Por Carlos Tórtora.-

La contundente renuncia de Cristina Kirchner a cualquier postulación electoral deja dudas. Bien podría tratarse de una maniobra dilatoria para que el peronismo llegue a la conclusión de que sólo la candidatura de ella es viable y se desate un operativo clamor a lo largo y ancho del país. En ese caso ella podría, ante el reclamo popular, renuncias a su renunciamiento y subirse al ring nuevamente. La forma en la que habló sugiere cierto tono de desafío al peronismo en su conjunto. Algo así como “ahora los quiero ver sin mí”.

Pero lo indudable es que al menos en las próximas semanas no habrá Cristina candidata y el panorama se presenta de lo más extraño.

Uno al que se le brinda una oportunidad es a Alberto Fernández, que venía insistiendo en su alternativa de ser candidato. El renunciamiento de ella le abre al presidente la chance de entrar en carrera aunque los números no le den en lo más mínimo. Probablemente Alberto insista en la conveniencia de realizar una PASO que le otorgue un consenso amplio al vencedor. Aunque mantuviera su renunciamiento, es difícil pensar que no apoye a un candidato y éste no sería en ningún caso Alberto. El otro que asoma automáticamente es Sergio Massa, que no puede por ahora salirse de su rol ministerial sin que se le escape de las manos el control de la política económica.

Pocos y flojos candidatos

Después de 20 años de kirchnerismo imponiéndole el silencio y el acatamiento a la dirigencia partidaria, no es de extrañar que casi no haya presidenciables en las filas del PJ. Muy cerca de Cristina está el chaqueño Jorge Capitanich, que no tiene suficiente consenso entre los gobernadores. Ya fuera del kirchnerismo, está también el sanjuanino Sergio Uñac, cuya candidatura implicaría un corrimiento del peronismo hacia el centro. Y no hay mucho más, porque es impensable que Eduardo Wado de Pedro tenga perfil como para competir. Siempre está la alternativa de Axel Kicillof, que sería el fiel exponente de ella, aunque dejaría el vacío en Buenos Aires que aspiraría a cubrir Martín Insaurralde.

Es verdad que la política tiene horror al vacío y que el renunciamiento obliga a que haya candidatos. Pero no es menos cierto que son pocos los que le creen a Cristina. Muchos suponen que el renunciamiento es para desatar una competencia entre candidaturas débiles y que luego todo vuelva a Cristina.

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