Por Hernán Andrés Kruse.-

Adolfo Rubinstein ¿tiene autoridad moral para criticar la vacunación VIP?

La vacunación VIP o el vacunagate es reprobable desde todo punto de vista. Mientras los muertos por el coronavirus ascienden a 51000 y son muy pocos los vacunados-a diferencia de lo que sucede, por ejemplo, en Chile-, Ginés González García permitió que en el Ministerio de Salud se vacunara una élite privilegiada. Las vacunas que deberían haber sido utilizadas para proteger la salud del personal sanitario tuvieron como destino los hombros de un puñado de personas cercanas al poder. Es un hecho que merece la repulsa social.

Como era de esperar el escándalo fue inmediatamente utilizado políticamente por la oposición y los medios de comunicación anti K. El mismo viernes 19 a la noche visitó el canal TN el doctor Adolfo Rubinstein quien tuvo a su cargo la política sanitaria durante la presidencia de Mauricio Macri. He escuchado varias veces a este médico y siempre me pareció una persona razonable, educada, mesurada. Anoche no fue la excepción. Como era de esperar criticó a su colega renunciado y a la vacunación de privilegio. Sus palabras fueron contundentes, imposible de ser refutadas. Pero sucede que no se trata de cualquier galeno sino del funcionario que durante el macrismo nada hizo por impedir que se vencieran 2 millones de dosis de vacunas mientras el gobierno seguía pagándole a un frigorífico para garantizar su conservación.

Apenas asumido el gobierno de Alberto Fernández el ministerio de Salud a cargo de Ginés González García descubrió que ese mismo año el gobierno de Macri benefició directamente a la firma Hábitat Ecológico S.A. para el servicio de recolección, transporte, tratamiento y disposición final de unos 40 mil kilos de residuos peligrosos. Desde el Ministerio de Salud explicaron que “en febrero de 2019 la Unidad Auditoría Interna remitió a la Secretaría de Acceso a la Salud un informe sobre las vacunas vencidas en el frigorífico Oneto. Ese insumo fue utilizado por la gestión para profundizar la investigación sobre los hechos y de allí surgió la necesidad de aclarar la diferencia en la cantidad de vacunas incluidas en ese informe”. En mayo de 2020 la Secretaría de Acceso solicitó que se presentaran el 11 de junio en dicho frigorífico la Escribanía General de la Nación, personal de la dirección de Control de enfermedades Inmunoprevenibles y de la Secretaría de Acceso a la Salud, la Dirección Nacional de Medicamentos y Tecnología Sanitaria, la Dirección de Asuntos Judiciales, la Unidad de Auditoría Interna y la Sigen con el objetivo de constatar, a través del correspondiente inventario, la cantidad y tipo de material almacenado. Fue entonces cuando fueron encontradas 2.213.560 vacunas antigripales y 600 mil unidades de la triple (DTYPa) con vencimientos fechados entre el 30 de abril y el 31 de agosto de 2018. Según Carla Vizzotti el sostenimiento de las vacunas vencidas desde 2018 en el frigorífico Oneto tuvo un costo para el Estado de 14.672.350 pesos.

Voceros del frigorífico afirmaron que no tenían “nada para decir ni declarar. Toda la información sobre el tema la tienen el ministerio de Salud y la Sigen. El acuerdo fue con el ministerio con el que trabajamos desde hace 28 años y la información es pública”. Voceros del Ministerio de Salud explicaron que “el problema no es que esas vacunas estuvieran en el frigorífico, sino que estaban vencidas”. En consecuencia, el Ministerio de Salud denunció a la gestión anterior-a cargo del doctor Rubinstein-por incumplimiento de los deberes de los funcionarios públicos y por haber violado el artículo 205 del Código Civil de la Nación (fuente: Página/12, Melisa Molina, 21/8/020).

En octubre de 2020 la Oficina Anticorrupción a cargo del doctor Félix Crous denunció a los doctores Adolfo Rubinstein y Jorge Lemus, Carolina Stanley y otros funcionarios durante la gestión de Macri, por el hallazgo de esas dosis de vacunas encontradas en el frigorífico Oneto que jamás fueron utilizadas. Crous hizo una presentación ante la justicia federal por los delitos de “abuso de autoridad y violación de deberes de funcionario público”. Cabe destacar que al ser encontradas las dosis de vacunas vencidas el ex ministro Rubinstein intentó una autodefensa manifestando que “anticipando una temporada invernal en 2017 difícil, se hizo una compra mayor”. Como “la temporada fue más suave de lo previsto sobraron dos millones de vacunas” (Fuente: Tiempo Judicial, 19/10/020).

Pues bien, al escuchar al doctor Rubinstein el viernes en TN pareciera que no tenía nada que ver con el doctor Rubinstein denunciado por la OA. Lamentablemente se trata del mismo médico que ahora critica al gobierno pero que durante el gobierno de Macri fue directo responsable del vencimiento de vacunas indispensables para garantizar la salud de la población durante el invierno. Si quienes lo entrevistaron fueran verdaderos periodistas le hubieran formulado la pregunta fundamental: ¿qué autoridad moral tiene usted para criticar a Ginés González si cuando usted fue la máxima autoridad sanitaria del país fue cómplice directo del vencimiento de las vacunas almacenadas en el frigorífico Oneto? Hubiese sido magnífico observar cómo se las arreglaba Rubinstein para salir de semejante atolladero.

El escándalo de la vacunación VIP

El viernes 19 al mediodía el presidente anunció con bombos y platillos la puesta en marcha del Consejo Económico y Social. Era la noticia del día. Horas más tarde nadie se acordaba del acontecimiento. ¿Qué había sucedido? La opinión pública tomaba conocimiento de lo que con el correr de las horas pasó a llamarse “vacunación VIP”.

Durante la tarde tomo estado público unas declaraciones radiales de Horacio Verbitsky que provocaron una gran conmoción política. El veterano y experimentado periodista, que lejos está de ser ingenuo, reconoció que se había aplicado la Sputnik V en el Ministerio de Salud gracias a su estrecha relación con el ministro González García. Al enterarse de esas declaraciones el presidente se comunicó telefónicamente con el ministro y le exigió que le diera las explicaciones correspondientes. Los argumentos del funcionaron convencieron a Alberto Fernández de la necesidad imperiosa de desprenderse de él lo antes posible. El presidente ordenó a Santiago Cafiero, jefe de Gabinete, que se comunicara inmediatamente con el ministro para exigirle la renuncia. Cafiero cumplió la orden y en la noche del mismo viernes González García dejó de ser ministro de Salud. Minutos más tarde quedó confirmada la designación de Carla Vizzotti como ministra de Salud.

