Por Carlos Tórtora.-

La derrota de Javier Milei tendrá consecuencias sobre la gobernabilidad. La última y desesperada maniobra del gobierno y los bloques dialoguistas de la UCR, la Coalición Federal y el Pro, consistió en redactar un dictamen blue para sustituir al único válido, el firmado por los diputados en el plenario de comisiones. Al trascender la reunión en el departamento de Recoleta, Rodrigo de Loredo, Cristian Ritondo y Miguel Ángel Pichetto quedaron expuestos por su participación en la maniobra y no les quedó otro camino que cortar las negociaciones y denunciar al gobierno. Con el escándalo a plena luz y ya sin articulación de la negociación, Milei quedó ante el abismo. Tal cual se daba el panorama, la ley ómnibus sólo podría alcanzar la media sanción si se retiraba el capítulo fiscal y eso es lo que hizo Luis Caputo. A partir de ahora, el gobierno deberá conformarse con una ley desguazada e insuficiente para la transformación ambicionada. Esto si la rebelión legislativa no va aún más lejos y se llega al rechazo del proyecto. Como resultado de un insufrible proceso de negociaciones, los bloques dialoguistas están partidos y los partidarios de ceder ante la Libertad Avanza pierden terreno.

El naufragio de la ley ómnibus conlleva otro riesgo mayor y es que, envalentonada, la oposición consiga número para rechazar el mega DNU en las dos cámaras, lo que implicaría su derogación y el colapso para la Casa Rosada.

Sin embargo, no todo le está saliendo mal a Milei. Si consigue que le voten la delegación de las facultades extraordinarias, obtendrá un cheque en blanco y tendrá con qué marginar al Congreso.

Pichetto diagnostica la ingobernabilidad

A todo esto, son varias las encuestas que muestran la rápida declinación de la imagen positiva del presidente, que para marzo podría estar por debajo del 50%. Derrota en el Congreso y pérdida de legitimidad de ejercicio dejarían totalmente expuesto a un gobierno que hace gala de la inflexibilidad política. Lo que le está pasando a Milei es que apostó todo a que el Congreso se auto excluyera como factor de poder, delegando sus funciones en el Ejecutivo, y la respuesta fue que el sistema tuvo la suficiente fuerza como para trabar la maniobra. Ahora se abre un panorama que desnudó con precisión Pichetto: el gobierno no puede gobernar sin el Congreso y, encontrándose en minoría, no está en condiciones de negociar con éxito cada ley. En este punto, Pichetto plantea su propuesta y es que se conforme un gobierno de coalición que sí alcance una mayoría propia en el Congreso que le permita legislar. Pero un gobierno de coalición -esto no lo dice Pichetto pero está implícito- ya no expresaría como éste la voluntad unipersonal de Milei sino un acuerdo político de varios partidos, lo que implicaría grandes modificaciones en la política económica. Todo indica que Milei no aceptaría cogobernar y que el teorema de Pichetto sería inaplicable, porque el presidente no aceptaría jamás ser el mandatario de una pluralidad de fuerzas.

Mientras tanto, todos calculan ahora cuál será la magnitud del daño político y su repercusión en los mercados.

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