Por Carlos Tórtora.-

El plan táctico de Javier Milei parece estar claro. Está profundizando el ajuste con la expectativa de que haya una rápida baja de la inflación y que lleguen los primeros resultados de las medidas desregulatorias. Esto podría generar el efecto de que hay un éxito económico. Pero para llegar a este punto hay que atravesar marzo y abril. La apuesta de Milei es que no habrá una escalada de conflictividad social y que lo peor del ajuste transcurrirá sin mayores sobresaltos. Es obvio que sí habrá un nuevo paro general de la CGT y una escalada de conflictividad por la cuestión docente. Pero el punto neurálgico, la aparición de focos de protesta social de gran magnitud, es hasta ahora la mayor incógnita. En el entorno presidencial impera el optimismo basado en que, luego de los recientes tarifazos de servicios públicos, ya deberían haberse registrado reacciones masivas y que no las haya habido es una óptima señal. El relato presidencial, mientras tanto, machaca sobre culpar a la casta por el despilfarro de los recursos del Estado.

Curiosamente, la oposición no pone el acento en la necesidad de la movilización social para frenar el ajuste. El reciente documento de Cristina Kirchner no sólo se enmarca en una crítica moderada sino que no plantea ninguna forma de lucha contra el plan de ajuste. El kirchnerismo se limita entonces por ahora a la oposición parlamentaria y busca ganar tiempo para definir su problema central: quién ejercerá la conducción política. En cuanto a la CGT, su interés es contrario a la protesta social, porque ésta podría desbordar la protesta sindical organizada.

En cuanto a los partidos de izquierda, es obvio que no cuentan con la capacidad suficiente como para motorizar el conflicto social.

La dolarización sería la clave

Marzo es sin duda el mes clave. Superarlo sin mayor conflictividad social, le significaría al gobierno un triunfo político notable. Todo hace prever que Milei profundizará en las próximas semanas su ofensiva contra la casta para contener así la tensión social. La puesta en marcha de la dolarización sería el paso fundamental para que el gobierno mantenga la iniciativa. Parece obvio que el gobierno duda acerca de dolarizar ahora. Un fracaso en este tema tendría consecuencias irreversibles.

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