El viernes por la mañana Verbitsky dijo en el programa “Habrá consecuencias” que luego de consultar con el ministro se había vacunado en el ministerio de Salud. Desatado el escándalo el periodista fue despedido del medio, donde es columnista. “Ustedes se acuerdan quehacer unos meses yo dije que prefería esperar unos meses antes de vacunarme y ver qué efectos secundarios podía haber. No tenía prisa, que no me iba a apurar para vacunar. Bueno, pues ayer me vacuné”. “Decidí vacunarme. Me puse a averiguar dónde hacerlo, llamé a mi viejo amigo Ginés González García, a quien conozco de mucho antes que fuera ministro, y me dijo que tenía que ir al Hospital Posadas”. “El hospital Posadas está en Palomar, creo que es partido de Morón, pero el barrio es Palomar y está ahí nomás de la villa Carlos Gardel. Y cuando estaba por ir recibí un mensaje del secretario de Ginés, que me dijo que iba a venir un equipo de vacunadores del Posadas al Ministerio y que fuera a darme la vacuna”. “Fui al ministerio, estaba el equipo de vacunadores allí y yo además tengo una relación fraternal con los trabajadores del Posadas” (Fuente: Infobae, 19/2/021).

Los dichos de Verbitsky provocaron una crisis de gobierno que terminó en la renuncia del ministro. Como era de esperar los medios enfrentados con el gobierno nacional y los referentes de la oposición celebraron con champagne este escándalo. Pero no nos apresuremos. Tratemos de analizar lo que pasó en una jornada negra para Alberto Fernández. La primera consideración que se me ocurre formular es la siguiente: seguramente desde hacía bastante tiempo que en el ministerio de Salud se vacunaba a amigos del poder. En consecuencia, Ginés González García sabía muy bien lo que estaba sucediendo en su “segundo hogar”. Y también lo sabía su segunda Carla Vizzotti cuyo rostro se hizo familiar porque durante todo el 2020 dio la cara ante las cámaras de televisión para explicar lo que estaba sucediendo en el país con el coronavirus. Porque resulta poco creíble que la doctora Vizzotti desconociera que en el ministerio de Salud existía la “vacunación VIP”. Ahora bien ¿podía desconocer el presidente de la nación lo que sucedía en dicho ministerio? ¿Podía ignorar lo que pasaba en los dominios de un ministro tan importante del gabinete? Resulta altamente improbable que ello sucediera. En consecuencia hay que partir del hecho de que Alberto Fernández sabía muy bien que el Ministerio de salud era utilizado para vacunar a los amigos del poder. También sabía lo que sucedía la vicepresidente Cristina Kirchner. ¿Alguien puede suponer que la dirigente política más importante del país desconociera lo que estaba sucediendo?

¿Entonces por qué el presidente dio el visto bueno a semejante canallada? Creo que por la siguiente razón: porque jamás pensó que tomaría estado público. Tuvo lo que Aníbal Fernández hubiera dicho de haber sido consultado: “sensación de impunidad”. También González García se sintió impune. Y Carla Vizzotti y todos los subalternos que trabajan en el ministerio de Salud. Todo marchaba sobre rieles hasta que habló Horacio Verbitsky. Todos sabemos de quién estamos hablando. Es un periodista que tuvo una vastísima militancia política en la organización Montoneros. Ha sido autor de numerosos libros y actualmente dirige El cohete a la luna. Es un periodista que maneja muchísima información y es muy inteligente. Ejerce, qué duda cabe, una fuerte influencia sobre el gobierno nacional. Será, como expresé al principio, muchas cosas pero no un ingenuo. Si efectuó semejantes declaraciones en una radio cercana al gobierno fue por alguna razón. No creo que se haya dejado llevar por la ansiedad. ¿Por qué entonces Verbitsky reconoció que se había vacunado en el ministerio de Salud gracias a su cercanía con el ministro? Porque al poner al descubierto semejante vínculo y reconocer que gracias a él pudo vacunarse, no hizo más que condenar a su gran amigo. Y, de paso, provocar un tsunami político.

Algunos sostienen que Verbitsky no hizo más que anticiparse a una fenomenal operación cuasi destituyente orquestada por Clarín y compañía. De esa forma impidió, pese a los daños producidos, que los enemigos del gobierno utilizaran este escándalo para provocar un vacío de poder de impredecibles consecuencias. En otras palabras: Verbitsky habría provocado daño pero lo hizo en sintonía con el gobierno. Todo habría formado parte de un plan de Verbitsky-un experto en operaciones políticas y militares-para salvar al gobierno de un intento de golpe de Estado. Suena un tanto descabellado pero, conviene siempre tenerlo presente, estamos en un país donde todo es posible.

Lo real y concreto es que el presidente sufrió este viernes el golpe político más fuerte desde que asumió el 10 de diciembre de 2019. Su reacción, me parece, no fue la esperada. Si bien forzó, como correspondía, la renuncia de González García, elegir como reemplazo a Carla Vizzotti no parece ser la mejor decisión. ¿Por qué? Porque huele demasiado a gatopardismo. ¿Puede ayudar al gobierno que la reemplazante de González García sea quien lo secundó durante su gestión? Si realmente Alberto Fernández pretende convencer al pueblo de que realmente este escándalo le causó indignación, la designación de Vizzotti no hace más que confundir y enrarecer el ambiente. Con Vizzotti a cargo del Ministerio de Salud pareciera que lo que el presidente le está diciendo a los argentinos es que aquí no pasó nada.

La carta de renuncia de Ginés González García

Señor presidente de la Nación Argentina

Por la presente, y respondiendo a su expreso pedido, le presento mi renuncia al cargo de ministro de Salud.

Aprovecho empero la oportunidad para reconfirmar mi posición sobre el motivo que trascendió, en tanto las personas vacunadas pertenecen a los grupos incluidos dentro de la población objetivo de la campaña vigente, y la confusión involuntaria de mi secretaría privada en la citación a las personas vacunadas en este Ministerio ocurrió estando yo en la provincia de Entre Ríos. Asumo de todas formas la responsabilidad por la equivocación.

Lamentaría sinceramente que semejante malentendido pudiera deslucir una gestión que dio un fuerte impulso a la reconstrucción del sistema de salud, que recupera programas desmantelados por la gestión anterior, como el Programa Nacional de Inmunizaciones que permitió Interrumpir el peor brote de sarampión de nuestra historia; que restableció el funcionamiento del Consejo Federal de Salud como órgano rector del Sistema; y que revalorizó institutos que resultaron fundamentales ante la pandemia, tales como la ANMAT y la ANLIS.

Debo reconocer que esta recuperación pudo lograrse gracias a la cancelación de las inmensas deudas que dejo impagas el gobierno anterior, que equivalían más de tres meses de presupuesto anual del Ministerio; a la duplicación en términos reales del presupuesto destinado a salud y a un aumento en las transferencias a las provincias que alcanzaron un valor seis veces mayor en comparación con el año 2009.

También esta breve pero intensa gestión se fortalecieron las áreas, programas y acciones vinculadas a géneros y diversidades, salud sexual y reproductiva, enfermedades no transmisibles y salud mental. Además, se jerarquizó y protegió a las trabajadoras y los trabajadores de salud mediante incentivos económicos y la creación de programas como el «Plan Nacional de Ciudado de Trabajadores y Trabajadoras de la Salud» y el Plan Nacional de Enfermería 20-2024″. Asimismo, se lanzó el programa IMPULSA para la aplicación de herramientas de salud digital que mejoran la equidad mediante la articulación federal y la integración de los sistemas de salud.

