Por Hernán Andrés Kruse.-

“Hay que destruir esa idea parasitaria que ha aprendido en Occidente que dice que la tarea del Estado, o sea, del burócrata, es controlar cada aspecto de la vida de los ciudadanos. Esa idea de que los políticos deben cuidar a la gente desde la cuna hasta la tumba. Esto no ha sido nunca la tarea del Estado, la tarea del Estado, en caso de existir, es defender la vida, la libertad y la propiedad privada de los individuos. Pero las elites globales no se dan cuenta de lo destructivo que puede llegar a ser implementar las ideas del socialismo, porque lo tienen demasiado lejos, no saben qué tipo de sociedad y país puede producir, y qué calaña de gente atornillada al poder y qué niveles de abuso puede llegar a generar. Digo, aun cuando tenga a la mujer corrupta, se ensucia y se tome cinco días para pensarlo.

Por eso me toca a mí mostrarles lo que es lo siniestro y nefasto que es el socialismo. Porque lo hemos vivido en carne propia, lo sufrimos todos los días, porque la Argentina es un país infectado del socialismo hace décadas, o quizás debería decir, era. El socialismo conduce a la pobreza y a la muerte, el que diga otra cosa es un ignorante o un mentiroso. Y como el socialismo conduce a la muerte, nunca pero nunca, podemos dar el brazo a torcer, en nada, no podemos dejarnos correr un milímetro por los zurdos, ni aún cuando parezca que tienen razón, porque nunca la tienen. Porque cuando dejemos una rendija abierta, nos atacarán desde una posición mejor para ellos. Se aprovechan de los más débiles de nosotros, de los que no se han ganado la abundancia de la que disfrutan, de los que la han heredado sin saber el sacrificio que ha implicado, de aquellos como se saben en falta, los carcome la culpa y quieren usarnos a todos para resolver sus propios problemas. Pero nosotros no somos débiles, nos hemos ganado lo que tenemos, realmente creemos lo que decimos, nos ha costado sangre y sudor llegar a donde hemos llegado y nadie ni nadie se va a interponer en nuestro camino. No importa qué hagan, no importa qué digan, ni cómo nos ataquen, por eso les digo, me importa un rábano lo que opinen los zurdos. En definitiva, no hay nada que puedan hacer para alterar el curso de los acontecimientos.

A la luz de las cosas que suelo decir, de las discusiones en las que me suelo meter, muchas veces recibo críticas de distintos actores del establishment y en particular, de los ensobrados del periodismo. Digo, con esto de haberle quitado la pauta oficial a los medios, parece que estoy buscando empleo en el subsuelo, y lo voy a rajar al coloradito… Pero no se hagan problema, ese es zurdo también, así que, no me interesa ese negocio. Me dicen: “pero usted ahora es un jefe de Estado, cómo va a estar haciendo estos comentarios, cómo va a hablar así de sus adversarios políticos, cómo va a hablar así de otros mandatarios como hace dos años, o de un presidente”, como me toca ser ahora. En todo caso, ahora que soy presidente, mi responsabilidad por librar la batalla cultural es, aún, mucho mayor, porque lo que hago y digo tiene un efecto más grande. Y dar la batalla cultural no es solo moralmente correcto, sino que, además, es necesario de un punto de vista del gobierno, es necesario para el éxito de cualquier programa de gobierno liberal o libertario, para que las políticas que implementen sean duraderas y para que en el futuro sean los propios ciudadanos los que defiendan su libertad y no se dejen pisotear nuevamente por los socialistas. Porque, además, es importante alzar la voz, porque nuestros adversarios siempre juegan con ventaja. Porque tienen su gente metida en todos los niveles del Estado, tienen la fuerza de los sindicatos y de las organizaciones sociales, tienen a los empresarios prebendarios que viven del Estado y los financian, tienen los organismos supranacionales, las organizaciones no gubernamentales, los medios de comunicación y la industria del entretenimiento, y en mi caso, en mi país, hasta el control sobre el fútbol.

En ese sentido hay que reconocer que han hecho un trabajo formidable, en términos de lo que, Antonio Gramsci, llamaría “la construcción de una verdadera hegemonía global”. Si todos los que creemos en la vida, la libertad y la propiedad, no hacemos nada, estamos condenados. Si todos los que creemos en los valores que hicieron de Occidente la civilización más próspera de la historia no hacemos nada, estamos condenados. Por eso, todos los que estamos acá, ciudadanos españoles, argentinos, presidentes, pensadores, empresarios, todos aquellos que creemos en la libertad, debemos ponernos de pie y decirles ¡basta! Basta al odio, al resentimiento y a la envidia que implica el socialismo. Basta a la autoflagelamiento y la culpa de Occidente. Basta a la pretensión de vivir en un mundo de cristal, sin que nadie se pueda sentir ofendido. Basta de la intromisión del Estado en todos y cada uno de los aspectos de nuestra vida, volvamos a defender los valores que hicieron grande a Occidente. Volvamos a defender la vida, la libertad y la propiedad.

