Por Sebastián Dumont.-

Ávidos de recursos para llegar a fin de mes, los intendentes del conurbano presionan al gobierno de María Eugenia Vidal para poder acceder a esos fondos. La semana pasada, la gobernadora encabezó la primera cita cara a cara con ellos, y luego se fueron produciendo encuentros más pequeños con los funcionarios del área económica, para poder acercar posiciones y ver en qué condiciones está cada una de las comunas.

Lejos de aflojarse la tensión, en algunos casos hubo jefes comunales que debieron bajar la mirada y aceptar que su realidad no es tan grave como querían hacer notar. A río revuelto, ganancia de pescadores.

Hernán Lacunza es el encargado del área económica de la provincia de Buenos Aires y quien lleva adelante la relación con los intendentes. Otro es Alex Campbell, quien desde la secretaría de asuntos municipales toma contacto con los alcaldes.

Para sorpresa de varios nuevos alcaldes, cuando cada uno exponía su “delicada” situación, se encontró con un ministro muy duro en cuanto a los números y a las realidades que cada uno de ellos contaba. Es decir, tenía información muy precisa de la situación financiera de las comunas, como de cuánta plata había en el banco.

Para graficar esta situación, uno de los jefes comunales nuevos de la primera sección electoral, que incluso fue candidato de Cambiemos, estaba despotricando como loco por la situación heredada de un ex intendente kirchnerista, cuando el ministro lo paró en seco: “En la cuenta hay 65 millones; con eso podés pagar los sueldos sin problemas; no hagas tanto estamento”, palabras más, palabras menos, ese fue el diálogo. Según testigos presenciales, otros jóvenes y novatos intendentes bajaron la vista y reformularon sus peticiones. Le bajaron el tono.

Es verdad que muchos municipios quedaron con la soga al cuello. Pero no todos están en la misma situación. Hay quienes recibieron plata en sus cuentas para afrontar los pagos más urgentes, pero prefieren callar. Claro, eso sería desmoronar el discurso que cimentaron los días posteriores a la elección en el tiempo de la transición. Una elegante manera de “abrir el paraguas” para tener más tiempo de encontrar las palancas del poder. Pero la estrategia duró poco. La frenaron María Eugenia Vidal y su ministro de Economía.

De todas formas, la realidad no es tan simple. Hay municipios devastados, que viven una situación parecida a la de la empresa Cresta Roja. Durante los años K fueron recibiendo subsidios sin control para pagar gastos corrientes y ahora la fiesta se acabó. También con el manejo de la obra pública pasó lo mismo. Se giraba dinero que quizá era utilizado para sostener la estructura política que se fue agrandando de una manera tal que ahora es muy difícil de sostener con estos números. En determinados casos, no es que haya cuentas vacías sino que lo existente no alcanza para seguir con la fiesta K.

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