Respecto a la pandemia, la rápida respuesta del Ministerio pudo darse gracias a una inédita colaboración con los gobiernos provinciales y municipales, incluso aquellos cuyas autoridades pertenecen a distintos partidos políticos. Además, desde el primer momento el Estado Nacional proveyó sin demoras a la sociedad toda la información que disponía sobre la pandemia.

El Ministerio de Salud diseñó y llevó a cabo acciones de distinto tipo para dar respuesta a la pandemia, entre las que destacan el «Plan Estratégico Nacional para COVID-19»; la elaboración y la aprobación de recomendaciones y protocolos; la puesta en marcha del programa Detectar en el AMBA y luego del «Detectar Federal» en el resto de las provincias; la compra y distribución a las jurisdicciones de equipamiento médico, medicamentos, equipos de protección personal e insumos críticos de diagnóstico; el continuo apoyo técnico y la comunicación permanente con los gobiernos provinciales y las obras sociales; el fortalecimiento sector privado y de la seguridad social a través de subsidios, préstamo de respiradores y gestión coordinada de recursos; y la aprobación del «Plan Estratégico para la vacunación contra la COVID-19» para inmunizar al 100 de la población objetivo en forma escalonada, de acuerdo con la disponibilidad de las vacunas y la priorización de riesgo. Espero que los hechos que trascendieron en el día de hoy sirvan para que se pueda cumplir cabalmente con los criterios establecidos en ese Plan de Vacunación acordado con todas las gobernadoras y gobernadores.

Se fortaleció la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud Dr. Carlos G. Malbrán y la red de laboratorios. El Ministerio de Salud adquirió un total de 4 136 respiradores, lo que permitió incorporar 4.026 camas de unidades de terapia intensiva para adultos, produciendo un aumento extraordinario del 47%. Eso generó además un fuerte aumento de la equidad porque además de haberse priorizado las provincias que disponían con menos recursos, la participación del sector público en el total de camas de UTI adulto pasó del 28 al 40%. Hoy podemos decir con orgullo que el acceso y la calidad a la atención de pacientes con COVID-19 fue igualitaria en todo el país; la condición económica no fue obstáculo para ningún argentino o argentina.

Estas y otras acciones se inscribieron en un plan integral que buscó sumar recursos y articularlos de acuerdo con la situación epidemiológica de las zonas más comprometidas, sin poner en riesgo otras, ni disminuir su capacidad de respuesta.

Por último, el Ministerio de Salud organizo debates amplios y plurales con sociedades científicas, universidades y organizaciones de la sociedad civil, no solamente para acordar una política federal ante la pandemia, sino también para impulsar la sanción de la ley de acceso a la Interrupción Voluntaria del Embarazo y a la atención post aborto, y la ley de los mil días.

Aprovecho la oportunidad para seguir expresando mi gratitud a la inmensa mayoría del pueblo argentino por su compromiso y solidaridad en estas y otras políticas que sirvieron para reconstruir un sistema de salud con mucha mayor equidad, acceso y calidad que la que teníamos al asumir estas responsabilidades.

Por último, acuerdo con usted en las palabras que expreso hoy al presentar el Consejo Económico Social: el odio entre sectores nos ha dejado una sociedad profundamente injusta, profundamente desigual. Por mi parte hice todo lo posible por restablecer el diálogo. Sepa que a partir de ahora seguirá encontrándome en el mismo camino, mirando hacia el futuro y procurando la unidad de las argentinas y los argentinos para construir un país más libre, justo y soberano.

19 de febrero de 2021

Cristina Kirchner

Hoy, viernes 19 de febrero, es el sexagésimo octavo aniversario del nacimiento de la ex presidente de la nación Cristina Kirchner. Se trata de la dirigente política más relevante del país del siglo XXI. Nadie duda de ello. Ni siquiera sus peores detractores. Su liderazgo es tan potente que no admite términos medios: o se la ama o se la odia. Quienes la aman la consideran una reina y quienes la odian, la peor tragedia política de la Argentina contemporánea. Para hablar de Cristina Kirchner creo que es esencial tener en cuenta algo fundamental: es un ser humano con sus virtudes y sus defectos, sus miserias y sus noblezas. Adora ejercer el poder, siente fascinación por el mando, le encanta estar siempre en el candelero. Se considera superior a los demás y muy probablemente carezca de amistades genuinas. Sólo confía en sus hijos. Cree que es merecedora de una reivindicación por tantos años de persecución política y judicial. Su arrogancia exaspera y pareciera que le provoca un inmenso placer humillar a sus enemigos. Es incapaz de perdonar y jamás olvida lo que considera fue una traición. Para la oposición es el emblema de la corrupción al más alto nivel político. Eduardo Feinmann acaba de manifestar que al lado de Cristina (también de Néstor) Carlos Menem fue un simple punguista. Para quienes la adoran es una víctima del establishment que no le perdona su altanería y rebeldía.

Confieso que jamás imaginé que algún día el país sería gobernado por alguien como Cristina Kirchner. En primer lugar, por el solo hecho de ser mujer. No es que las mujeres no estén capacitadas para ser presidente. Obviamente que lo están pero en un país en el que siempre se consideró natural que la presidencia sea ejercida por un hombre, que una mujer llegue a la Rosada por el voto popular era algo inimaginable hasta no hace mucho tiempo. En segundo término, nunca antes la Argentina tuvo un presidente con semejante capacidad de resistencia, de estar siempre dispuesto a doblar la apuesta como Cristina Kirchner. Dicha cualidad quedó de manifiesto durante y a posteriori del conflicto con el campo. Durante cuatro meses soportó a pie firme la embestida del poder agropecuario y, pese a perder la crucial elección en el Senado, no bajó los brazos. Por el contrario, continuó gobernando con más bríos que nunca, lo que le permitió obtener la reelección en 2011.

Cristina Kirchner es una mujer sumamente inteligente. Además, posee una memoria prodigiosa. Por si ello no bastara es una excelente oradora. El problema es que, como mencioné más arriba, es mandona. No quiero imaginarme lo que debe ser Cristina Kirchner enojada. Tampoco me imagino lo que deber ser tenerla de enemiga. Pero gracias a su carácter de hierro fue presidenta por ocho años, todo un récord que seguramente será muy difícil de superar (me refiero a la posibilidad de que en el futuro una mujer sea capaz de ser presidente durante un período tan largo). Aunque nunca se sabe.

¿Cómo fue Cristina como presidenta? Aquí es imposible ser objetivo ya que las cuestiones afectiva e ideológica juegan un rol fundamental. Para quienes la aman fue una presidenta perfecta. Para quienes la odian fue lo más nocivo y horroroso de la historia argentina. Creo que su primera presidencia fue mejor que la segunda. Me parece que su ambición ilimitada de poder atentó contra sus chances de pasar a la historia como una gran presidenta. Si en lugar de haber pensado sólo en su reelección en 2015 hubiera gobernado, seguramente Macri no hubiera llegado a la presidencia. Pero al ver cerrado el camino a la presidencia de aquel año prefirió que fuera Macri y no Scioli su sucesor, especulando con que una desastrosa presidencia de Macri favorecería los planes de retorno del kirchnerismo. Los hechos terminaron dándole la razón.

