Por Carlos Tórtora.-

La media sanción de la ley ómnibus no pudo ser más oportuna para el gobierno. Ocurre en una situación donde la profundización del escenario recesivo impone serias dudas sobre el éxito del plan económico oficial. Curiosamente, este primer éxito de Milei en el Congreso es el resultado de haber recurrido a los métodos de la política clásica que el presidente rechazara desde el inicio de su mandato.

En efecto, la ley no se aprobó porque tuviera el consenso del 56% de la población sino porque hubo una correcta negociación con la UCR y el bloque de Miguel Ángel Pichetto. Ahora, ya en el Senado, la estrategia oficial se basa en la influencia que puedan ejercer cuatro gobernadores aliados -Osvaldo Jaldo (Tucumán), Raúl Jalil (Catamarca), Hugo Passalacqua (Misiones) y Gerardo Zamora (Santiago)-, que podrían arrimar a una ajustada mayoría a favor del proyecto.

Hasta ahora, el Senado fue el hueso más duro de roer para la Casa Rosada. Como muestra está el rechazo al DNU 70/23.

El 2025 a la vuelta de la esquina

Otra característica a marcar es que el éxito en Diputados se da sin la participación activa de Milei o más bien gracias a su no participación. De haber usado sus recursos propios, los sistemáticos ataques del primer mandatario a los diputados no hubieran hecho otra cosa que engrosar la mayoría opositora. En resumidas cuentas, que a Milei le fue mejor cuando dejó hacer a su gente y se corrió él a un costado.

Para la oposición, el panorama es complicado, porque el único liderazgo disponible es el de Cristina Kirchner, que aprovecha el vacío opositor para plantarse como la eventual jefa. No falta tanto para el 2025 y el peronismo requiere de un liderazgo, aunque sólo se trate de una elección legislativa. Ahora que tuvo su primer éxito legislativo, el gobierno valora aún más la importancia de contar con mayoría propia en el Congreso, algo a lo que sólo podría aspirar si hay un éxito económico contundente.

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