. Hay días en que me enojo, que son más tristes.
¿Cómo es vivir ese duelo?
Nombrarlo resulta difícil. Escribirlo o decir su nombre es duro. Voy a la misma psicóloga desde antes de 2010. Y lo hablo con mi marido y mis amigas. Con mis papás no tanto, porque me cuido de no llorar delante de ellos. Y yo, en la familia y pese a todo, soy la que lo nombra con más naturalidad.
¿De dónde te viene la fuerza?
Recién ahora volví a ser la Caro de antes. La fuerza la tenía, y cuando me pasó esto, me la sacaron. De chica la peleé mucho. Tuve una infancia dura y adulta. Y cuando llegó el momento de Isidro, dije: “Ya le peleé tanto, ahora vamos a disfrutar”. Y mirá, la vida cambió.
Habrá sido duro también para tu marido.
Antes de la salidera, Juan venía a una ecografía y le daba impresión. Y sin embargo siempre estuvo al pie. Llevamos 17 años juntos, 8 de novios. El sabía que si me salvaba, yo iba a terminar dedicándome a luchar por las víctimas. El cree en nuestro trabajo. No estoy sola.
¿Perdonaste a tus atacantes?
No me pidieron perdón. No me cabe a mí perdonar. Sí, exijo y exigiré Justicia. Cuando salgan en libertad, pediré información para ver qué pasó con ellos en estos años. Si salen igual a como estaban el día del juicio, representará un peligro para todos.
¿Lograste darle un sentido a lo que te pasó?
Qué difícil. No sé si alguna vez pueda encontrarle un sentido a la muerte de Isidro. Que yo le haya dado una vuelta a la vida, es otra cosa. Mi hijo no tendría que haber muerto. Como no debe morir nadie más
31/12/2016 a las 8:49 AM
https://www.youtube.com/watch?v=B-PYV6OEIFc