Por Guillermo Cherashny.-

La sorpresiva renuncia de Emilio Monzó a ser reelegido diputado nacional por la Provincia y por tanto de la presidencia de la Cámara de Diputados de la Nación provocará un serio daño a Cambiemos.

En efecto, si bien fue el propio Macri y Vidal -quienes destrataron a Emilio Monzó y el optó por la retirada el gobierno- pierde una pieza clave para aprobar las leyes en diputados y aparentemente no sería incomparable con la renuncia de Chacho Álvarez a la vicepresidencia denunciando hechos de corrupción.

Esto demuestra un gobierno que se aísla en sí mismo y sólo cuenta con una masa de fanáticos antiperonistas que destilan su odio al kirchnerismo y al peronismo en todos los ámbitos del país pero especialmente en las redes sociales como Facebook y Twitter. Y decimos grupo numeroso de fanáticos porque en el día de ayer justificaban los lujos de Nicolás Dujovne con los bolsos de José López. Por tanto, o bien robar poco está bien o directamente se puede robar bastante mientras sea menos que lo que robaron los K.

Este núcleo duro de clases pudientes que pueden pagar cualquier alza del costo de vida, ya sea por inflación o por tarifazos, es incondicional del gobierno y está cercana al 30% del electorado y banca cualquier latrocinio o medida económica trágica de Macri, como fue dilapidar 7.000 millones de dólares de reservas por la mala praxis económica de Peña, Quintana y Dujovne.

Ese sector de la población banca cualquier hecho de corrupción o torpes medidas del gobierno con tal de que no vuelvan los peronistas al poder. «No vuelen más» es su consigna y proponen veinte años seguidos de macrismo aunque no les gusten muchas de sus propuestas.

De este modo, la salida de Emilio Monzó, un excelente político amigo de los acuerdos políticos entre los partidos políticos racionales es un estorbo para el fanatismo de Cambiemos y no adiciona ningún problema al gobierno de los que ya tiene por impericia y soberbia.

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