Macri en persona reclama más hechos de corrupción K

Estimado Vengador,

Gracias por compartir su razonamiento. Yo también creí lo mismo que usted. Dejé de sostener esa opinión hace bastante, y permanecí incierto al respecto hasta que, hace unos años, casualmente conocí antecedentes de la estococracia en China y Australia, luego uno de los grupos demárquicos (que me parece demasiado ingenuo) en EE.UU. (los «kleroteries»); y, finalmente, me sorprendió hallar, en nuestro propio país, trabajos ya antiguos que me parecieron los más maduros.

Había dejado de sostener la opinión que usted arriba todavía sostiene (el régimen de los mejores, la aristocracia en el buen sentido) porque esos «mejores» en nuestros días han sido faccionalizados. Son los mejores en formación intelectual y tal vez, por enseñanzas adquiridas en las mesas de familia, en el arte de gobernar; pero no suelen apreciar el bien común como propósito único del gobierno.

Además, la pretensión de ser aristócratas y por lo tanto elegibles para gobernar atraería una muchedumbre de ineptos fingiéndose tales. Con esa corrupción caeríamos de inmediato en los mismos males que nos inflige la presente explotación efectuada por medio de la democracia por partidos.

En cambio, el acceso a internet en la última generación permite a cualquier persona de valores decentes evitar razonablemente las decisiones erróneas, porque vía internet accede a información balanceada sobre muchísimos temas. No olvide que gobernar implica necesariamente el asesoramiento adecuado.

De ese modo, el perfeccionamiento gradual de los gobernantes, a lo largo de las generaciones y a medida que mejora la población así gobernada, va consolidando la procura del bien comun como único objetivo de las políticas públicas. El régimen estococrático es un proceso realimentatorio, que se desarrolla por sí mismo y cada vez con mejores efectos sobre gobernados y gobernantes. No es la sola y mera supresión de una cadena de gobiernos locales, nacionales y mundiales interesados todos en estupidizarnos, infantilizarnos, engañarnos y así explotarnos al máximo.

La representatividad -nuestro régimen es representativo, republicano y federal, pero no es «democrático» y menos defensor de la democracia por partidos, aunque así lo pretenda una constitución nacional falsa y nula de nulidad absoluta por fundarse en delito, la de 1994- no es importante en el sentido de que todas las opiniones valgan lo mismo. Pero se torna importante a medida que el desarrollo intelectual de los pueblos crece con la estococracia; y que el desarrollo moral se recupera al advertirse, debido precisamente a aquel desarrollo intelectual, que sobre el fin último de la existencia no se delibera -como bien lo decían Aristóteles y otros pensadores antiguos- y que, al ponerse el bien común como propósito real y efectivo de las políticas públicas, se confluye en una tabla bastante homogénea de valores. Esta, por ser bastante homogénea, no necesita ya representar las amplias variaciones internas que existían antes, cuando el error acerca de la condición humana estaba más extendido. Así que la representatividad es importante sólo al principio, valoración en la cual usted y yo creo que estaremos de acuerdo.

Perdón por ser tan conciso; debo salir.

Otra vez, muchas gracias por pensar seriamente este grave tema.

Un cordial abrazo,

Comparto su opinión, apreciado «Vengador»…, y para quitar brillo circunstancial a una denominación que a veces puede resultar chocante, podríamos denominar MERITOCRACIA al deseado Gobierno de los mejores.
La instalación de ese tipo de gobierno debe ser rápida como la Cirujía, pues ante situaciones decrepitantes como la que vivimos, un «tratamiento homeopático de varias generaciones» solo sirve para su consideración futura por los estudiosos de la Historia.
A sus órdenes.

Guille