Por Carlos Tórtora.-

El paro general dispuesto por la CGT para hoy es una presión importante sobre los diputados opositores justo cuando deben definirse los dictámenes de comisión por la ley ómnibus. Dando por hecho que el paro será un éxito, Javier Milei tiene poderosas razones para necesitar balancear la ofensiva sindical con un aval del Congreso a la política económica: o sea, la media sanción de la ley.

No es un secreto que las continuas marchas y contramarchas del proyecto llevaron al presidente al borde de patear el tablero. Esto es desistir del proyecto y manejarse en todo lo posible con nuevos DNU. Pero la sumatoria del paro más la ruptura con el Congreso hubieran dejado al gobierno sumamente debilitado. Así es que Milei está cultivando una paciencia que no tiene para llegar a un acuerdo para la media sanción.

Un camino largo

Mientras tanto, la cúpula gremial, empujada por los Moyano, haría a partir de hoy un balance de la situación. La realidad es que el problema central lo tiene la CGT con el mega DNU y no con la ley ómnibus, porque aquel es el que golpea los derechos gremiales. Así que la presión sindical sería a partir de ahora para que el Congreso derogue la norma o la Corte Suprema la declare inconstitucional. Lo primero está por verse, ya que el oficialismo, por lo menos en el Senado, podría llegar a conseguir que el mega DNU sea aprobado. Y siguiendo una antigua tradición, es difícil que la Corte le aseste un golpe de esta magnitud a un gobierno que recién asumió. Los sindicalistas se conformarían con que el máximo tribunal ratifique la inconstitucionalidad del capítulo cuarto del Decreto, dictada por la Cámara Nacional del Trabajo.

En el largo camino para un fallo de Corte, la CGT pondría en marcha un plan de lucha con el apoyo de los movimientos sociales y de la izquierda.

Para evitar el aislamiento y en tanto Milei cuente con altos niveles de imagen positiva, los sindicalistas se aferrarían a su alianza con la dirigencia política opositora.

Si consigue la media sanción de la ley ómnibus, Milei tendría entonces oxígeno como para polarizar con la CGT, aprovechando los problemas de imagen que ésta tiene.

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