Por Carlos Tórtora.-

Ser aliado de este gobierno es una de las experiencias más difíciles de la política. Durante tres meses, un grupo de gobernadores le dio sustento político al oficialismo con la expectativa de arribar a la brevedad a una instancia de negociación de las situaciones financieras de sus provincias. La llave de esta nueva etapa era el Pacto de Mayo, que le daría marco al bloque de amigos del gobierno.

Pero la ley bases no está sancionándose y el presidente en consecuencia dio de baja sin mayores explicaciones al Pacto de Mayo.

El mensaje que Milei les está haciendo llegar a los gobernadores dialoguistas es simple: mientras no se demuestre que ellos pueden garantizarle las leyes en el Congreso al gobierno, todo lo demás está por verse.

En busca de incondicionales

De cara a un 2025 electoral, también hay otro mensaje implícito del líder libertario. Y es que él puede-o al menos eso cree- ir a la contienda electoral con un armado que responda casi exclusivamente al atractivo de su figura. Es obvio que Milei, que personaliza casi todo, está tentado de marchar a las elecciones legislativas intentando convertirlas en una elección presidencial.

Esto implicaría plantearle a la sociedad que debe optar entre darle pleno respaldo al gobierno a través de la mayoría en ambas cámaras. Una especie de nueva guerra contra la casta en la cual el nombre de los candidatos a legisladores sería lo de menos.

De este modo habría una sola forma de adherir al oficialismo y es plegándose incondicionalmente a su liderazgo.

Probablemente entonces los que intenten desarrollar una política de alianzas clásica terminen encontrándose como ahora están los gobernadores dialoguistas, es decir, desconcertados.

El aparente desinterés de Milei por los temas políticos y electorales es sólo eso, aparente. Lo que él busca es recrear el escenario del año pasado y que la sociedad deba optar de vuelta entre su figura por un lado y la casta por el otro.

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