¿Fue Cristina Kirchner una presidenta corrupta? Las causas judiciales en su contra son innumerables. Reitero: para la oposición es lo más corrupto que gobernó nuestro país y para el kirchnerismo es una perseguida política, una víctima del lawfare. Por mi parte, afirmo que no pongo las manos en el fuego por ningún político. Como ya no hay más un Lisandro de la Torre, un Arturo Illia o un Raúl Alfonsín, todos los políticos son sospechosos. Es por ello que lo mejor que podría hacer Cristina es someterse a la justicia. Si uno es inocente ¿qué problema hay en sentarse en el banquillo de los acusados? Pero como estamos en la Argentina no hay que desconocer que desde hace mucho tiempo el Poder Judicial goza de una pésima imagen pública. Cristina está segura de que si se sienta en el banquillo de los causados ante jueces de Comodoro Py o ligados a la corporación judicial, su suerte estará echada. ¿Ello significa que tomó la decisión de embestir contra dicha corporación para forzar que su situación judicial sea resuelta por jueces amigos? He aquí, precisamente, lo que teme la oposición. Como podrá observarse, se trata de un problema sumamente complejo. Si finalmente va a juicio oral y es absuelta la oposición dirá que los jueces arrugaron. Pero si es condenada dirá que los jueces dignificaron la Justicia. Por su parte, el kirchnerismo aplaudirá a los jueces si la absuelven y los acusará de atentar contra la democracia si la condenan.

Lo real y concreto es que Cristina Kirchner nunca pasó inadvertida y difícilmente será olvidada.

La increíble afirmación de Rogelio Frigerio

Rogelio Frigerio fue ministro del Interior durante el gobierno de Mauricio Macri. Dirigente moderado y preparado su palabra merece ser escuchada, especialmente si alude al gobierno de Cambiemos. En las últimas horas (19/2) declaró ante TN algo verdaderamente insólito: “el gobierno de la alianza Cambiemos fue el más débil del último siglo en Argentina”. ¿Fue el gobierno de Macri tan débil como lo pinta Frigerio? Creo que no.

Macri asumió el 10 de diciembre de 2015 con el apoyo concreto de casi el 52% del electorado. Estamos hablando de unos 13 millones de compatriotas. En el Congreso, si bien carecía de mayorías propias, demostró poseer una hábil cintura política para enhebrar acuerdos con gran parte de la oposición. Durante sus dos primeros años de gobierno el oficialismo siempre contó con el apoyo de varios legisladores del peronismo no kirchnerista, lo que le permitió aprobar sin mayores sobresaltos todos y cada uno de los proyectos de ley enviados por Macri. En un clima de escasa confrontación con la oposición la alianza Cambiemos logró una gran victoria electoral en las elecciones de medio término de 2017. Por primera vez en décadas el oficialismo no peronista lograba resonantes victorias en CABA, provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Mendoza, es decir en los principales distritos del país. En el territorio bonaerense un grisáceo candidato como Esteban Bullrich se dio el lujo de ganarle con bastante holgura nada más y nada menos que a la mismísima Cristina Kirchner, la dirigente opositora más importante. El oficialismo había emergido tras los comicios como la fuerza política más poderosa del país mientras que el peronismo había quedado a la defensiva, aturdido por un golpe muy duro.

El 23 de octubre de 2017 El País publicó un artículo en el que efectuaba una lúcida descripción de lo que dio en llamar una aplastante victoria de Macri en las urnas. Expresó el matutino español:

“Mauricio Macri acumulará después de las elecciones legislativas de este domingo un enorme poder en Argentina. Casi total. Su formación, Cambiemos, se ha convertido en el centro de toda la política en el país austral con una victoria aplastante, por encima de las expectativas. El escrutinio oficial convierte a Cambiemos en el principal partido de Argentina, sustituyendo así al peronismo como eje de la política local.

Las victorias en los cinco grandes distritos colocan a Macri en una posición de poder inédita desde 1985, la última vez que un presidente, también no peronista, Raúl Alfonsín, logró arrasar de forma tan contundente en unas elecciones legislativas de medio término. Cambiemos ganó incluso por cuatro puntos de ventaja en Buenos Aires, la provincia donde se presentaba la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, que sufre una durísima derrota que podría marcar el principio del fin de su exitosa carrera política.

La fiesta se desató desde el primer momento del recuento en el búnker macrista, en Buenos Aires, con baile, globos y cánticos de «no vuelven más», en referencia a los kirchneristas, mientras en el lugar de concentración de los peronistas, en el conurbano, se imponía el silencio a la espera de un giro de última hora en el recuento durante la madrugada que nunca llegó. Con el 99% de los votos escrutados, el candidato de Macri, Esteban Bullrich, obtuvo el 41,38% de apoyos contra el 37,25% de Cristina. Casi 400.000 votos de diferencia.

Macri fue el último de la noche en hablar, después de Cristina Kirchner. «Hoy ganó la certeza de que podemos cambiar la historia para siempre. Queremos lograr algo grande, un país decidido a hacer las cosas bien. Y esto es sólo el principio, recién estamos empezando a transformar la Argentina», dijo el Presidente. «Este año estamos creciendo, y el próximo creceremos más y el otro aún más. El sueño compartido es sacar a todos los argentinos de la pobreza. Somos la generación que está cambiando la historia, nos animamos a decir basta con él no se puede. Los argentinos somos imparables», agregó eufórico.

Antes, en Sarandí, Kirchner dejó en claro que no leyó los resultados como una derrota. «Unidad Ciudadana ha sumado en estas elecciones más votos que en las Paso. Hemos sido capaces de crecer y de enfrentar a la más enorme concentración de poder de la que se tenga memoria», dijo Kirchner a los seguidores que la esperaron casi hasta la medianoche. «Unidad Ciudana emerge como la oposición más firme a este Gobierno. Será la base de la construcción de la alternativa a este Gobierno. Aquí no se acaba nada, hoy aquí empieza todo», agregó, en un claro mensaje a los peronistas, en plena batalla interna por el poder. Ella no piensa irse. Tendrán que disputarle el liderazgo metro a metro.

Nada parece afectar la ola a favor de Macri que se ha impuesto en los últimos meses en Argentina. Ni la crisis económica, que empieza a remitir ligeramente pero aún golpea duro a los sectores más débiles de la sociedad, que siguen sufriendo la peor inflación de América Latina después de Venezuela, ni el hallazgo del cadáver de Santiago Maldonado, el último desaparecido argentino. Los argentinos, en especial la clase media urbana y la gente que vive del campo, muy beneficiado por la bajada de impuestos, parecen decididos a darle una oportunidad a Macri después de 13 años de kirchnerismo.

