Por Juan José de Guzmán.-

El Parlamento Europeo destituyó a su Vicepresidente, la griega Eva Kaili por haber sido acusada de hechos de corrupción en sus funciones.

No necesitaron de condenas firmes ni de largos juicios para deshacerse de la representante de Medio Oriente. La Presidente en el Parlamento, Roberta Metsola decidió que nombraría a un vicepresidente anticorrupción para lavar la imagen deteriorada tras el Qatargate.

La sola acusación, con evidencias por supuesto, bastó para que el Parlamento la destituyera.

No existieron allí “pedidos de nulidades, inculpaciones, fueros o alusiones a la teoría del lawfare”.

Aquí, en Argentina, todo es muy distinto; la justicia es más benévola para con los imputados, lo que los vuelve “inocentes, hasta que se demuestre lo contrario” y esa “demostración” puede llegar a durar (cajoneo mediante) años, lustros o décadas.

Así es entonces que aquellos que hayan sido imputados, o incluso condenados pero que no hayan sido por el triple conforme podrán pasearse por canales de televisión, subestimando a periodistas que repreguntan, aludiendo a su inocencia hasta que no se haya llegado a la triple condena, o incluso candidatearse a cargos públicos.

Sería muy bueno, diría que “saludable”, que el Presidente Fernández, que está tan preocupado por el funcionamiento de la Justicia, se enfrascara en poner en vigencia el nuevo código procesal penal “en todo el país”, lo antes posible, que determina la adopción del Sistema Acusatorio en la Justicia Federal.

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