Por Carlos Tórtora.-

La crisis en el bloque de diputados nacionales de LLA mostró que Karina Milei puede concentrar el poder. Lo que está en juego ahora es si la crisis terminó. Se espera, por ejemplo, que la maniobra de los ganadores se complete con el reemplazo de Marcela Pagano por Alberto Benegas Lynch en la presidencia de la Comisión de Juicio Político.

También está la incógnita de si el nuevo presidente del bloque, Gabriel Bornoroni, conseguirá controlar la situación.

El episodio que terminó con la destitución de Oscar Zago mostró a las claras que la convivencia se había roto en el bloque oficialista. Esta realidad pone de manifiesto que el gobierno controla a medias su bancada de diputados. De hecho, lo que está en juego indirectamente es el liderazgo del propio Milei. Es sabido el desinterés de éste por las cuestiones partidarias. Para el presidente, la conducción política no es una prioridad de su mandato. Cabe preguntarse si esta vulnerabilidad no lo debilita como presidente.

Soluciones simples

El otro interrogante es si el liderazgo de Karina es la solución para las carencias políticas que exhibe el oficialismo. En el macrismo, por ejemplo, la baja estima por Karina es vox populi y se la menciona despectivamente. Pero la realidad es que el oficialismo no tiene ninguna otra figura política y, lo que no es un dato menor, que Milei sólo confía en su hermana.

La otra figura con peso propio en el oficialismo es Victoria Villarruel, pero en este caso su crecimiento se da sobre la base de diferenciarse cada vez más del presidente.

Así las cosas, Milei va dejando que a su alrededor se construya un esquema político cerrado y con escasas articulaciones.

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