Por Carlos Tórtora.-

No se habían terminado de cicatrizar las heridas producidas por la votación del mega DNU en el Senado, cuando un nuevo choque sobrevino entre JM y Victoria Villarruel, sin contar que ella críticó indirectamente la postulación de Ariel Lijo para la Corte Suprema de Justicia. Patricia Bullrich anunció el envío al Congreso de un proyecto de ley para modificar la Ley de Seguridad Interior y que las Fuerzas Armadas puedan combatir al narcotráfico. La reacción inmediata de Villarruel fue oponerse a la iniciativa. El tema no es menor. La participación militar en la seguridad es un tema que el gobierno vendría conversando reservadamente con el Pentágono. Se espera próximamente la visita al país de la jefa del Comando Sur, generala Laura Richardson. El interés de los EEUU en el tema no gira obviamente en torno al combate a las bandas narcos de Rosario sino por el empeñaniento militar en la lucha contra el narco terrorismo, o sea la actividad de células islámicas en América Latina. El paso por Buenos Aires del Director de la CIA, William Burns, también es en este sentido significativa. Frente a esto, Villarruel encarna la resistencia de los estados mayores a quedar nuevamente involucrados judicialmente en temas de derechos humanos. Parejo con esto corre el temor castrense a una policiación de la profesión militar, con todas las consecuencias, incluidas la corrupción, de la «contaminación» que produciría la lucha contra el delito.

En esta cuestión, Villarruel cuenta con poderosos aliados, porque tanto los organismos de derechos humanos como la mayor parte del arco político, empezando por el PJ y la UCR, siguen firmes en mantener a los uniformados fuera de la seguridad interior.

Con proyecto propio

Esta nueva pulseada entre el presidente y su vice en un tema estratégico profundiza el divorcio político que ya data de varios meses. El caso es que Villarruel ya no duda en diferenciarse del presidente y su círculo. En el tratamiento del DNU, ella salió a plantear la defensa del funcionamiento institucional ante las presiones de la Casa Rosada para que bloqueara la sesión sobre el tema. Ahora aparece para interferir en el alineamiento estratégico de Milei con Washington. Todo habla de un proyecto propio de ella no atado a la suerte política del presidente.

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