El presidente arrancó su mandato en 2015 con una victoria por la mínima, de menos de tres puntos, y una minoría compleja en el Parlamento. Pero poco a poco, con errores y altibajos, y con un 2016 de datos económicos pésimos y aumento de la pobreza, ha ido imponiendo su agenda de cambio y sobre todo la confianza de que el futuro podrá ser mejor si le dan tiempo para gobernar.

Este apoyo de las clases medias urbanas y también de una parte de las clases bajas, antes corazón del voto peronista, ha llevado a Macri a ganar en Córdoba, Santa Fe, Mendoza, la provincia de Buenos Aires y a arrasar en la capital, su feudo natural, con más del 50% de los votos. Pero aún más sorprendente son victorias en lugares como Salta, donde gobierna una de las promesas de renovación del peronismo, Juan Manuel Urtubey, en el Chaco e incluso en La Rioja, donde se presentaba el histórico cacique local y expresidente Carlos Menem. El hundimiento del peronismo es generalizado y solo resiste en una pocas provincias empobrecidas, con la excepción de San Luis, donde los históricos caciques, los Rodríguez Saá, lograron ganar contra pronóstico. Macri arrasa hasta en Santa Cruz, la tierra de los Kirchner.

Cristina, gran protagonista de la campaña con su decisión de volver a dar entrevistas y ofrecer mítines multitudinarios que el macrismo jamás podría organizar, parecía derrotada con las últimas encuestas. Pero en la recta final apareció el caso de Santiago Maldonado, que conmocionó al país y llevó al voto en un ambiente enrarecido. El hallazgo del cadáver de este joven de 28 años, que desapareció durante una operación policial de represión a unos mapuches en la Patagonia, desarmó todas las previsiones e hizo al kirchnerismo soñar con darle la vuelta a las encuestas. Pero no lo logró, al contrario, sufrió una derrota durísima.

La jornada amaneció soleada en casi todo el país, en una fría primavera, y eso facilitó una votación más tranquila de lo esperado en un día clave que consolida definitivamente el giro iniciado por Argentina en 2015, tras 13 años de kirchnerismo.

El peronismo entra ahora en una batalla total por la sucesión en la que prácticamente todos están debilitados, porque solo el gobernador de San Juan, Sergio Uñac, entre los posibles candidatos al liderazgo, logró ganar.

Los datos cambian por completo el panorama político argentino, dominado en los últimos 70 años, con altibajos, por un actor central, el peronismo, que ahora queda tan tocado que no está claro cómo podría volver al poder en breve. Hacer previsiones en Argentina es inviable, por su volatilidad, pero todo indica que Macri ha venido para quedarse y consolidarse como referente por muchos años. Y detrás de él ya tiene incluso posibles sucesores definidos, como la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, una de las grandes ganadoras de la noche, o Marcos Peña, su jefe de Gabinete y mano derecha, que una vez más dirigió con éxito la campaña. El macrismo era hace poco un grupo pequeño de poder local y ahora se consolida como el eje de toda la política argentina”.

La lectura del artículo no admite ningún tipo de duda. A fines de 2017 la alianza Cambiemos pasaba a ser la fuerza política más importante de la Argentina y Macri el político más poderoso. La situación se asemejaba a la de 1985 cuando el radicalismo gobernante obtuvo una gran victoria sobre el peronismo en las legislativas de aquel año. ¿Cómo puede decir Frigerio que la alianza Cambiemos fue el gobierno más débil del siglo XXI? ¿Se olvidó de la victoria de 2017? La historia es contundente. Las urnas le habían dado un fenomenal espaldarazo a Macri. Lo mismo había pasado con Alfonsín. Lamentablemente, Macri hizo lo mismo que Alfonsín luego de llegar a la cima del Olimpo: desperdició una oportunidad histórica.

A fines de 2017 Macri tenía todo servido para pasar a la historia como el presidente que fue capaz de sentar las bases de una Argentina próspera, pujante, desarrollada. Era el momento propicio para convocar a la oposición a enhebrar políticas de Estado que sacaran a los argentinos del atraso y la decadencia. El peronismo se hubiera prestado gustoso a semejante convite por una simple y contundente razón: otra no le quedaba. ¿Qué hizo finalmente Macri? Dominado por su soberbia se encerró en sí mismo creyendo que no necesitaba a nadie para gobernar, salvo Marco Peña y quizá Rodríguez Larreta y Vidal. Le pudo haber dado mayor protagonismo al radicalismo cuya estructura nacional le permitió ganar tanto en 2015 como en 2017. Pudo haber ampliado la alianza Cambiemos. Hizo lo contrario. Así le fue.

En dos años Cambiemos pasó de ser el eje de la política nacional a una fuerza derrotada por un peronismo que finalmente había comprendido que sólo unido podía retornar al poder. En las PASO y la primera vuelta de 2019 no ganó el FdT sino que perdió JpC. En realidad, perdió Mauricio Macri. La posibilidad de dar una vuelta de página definitiva a nuestra historia de desencuentros y feroces antagonismos se había perdido.

¿Se viene la amnistía?

En su edición del día de la fecha (17/2) Clarín publicó una noticia que no sorprende pero que, si se llegara a efectivizar, provocaría un tsunami político e institucional de consecuencias impredecibles. El kirchnerismo duro, es decir, La Cámpora, estaría ejerciendo una fuerte presión sobre el presidente de la nación para que efectivice la amnistía de los presos kirchneristas considerados por dicha agrupación “presos políticos”. Los más emblemáticos son el ex vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, y el polifuncional ministro kirchnerista Julio de Vido. Tal como lo sostiene la doctrina la amnistía implica el olvido de delitos políticos cometidos por quienes están presos. Ricardo Balbín en la década del cincuenta y Carlos Menem en los setenta son claros ejemplos, entre tantos otros, de presos políticos. Dichos dirigentes sufrieron la pérdida de su libertad por estar en la vereda de enfrente del régimen que imperaba en esos momentos. No es el caso, me parece, de Boudou y De Vido. Ellos no son presos políticos sino vulgares delincuentes comunes que la providencia quiso que ocuparan altos cargos de gobierno. La Justicia los condenó no por sus ideas políticas sino por haber cometido hechos ilícitos. En consecuencia, si Alberto Fernández llegara a amnistiarlos cometería una atrocidad jurídica ya que estaría reconociendo un acto total y absolutamente arbitrario, estaría a favor del olvido de conductas delincuenciales.

Ahora bien ¿por qué el kirchnerismo presiona para que el presidente cometa semejante barbaridad? Puede ser que considere que efectivamente se trata de presos políticos, de dirigentes detenidos por el macrismo por ser kirchneristas. En la vereda de enfrente los dirigentes macristas no se cansan de manifestar que estos personajes son delincuentes comunes que fueron condenados por la justicia en todos sus niveles. Una vez más, la ideología mete la cola. Esta vez en un asunto extremadamente delicado. Porque, en definitiva, están en juego la libertad y el honor de los condenados. Para los K Boudou, De Vido y compañía son víctimas de la justicia macrista. Para los anti K son vulgares ladrones. Para los K son víctimas de la venganza del macrismo. Para los anti K la justicia estuvo a la altura de las circunstancias. Para los K fueron víctimas del lawfare. Para los anti K el lawfare es un invento. ¿En qué quedamos, entonces? ¿Son presos políticos o políticos presos? Es tal la profundidad de la grieta que no aparece al final del túnel la luz capaz de iluminar el camino.