Ya estamos a cinco meses que asumí como presidente de la República Argentina, el 10 de diciembre y con orgullo puedo decir que estamos cumpliendo a rajatabla, la promesa que le hicimos a los argentinos. Agarramos una economía al borde de la hiperinflación, con 15 puntos de déficit fiscal consolidado, con emisión descontrolada después de haber emitido dinero por 13 puntos del PBI un año, con precios reprimidos a niveles ridículos y con tasas de interés altísimas y, a pesar de todo eso, la estamos dando vuelta. Con un esfuerzo enorme por parte de todos los argentinos, pero lentamente la estamos dando vuelta. Hemos resucitado sistemáticamente la inflación, mes tras mes, hasta lograr una inflación de un dígito mensual. Hemos bajado la tasa de interés sin que se dispare la inflación y sin que se dispare el tipo de cambio. Estamos haciendo el ajuste más grande y abrupto de la historia humana y para el espanto de todo el zurderío, la sociedad nos sigue apoyando con la misma condición que el 10 de diciembre.

Por eso, llora la izquierda local e internacional, porque todo lo que ellos resumen como imposible, nosotros lo realizamos. Porque todo lo que han roto con su chamanismo económico, nosotros lo estamos enmendando con trabajo y con las ideas y valores correctos; porque todas las ideas valores y teorías que ellos predican en mi país, ya han fracasado. Y todo aquello, a lo que ellos le tienen miedo, está empezando a tener éxito. Y también porque le estamos demostrando al mundo que, inclusive, en la peor adversidad, inclusive, cargando con la peor herencia económica de la historia del país, inclusive, siendo el gobierno con menos poder institucional de la historia e inclusive, con toda la política, los medios y los empresarios prebendarios en contra, quienes esgrimimos la verdad en un puño y en convicción en el otro podemos perseverar y salir triunfantes.

Porque, más tarde o más temprano, la verdad siempre se impone sobre la mentira, la libertad siempre se impone sobre la opresión, la vida siempre se impone sobre la muerte, y el bien siempre triunfa sobre el mal. Por todo esto, quiero decirles que soy un optimista. Cada vez son más los pueblos del mundo que se rebelan contra el maldito mandato socialista y lo hacen porque a diferencia de los socialistas nosotros confiamos en los ciudadanos, nos pensamos que hay que tratarlos como a niños en un jardín de infantes. Confiamos en su creatividad, en su capacidad de resolver problemas por su cuenta, en su criterio para criar en libertad a sus hijos en el seno de la familia, confiamos en la capacidad de los hombres y mujeres de forjar su propio destino y que esto redunde en mayor beneficio para el conjunto de la sociedad. Y esta confianza que tenemos en el ciudadano común tarde o temprano vuelve, porque para obtener confianza hay que dar confianza, y nosotros hemos entablado un pacto de verdad con la sociedad, porque, como siempre digo: es preferible decir una verdad incómoda en vez de una mentira confortable.

Por todo esto, quiero comprometerme con todos ustedes y decirles que no les voy a fallar. Voy a predicar con el ejemplo y demostrarle al mundo que un gobierno con nuestras ideas puede tener éxito y las hazañas que nuestro gobierno realice en la Argentina serán testimonio y prédica del paradigma capitalista de libre empresa. Pero no serán ningún milagro, sino la consecuencia necesaria del ejercicio de las ideas correctas, porque la libertad es el único camino posible a la prosperidad. Por eso les digo, ánimo en esta gesta por salvar a occidente de la decadencia, porque occidente está a tiempo aún de elegir si quiere persistir en la senda del fracaso o si quiere retomar el camino de la libertad.

Finalmente les quiero dejar una frase de uno de los mayores pensadores del siglo 20, que fue Ludwig Von Mises, y que además demostró la imposibilidad del socialismo ya en 1922, con su famoso tratado “El socialismo”. Mises sostenía que el socialismo es una alternativa al capitalismo como el cianuro de potasio es una alternativa al agua. Y dado que Mises era una persona con una gran visión y entendía de qué iba el desafío hizo una frase de Virgilio su frase de cabecera, una frase en latín que dice: “Tu ne cede malis, sed contra audentior ito”. Qué significa no cedas ante el mal, sino que enfréntalo con mayor audacia. No cedamos frente al socialismo, vamos a enfrentarlo con mayor valentía.

Naturalmente, parece una tarea titánica, parece que somos pocos, pero no tenemos nada que temer porque la victoria en el campo de batalla no depende de la cantidad de soldados, sino de las fuerzas que vienen del cielo. ¡Viva la libertad carajo! ¡Viva la libertad carajo! ¡Viva la libertad carajo! Muchas gracias. Gracias Santiago. Gracias Vox. Gracias a todos, gracias, muchas gracias”.

(*) Fuente: Casa Rosada. Presidencia

El discurso no hace más que confirmar la megalomanía que aqueja al presidente de la nación. Si alguien aún duda de esta afirmación lo invito a que medite sobre estas palabras que pronunció en su entrevista concedida a Jonatan Viale: “La agenda de los políticos argentinos es la agenda de los liliputenses. Yo estoy en otra liga y eso les molesta porque muestra la insignificancia de los políticos argentos, de lo berreta que son, de lo poco que son, del poco alcance que tienen. Donde voy, genero un terremoto” (fuente: Letra P, 21/5/024).

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