Por Carlos Tórtora.-

La nueva suba del dólar el viernes pasado, luego de que el presidente anunciara que el gobierno recurriría al FMI, estuvo cerca de convencerlo de que era conveniente negociar un acuerdo con el peronismo.

Este ensayo de cogobierno fue fogoneado por Sergio Massa y Eduardo Duhalde entre otros y se habló del ingreso al gabinete económico de Roberto Lavagna y Martín Redrado. Pero en definitiva Macri habría evaluado que semejante paso era un lujo que no podría permitirse un presidente que va por su reelección porque mostraría un inocultable estado de debilidad. Entonces prevaleció la idea de no innovar en medio de la tormenta y todo el gabinete económico fue confirmado.

El estado de emergencia del gobierno y la reinstalación del FMI en el centro de la escena desnudan los fracasos de dos años y medio de gestión. Pero, lo que es paradójico, esta nueva realidad favorece la polarización deseada por Macri. La contracara del FMI en la política argentina fueron los Kirchner, especialmente Néstor, que le pagó a aquél para no quedar supeditado a ningún control externo de su política económica. A partir de ahora, lo más probable es que el cristinismo coseche las reacciones anti-FMI que brotarán en el peronismo. Aunque mantiene una conveniente parquedad, la ex presidente acaba de encontrarse con un escenario más propicio para montar su candidatura presidencial. Y el macrismo, obviamente, sigue convencido de que en un ballotage la clase media se volcaría masivamente a favor del presidente.

En cambio, el terreno se presenta tortuoso para el peronismo “racional”, como lo denomina Miguel Ángel Pichetto. Los gobernadores peronistas son el principal sustento de este peronismo moderado y desde Juan Manuel Urtubey hasta el misionero Hugo Passalaqua, pasando por el sanjuanino Sergio Uña y el entrerriano Gustavo Bordet, están endeudados en dólares y entenderían que no les queda margen para cuestionar la política de la Casa Rosada.

Sin los gobernadores, el antikirhnerismo queda seriamente limitado, especialmente por el hecho de que la mayor parte de los intendentes justicialistas del conurbano se declaran kirchneristas con sus diferencias menores.

Del mismo modo y en medio de una persecución judicial que lo jaquea económicamente, Hugo Moyano tiene el camino abierto para convocar a un nuevo 21 F, en este caso contra el FMI. Esto mientras ya hay presiones en la CGT para que se le ponga fecha a un paro general.

Las dudas electorales

Volviendo a Cambiemos, aunque el vendaval de la crisis no le deja tiempo a Macri para ocuparse de la estrategia electoral, hay voces en su entorno que dan por hecho que lo ocurrido en las últimas dos semanas no será gratis en las próximas encuestas y que aquél saldrá seriamente dañado, más aún por cuanto ya estaba en baja su imagen positiva. A Horacio Rodríguez Larreta, entre otros, se le adjudica la idea de que María Eugenia Vidal sea la compañera de fórmula de Macri para acumular la mayor diferencia posible en la primera vuelta. Como es obvio, el macrismo carece de un candidato a gobernador competitivo. Por su parte, Vidal ya no sería tan optimista sobre lo que podría ocurrirle en un segundo período de gobierno, especialmente considerando el achicamiento del presupuesto para obras públicas y los recortes que están por llegar.

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