Emerge en toda su magnitud uno de los más graves problemas que aquejan a la Argentina: la ausencia de un Poder Judicial independiente, confiable, digno. Si hubiera jueces como Lisandro de la Torre esta discusión carecería de sentido. Pero los jueces, al menos un buen número, lejos están de ser Lisandro de la Torre. Los jueces que condenaron a Boudou, De Vido y compañía son considerados próceres por los anti K y demonios por los K. Hace un tiempo Julio De Vido dijo una frase que quedará registrada en los libros de historia: “No puede ser que en un gobierno peronista haya peronistas presos”. Si los hay es porque son presos políticos. Ello significa que si un peronista que ocupó un altísimo cargo durante un gobierno peronista cometió un sinnúmero de ilícitos y la justicia lo condena durante un gobierno no peronista, automáticamente pasa a ser un preso político. No importa si los jueces que lo condenaron actuaron conforme a derecho. El sólo hecho de haber tomado la decisión de condenarlo constituye un acto imperdonable, aunque esté probada la culpabilidad del condenado.

Dijo el General una vez: “para un peronista no hay nada mejor que otro peronista”. En consecuencia, ningún gobierno peronista puede permitir que haya compañeros presos. Si lo hace traiciona al peronismo. No importa que esos compañeros sean delincuentes comunes. Son peronistas y punto. El gobierno peronista tiene la obligación moral de protegerlos, de dejarlos en libertad, de indultarlos o amnistiarlos. Hasta ahora, Alberto Fernández se niega a cualquier indulto o amnistía. Para el kirchnerismo está traicionando al peronismo. En algún momento el presidente deberá tomar una decisión definitiva. ¿Se atreverá?

Ira incontenible

Los votantes de Cambiemos no logran contener su ira. Hace poco tuve ocasión de leer un tuit de una señora que reconocía que el retorno de Cristina al poder le provocó un enojo gigantesco, imposible de controlar. La culpa, señalan los antikirchneristas con el clásico dedo acusador, la tiene esa inmensa marea humana carente de educación, fácilmente manipulable, haragana e idiota. ¿Cómo es posible, preguntan en voz alta, que el pueblo no haya sido capaz de valorar a Mauricio Macri, un presidente que fue capaz de reinsertar al país en el mundo civilizado? Si continuamos de esta manera, vociferan, inexorablemente terminaremos como Venezuela.

El diagnóstico es muy simple: Cristina volvió porque el 48% del electorado es incapaz de tener pensamiento propio. Lo primero que cabe acotar es que dicho estado de ánimo es perfectamente entendible. Para el electorado antikirchnerista los doce años y medio del matrimonio Kirchner en el poder fueron absolutamente insoportables. Desde que Néstor Kirchner asumió fue incubándose un odio en esa franja de la población que estalló durante el conflicto por la 125. Confieso que en ese momento no podía creer que hubiera tantos argentinos y argentinas carcomidos por ese nefasto sentimiento. Mientras escribo esta reflexión me vienen a la memoria aquellas señoras que enarbolaban pancartas con el dibujo de Cristina ahorcada.

Para este sector social el kirchnerismo es un virus sumamente nocivo que debe ser eliminado. Encontraron en Mauricio Macri el antídoto adecuado. Es fácil imaginar con qué alivio habrán recibido la confirmación del triunfo de Macri en el balotaje de 2015. “¡Por fin se fue la yegua!”, habrán exclamado esa noche millones de compatriotas. El país empezaba a curarse. Con el triunfo de Macri en las elecciones de medio término de 2017 llegaron a la conclusión de que el virus kirchnerista se estaba extinguiendo. En 2019 las urnas pusieron en evidencia que ese virus estaba más “saludable” que nunca. La jugada de Cristina había dado resultado. Alberto Fernández fue elegido presidente y Cristina retornó al poder.

Lo que sucedió en 2019 fue, parafraseando al gran García Márquez, la crónica de una derrota anunciada. En la mayoría de las elecciones anticipadas quedó en evidencia el duro retroceso del macrismo y el avance del kirchnerismo. Pero fue en las PASO donde el gobierno recibió el golpe final. Ese domingo a la noche Macri reconoció la dura derrota que había sufrido (50% a 32%). En ese momento la ira se debe haber apoderado de millones de hogares. La elección presidencial de octubre no hizo más que confirmar lo que sucedió en agosto. El 10 de diciembre Macri se fue y entró Alberto Fernández. Desde el momento en que el flamante presidente pronunció el clásico discurso de apertura de las sesiones ordinarias el antikirchnerismo reza todos los días para que la pesadilla termine lo antes posible. Seguramente cuando en octubre pasado el dólar llegó a valer 200$ dio por sentada la caída del gobierno. Pero Alberto logró ahogar el festejo.

Creo que en algún momento los votantes de JpC deberán serenarse y reflexionar sobre el retorno de Cristina. Algún día deberán reconocer que el principal responsable de que Cristina esté a cargo del Senado de la nación no es otro que Mauricio Macri. Su gobierno, especialmente a partir de su gran victoria de 2017, fue sencillamente espantoso. Lo único que hizo fue entregarse de pies y manos al FMI dada su incapacidad para manejar con racionalidad los recursos del Estado. El electorado votó a Alberto para castigar a Macri, así como en 2015 votó a Macri para castigar a Cristina. Estoy seguro de que muchos de quienes votaron a Macri en 2015 votaron a Alberto en 2019. Es cierto que el pueblo a veces se equivoca pero también lo es que lejos está de ser una masa amorfa, como hoy proclaman los antikirchneristas. Es por ello que en lugar de descerrajar su ira sobre el pueblo deberían hacer un esfuerzo y reconocer los errores y horrores del gobierno de Macri, gran responsable de la profunda crisis que hoy afecta al país.

El contraataque de la corporación judicial

La muerte de Carlos Menem hizo que la sociedad olvidara por un rato la compleja relación existente entre el gobierno y el poder judicial. El 10 la Corte Suprema le propinó al oficialismo un duro golpe. Por unanimidad, el máximo tribunal ratificó la pena a dos años de prisión contra Milagro Sala por amenazar a un grupo de policías en octubre de 2014. Según los supremos “Contrariamente a lo afirmado por la defensa, la sentencia apelada examinó las cuestiones sometidas a su conocimiento”. “Resulta un claro déficit de fundamentación del recurso que el agravio se haya presentado a partir de premisas abstractas y genéricas”. El 13 de octubre de aquel año María Belén Vargas denunció que una mujer efectuaba ventas de ropa interior en una feria de la capital jujeña que, según ella, le había robado a su madre. A raíz de la disputa la propia María Belén quedó detenida. A raíz de ello la madre le pidió a Sala que hiciera algo por su hija. Según la acusación Sala amenazó a dos policías de la Comisaría Seccional número 56, dependiente de la Unidad Regional número 7. Al comunicarse telefónicamente con la seccional bramó: “Son una manga de maricones y ya van a tener noticias porque voy a poner una bomba y voy a hacer volar a todos”. Llevada a juicio en diciembre de 2017 el Tribunal en lo Criminal 2 decidió absolverla en base al principio de la duda. Tiempo después la Cámara de Casación revocó esa decisión y decidió aplicarle una condena de tres años y dos meses de prisión por el delito de amenazas. Dicha sentencia fue confirmada en 2019 por el Tribunal Superior de justicia jujeño pero redujo la pena a dos años. La defensa de Sala apeló el fallo a la Corte Suprema pero ésta decidió la semana pasada respaldar a la Corte de Jujuy (fuente: Infobae, 11/2/021).

