Por Carlos Tórtora.-

A menos de cinco meses de las PASO -si es que éstas se realizan- el gobierno no puede arriesgarse a un descalabro en materia de contagios y muertes, que podría -además del costo en vidas- oscurecer el horizonte electoral. De ahí que Alberto Fernández haya incursionado hasta en un toque de queda que será, como siempre lo son ese tipo de medidas, harto conflictivo. Con los antecedentes que tiene el gobierno en materia de cuarentena eterna, muchos se preguntan si las actuales medidas no se prorrogarán en el caso de que los resultados resulten insuficientes.

El caso es que la Argentina está siendo alcanzada por la segunda ola en medio de una campaña de vacunación deficiente. Según el Monitor Público de Vacunación, se realizaron hasta el 4 de abril 4.713.723 aplicaciones y se distribuyeron 6.438.096 dosis. Con una población de menos de la mitad que Argentina, Chile alcanzó a mediados del mes pasado los 5 millones de vacunados. Esto es, el doble de velocidad en la vacunación que nuestro país. La extrema lentitud de la campaña de vacunación local ya está llamando la atención internacional y el Financial Times menciona en un reciente artículo que los países que, como Argentina, tienen una vacunación lenta, tendrán una recuperación económica igualmente lenta. La realidad es que, a este ritmo de vacunación, Argentina adquiriría la inmunidad de rebaño recién a mediados del 2022.

La pregunta que se abre ahora es qué hubiera pasado si la vacunación hubiera sido eficiente al nivel, por ejemplo, de Chile. ¿Habría impactado con la misma intensidad la segunda ola? ¿Serían necesarias las nuevas restricciones?

Habrá, sin duda, respuestas a favor y en contra del gobierno pero queda la duda razonable de que la segunda ola se podría haber minimizado si se hubiera vacunado más rápido.

Más dudas que certezas

El tema se vincula con otras preguntas que -al margen del vacunatorio vip- hacen a la problemática de la vacunación. Por ejemplo, la información sobre la llegada de vacunas casi nunca coincidió con los hechos y siempre se trató de cantidades menores. Es el caso de los 3 millones de dosis que se habrían comprado a la china Sinopharm pero de los cuales sólo llegó una tercera parte. Este desorden e inexactitud indicaría la existencia de negociaciones inconclusas o frustradas, como cuando se anunció un suministro de Sputnik V mucho mayor al que efectivamente se dio. La oscuridad en la que se mantiene a la opinión pública sobre estos temas es absoluta e incluye la negociación trunca con los directivos de Pfizer, que se retiraron del mercado argentino en forma total.

También son secreto de estado los precios pagados por distintas vacunas y la asignación de las partidas del presupuesto, lo que le da vuelo a la versión de que se habrían pagado cifras por encima de los valores del mercado internacional.

Lo cierto es que Argentina parece estar entre los perdedores de la guerra internacional por las vacunas y en estos momentos la vacunación se está frenando en varias provincias por falta de dosis.

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