Por Oscar Edgardo García.-

La injustificable nominación de Ariel Lijo para integrar la Corte Suprema de Justicia, el frustrado tratamiento legislativo de la Ley de «Ficha Limpia», los inoportunos tiempos que se toman los distintos tribunales de la justicia para dictar las sentencias condenatorias, los innumerables casos de corrupción e impunidad, a los que se suma el recientemente conocido del senador Edgardo Kueider, y la asociación concretada en las penumbras entre La Libertad Avanza y el kirchnerismo, entre muchos otros ejemplos que se pueden mencionar, no hacen más que demostrar acabadamente que estamos ante un país con funcionarios públicos, políticos, jueces y empresarios carentes de moral, ética, conducta, honestidad y, lo que es peor de todo, dignidad.

Frente a este inaceptable escenario de la realidad que se viene manteniendo durante décadas y agravando con el paso del tiempo, propio de un país fracasado, es aplicable el célebre interrogante de la famosa comedia de el Chapulín Colorado: ¿Y ahora, quién podrá defendernos?

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