Al día siguiente el gobierno recibió otro mandoble de la justicia. En un fallo dividido la Cámara Federal de Acusación Penal resolvió que la causa por espionaje ilegal se investigue definitivamente en los tribunales de Comodoro Py, ámbito en el que el macrismo se siente cómodo. En consecuencia la investigación quedará a cargo del fiscal involucrado desde el principio en otra causa que se vincula con el espionaje ilegal durante el gobierno de Macri: Carlos Stornelli. Para que el triunfo macrista sea completo la justicia resolvió que la jueza a cargo de la causa sea María Eugenia Capuchetti, vinculada a Daniel Angelici. Los magistrados Mariano Borinski y Carlos Carbajo consideraron que “el núcleo del espionaje ilegal investigado” habría sido la CABA. “De la descripción de la plataforma fáctica del caso se desprende que su núcleo se habría cometido en la ciudad de Buenos aires, sede de la AFI y de los domicilios supuestamente espiados”, con algunas ramificaciones en el conurbano (fuente: La Política Online, 12/2/021).

La reacción del presidente no se hizo esperar. A través del tuit expresó su bronca e indignación: “Es difícil una mejor democracia y una República más sólida con jueces que acuden en socorro de sus mandantes políticos o corporativos”. “Es imperioso abordar cambios que le devuelvan a la Justicia el prestigio que unos pocos jueces y fiscales le han hecho perder”. Por su parte, Marcela Losardo, Ministra de Justicia, publicó una dura reflexión sobre el funcionamiento de la justicia. Expresó lo siguiente:

«El sentido de Justicia está en duda entre nosotros. Las encuestas dan cuenta que una inmensa mayoría de los argentinos se muestran críticos y escépticos ante el proceder del Poder Judicial y de sus miembros. Hoy sabemos que hubo jueces que acordaban y preanunciaban sus fallos con el presidente de entonces, que jugaban al tenis con él mientras perseguían a sus opositores con argucias legales y que siempre se han negado a hacer público su patrimonio. Semejante contexto, que se profundiza con detenciones arbitrarias y juicios que se prolongan en el tiempo sin que se obtengan sentencias jurídicas razonadas, hacen que la República se degrade inexorablemente. El Presidente Alberto Fernández se comprometió a poner fin a los sótanos de la democracia. Así, los servicios de inteligencia ya no operan en tribunales, propuso al Congreso Nacional una reformulación de la Justicia Federal y analiza las propuestas de reforma de un comité de juristas. Es más que evidente que quienes gobernaron el país inmediatamente antes que nosotros, consolidaron una justicia que los protege y les evita el deber de rendir cuentas por sus inconductas públicas. La “Mesa Judicial” existió y dió los resultados que sus miembros buscaban.

Todo ello ocurre con la anuencia de un conjunto de medios que tapan aquellas inconductas y que justifican que el juzgamiento de las mismas quede en manos de los fiscales y jueces que se han asociado a los propósitos de aquél gobierno. La soberbia con la que esos jueces y fiscales se mueven solo se explica por la protección política de la oposición y el discurso mediático que va en su auxilio para encubrirlos. Es insólito que, ante tantas evidencias, ni siquiera tengan el buen tino de excusarse. Ver qué un fiscal procesado, que participó en delitos atribuidos a un irregular agente de inteligencia y que está sospechado de presionar con fines de persecución política, sea hoy el encargado de investigar el espionaje del gobierno al que sirvió, causa una profunda indignación. Argentina necesita jueces que vuelvan a ocupar el lugar que la República les reclama. Jueces decentes y capaces, que dejen de servir al poder político de turno, que no cedan a las presiones corporativos y que se dediquen simplemente a impartir justicia. Si la sociedad argentina no asume la gravedad que representa que el sistema judicial, tras la falsa invocación de su independencia, siga adelante con tan nocivas prácticas, solo acabará enfrentándose a una nueva y tremenda frustración Ya es hora de poner ética y rectitud allí donde evidentemente esos valores han sido dejando de lado. Es hora de abordar las transformaciones necesarias para garantizar una buena administración de justicia. Si no lo hacemos, los títulos de los diarios seguirán contándonos cómo los impunes opositores y sus amanuenses se burlan de nosotros” (fuente: Luciana Bertoia, Página/12, 12/2/021).

Carlos Menem y una escandalosa verdad a medias

El fallecimiento de quien fuera presidente de la nación entre el 8 de julio de 1989 y el 10 de diciembre de 1999 conmocionó al país. Luego de Julio Argentino Roca fue quien más tiempo ejerció la máxima magistratura del país. Como todo ser humano tuvo sus virtudes y sus defectos. Durante su permanencia en la Rosada ejerció el poder con mano de hierro. Para sus seguidores fue un presidente extraordinario y para sus adversarios la reencarnación del mismísimo demonio. Su innegable carisma despertó fuertes pasiones encontradas, antagónicas. Pero como sucede con todo ser biológico le llegó la hora. Aquí surge una pregunta que todos nos formulamos: ¿absuelve la muerte? Expresado en otros términos: ¿el hecho de morir obliga moralmente a olvidar las tropelías que el muerto cometió en vida? ¿Es ético presentar al muerto como un descendiente de San Francisco de Asís cuando en vida fue su antítesis? Creo que no lo es. Creo que la muerte no absuelve. Creo que es ético, aunque resulte chocante, decir la verdad sobre una persona que acaba de morir, especialmente si se trata de alguien políticamente tan relevante como lo fue Carlos Menem.

Lamentablemente durante toda la jornada de ayer (14/2/021) todos los canales de cable repitieron hasta el hartazgo una mentira escandalosa: que Menem fue un buen presidente cuya principal preocupación fue unir a los argentinos. Algunos, como el senador Miguel Angel Pichetto, tuvo el tupé de decir vía twitter que Menem fue un buen tipo o, si se prefiere, una persona querible. Pero quien ganó el premio a la hipocresía fue el presidente de la nación quien en un tuit expresó lo siguiente: “Con profundo pesar supe de la muerte de Carlos Saúl Menem. Siempre elegido en democracia, fue gobernador de La Rioja, Presidente de la Nación y Senador Nacional. En dictadura fue perseguido y encarcelado. Vaya todo mi cariño a Zulema, a Zulemita y a todos los que hoy lo lloran”. Se trata de una escandalosa verdad a medias que no hace más que falsificar la historia con el evidente propósito de sacar el mayor rédito posible.

