Por Carlos Tórtora.-

La consolidación de la alianza entre Sergio Massa y Margarita Stolbizer muestra el rumbo estratégico que pretende tomar el tigrense para el año electoral. La jefa del GEN es un antídoto contra la feroz campaña que Elisa Carrió lleva adelante contra Massa y compite con ésta por el voto progresista. Hasta aquí los beneficios de marchar juntos parecen claros, como también que los renovadores se alejan cada vez más de la interna del PJ, donde languidecen José Luis Gioja y Daniel Scioli, sumado esto al estallido del kirchnerismo luego del caso López.

“Hoy más que nunca el PJ es un cascarón vacío y su valor electoral baja día a día”, sintetizó un amigo de Massa.

Por otra parte, el gobierno, a través de sus buenas relaciones con Florencio Randazzo y de otras maniobras, incentiva la partición del voto peronista, por lo cual la sigla partidaria se desvaloriza cada vez más.

El efecto espanto

La otra cara de la moneda es el efecto que el abrazo con Stolbizer provoca en las filas peronistas del massismo. Y un caso especial es el de los muchos kirchneristas que se acercaron en las últimas semanas a Massa y que se encuentran ahora con que la socia de éste es una de las principales perseguidoras del cristinismo en tribunales.

El antiperonismo de Stolbizer hace estragos en las filas de los intendentes massistas del conurbano bonaerense. En el entorno de Massa, la respuesta a esto parece ser “no tienen adonde ir; saben que Sergio es la única opción viable”. El interrogante consiste en saber si efectivamente es así o si el “costo Stolbizer” puede ser significativo.

También es posible -para algunos muy probable- que este romance no llegue en pie a la campaña electoral.

Es sabido que Massa practica la mutación permanente de posturas, yendo y viniendo por casi todo el arco político con movimientos oscilantes permanentes.

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