Por Carlos Tórtora.-

No se puede negar la originalidad de Javier Milei, porque ayer inauguró un nuevo período de sesiones ordinarias, dejando en claro que se propone pactar con los gobernadores, soslayando al Congreso. El pacto del 25 de Mayo en Córdoba plantea un decálogo que difícilmente sea rechazado por ninguna provincia. Pero la clave no está ahí sino en la etapa intermedia. El gobierno espera de los gobernadores que estos obliguen a sus legisladores a sancionar la ley ómnibus, a cambio de un pacto fiscal. De este modo, el gobierno dejaría de negociar con el Congreso, asunto en el que le va mal, para arreglar directamente con los gobernadores, empezando por el de Córdoba, Martín Llaryora. Se trata de una estrategia política que muestra a un Milei distinto, más sofisticado y haciendo política en el sentido clásico. Como se ve, en el discurso de ayer atacó a los senadores y diputados pero no a los gobernadores. Por otra parte, el presidente se mueve más cómodo en un esquema de negociaciones con número cerrado que en la complejidad republicana del juego de poderes.

De este modo, el presidente dejó en claro que necesita la ley ómnibus y que no le alcanza con manejarse mediante decretos. Con la movida de ayer, Milei dejó expuesta una fractura en el frente de los gobernadores que el gobierno se propone explotar. Los pactistas confían en arrancarle a la Casa Rosada concesiones económicas importantes, mientras que los duros esperan una derrota libertaria.

El nuevo mapa político tendría otras consecuencias, porque con el apoyo de los pactistas tal vez Milei pueda evitar que el Senado rechace en los próximos días el DNU 70/23, lo que sería un gran triunfo.

Recuperar la iniciativa

En síntesis, ayer Milei consiguió algo que en política vale oro: recuperar la iniciativa. La oposición a partir de ahora ingresa en una zona de profundo desconcierto con el peronismo sin liderazgos nacionales y disperso sin que Axel Kicillof pueda hacer valer el peso de su provincia, porque sencillamente nadie quiere asociarse hoy por hoy al kirchnerismo.

La jugada de Milei se ejecuta con los días contados, porque sigue bajando en algunas encuestas y necesita avanzar políticamente antes de que se sienta el desgaste. El acto de ayer mostró una buena organización oficial, con el recinto bien controlado y las galerías con gente propia. En fin, una demostración de que el gobierno puede hacer algo más que confrontar, aunque sin duda la confrontación sigue siendo su fuerte.

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