Lo que dice Alberto Fernández es cierto. Efectivamente, Menem fue perseguido y encarcelado por las fuerzas armadas. Estuvo ilegalmente detenido entre 1976 y 1981. También fue elegido, por decisión del pueblo, gobernador de La Rioja, dos veces presidente de la nación y senador nacional por su provincia natal. Escrito de manera tan escueta y contundente pareciera que Carlos Menem fue un mártir de la democracia, un héroe que, pese a haber sufrido en carne propia las arbitrariedades de la dictadura militar, finalmente fue reconocido por un pueblo que lo premió con la presidencia y luego con la senaduría. Pero se trata, reitero, de una verdad a medias.

Lo de su detención en la época de la dictadura no admite discusión alguna. Pero sí cabe desmenuzar su segunda afirmación. Es cierto que Menem llegó a la presidencia por el voto popular. Su legitimidad de origen es indubitable. Pero si sólo se remarca este hecho pareciera ser que fue un gran presidente por el sólo hecho de haber llegado al poder a través de las urnas. Expresado en términos propios de la ciencia política: Alberto Fernández destaca la legitimidad de origen de Menem pero hace caso omiso de la legitimidad de ejercicio, es decir, de la manera en que Menem gobernó. Aquí entramos en el terreno de las valoraciones ideológicas, es decir, de lo subjetivo. Pero en el caso de Alberto Fernández lo notable es que en su tuit no hace mención alguna de su accionar como presidente. Se limita, reitero, a ensalzar su legitimidad de origen. Siempre es bueno recordar que Adolph Hitler llegó al poder elegido por el pueblo, es decir tuvo legitimidad de origen.

¿Fue Carlos Menem un demócrata, como lo vienen pintando desde los grandes medios inmediatamente después de conocida la noticia de su fallecimiento? Vayamos a los hechos. Luego de asumir impuso un inédito proceso de privatizaciones de todas las empresas estatales. El pueblo aceptó mansamente esa decisión por una simple y contundente razón: en aquella época las empresas estatales eran el símbolo de la desidia y la ineficacia, por decirlo suavemente. Apoyado desde la televisión por quien fuera un ministro de propaganda en las sombras, Bernardo Neustadt, Carlos Menem privatizó todo lo que oliera a estatal. Ese proceso no fue más que un feroz saqueo de las arcas del estado, tal como lo analiza magistralmente María Seoane en su esclarecedor libro “El saqueo de la Argentina”. Se trató del caso más grave de corrupción institucional de la historia. Menem siempre fue consciente de ello y permitió que sucediera. En otras palabras: fue cómplice de ese saqueo gigantesco. ¿Se puede decir sin ruborizarse que Menem fue un gran demócrata cuando permitió semejante vandalismo?

Pero hubo otros hechos mucho más graves. Me refiero a las voladuras de la embajada de Israel en 1992, de la Amia en 1994 y de Río Tercero en 1995. El 29 de marzo de 1992 la embajada de Israel fue demolida por un poderoso artefacto explosivo. Murieron unas 30 personas y centenares resultaron heridas, muchas de ellas gravemente. Dos años más tarde, exactamente el 18 de julio, una tremenda explosión derrumbó el edificio de la Amia. Murieron 85 personas y hubo centenares de heridos, muchos de ellos de extrema gravedad. Jamás se supo quiénes fueron los autores intelectuales y materiales del primer atentado. El atentado cayó en el olvido con el paso del tiempo. Tal es así que probablemente las nuevas generaciones ignoren ese hecho. Pero sucedió. Carlos Menem jamás movió un dedo por intentar esclarecerlo. En 1994 se produjo lo de la Amia. Menem, una vez más, se cruzó de brazos. Al año siguiente, exactamente el 3 de noviembre, tres detonaciones en la Fábrica militar de Río Tercero mataron a 7 personas e hirieron a más de trescientas. Recién en 2013 Carlos Ochoa, juez federal de Río Cuarto, proceso a Carlos Menem. Según el magistrado, en dicha planta se concentraba el armamento que enviaba el ejército antes de ser contrabandeado a Croacia y Ecuador entre 1991 y 1995, y en esas explosiones hubo un intento por eliminar pruebas del contrabando justo cuando la justicia federal de Buenos Aires avanzaba en la investigación de ese delito.

Pero lo más tremendo tuvo lugar también en 1995 pero el 15 de marzo. Ese día Carlos Menem Jr. piloteaba un helicóptero en compañía de Oldrá. Al llegar a San Nicolás, según versiones oficiales, el helicóptero se enredó con cables y se precipitó al suelo. Luego de varias horas de agonía fallecieron el hijo presidencial y Oldrá. ¿Se trató de un accidente o fue un atentado, como siempre sostuvo Zulema Yoma, madre del malogrado Menem Jr? Hasta el día de hoy siguen las dudas. Lo real y concreto es que después del luctuoso hecho varios testigos murieron en extrañas circunstancias. Tiempo después el propio Menem le dio la razón a su esposa. Se trató de un magnicidio, de un hecho gravísimo que, increíblemente, cayó en el olvido. Pero sucedió. Los responsables jamás fueron encontrados. Es más, ni siquiera hubo una investigación. Quedó dramáticamente en evidencia la impunidad que reinaba en ese entonces-sigue reinando, cabe reconocer-en la Argentina. Si el hijo del presidente Carlos Menem fue asesinado y ese asesinato quedó impune ¿cabe hablar de democracia o, si se prefiere, de estado de derecho?

Fue muy impresionante escuchar por televisión al ex presidente Eduardo Duhalde en el velorio de Menem. Se mostraba acongojado por la muerte de quien, manifestó, fue un amigo de toda la vida. Realmente Duhalde demostró poseer grandes cualidades para el drama. Porque la verdad es que Menem y Duhalde jamás se toleraron. Ello explica la decisión de Menem de desprenderse de Duhalde apenas comenzada su primera presidencia. El pretexto fue que Duhalde era el mejor candidato para competir por la gobernación bonaerense en 1991. Años después, cuando Duhalde había dicho públicamente que estaba en contra de una segunda reelección de Menem, apareció el cadáver carbonizado de José Luis Cabezas en Pinamar. Fue en el verano de 1997. Si bien hubo condenas para los autores materiales jamás se supo quién fue el autor intelectual. Tiempo después Alfredo Yabrán, fotografiado por Cabezas, se suicidó en Entre Ríos. En 1999 Duhalde compitió por la presidencia. La prescindencia de Menem fue absoluta. Resultado: ganó Fernando de la Rúa. En la intimidad Menem debe haber festejado con champagne al enterarse de la derrota de su enemigo íntimo. En 2003 Duhalde tuvo su revancha al impedir, mediante una hábil jugada política, el retorno de Menem a la Rosada. Con amigos así, no se necesitan enemigos.

Sin embargo, para Alberto Fernández sólo importa el hecho, relevante por cierto, de que Menem llegó a la Rosada por decisión popular. Lo demás es irrelevante…

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