Por Otto Schmucler.-

Prácticamente nos hemos caído del mapa en “casi todo”. Hemos alcanzado niveles de pobreza e indigencia indignantes para un país que tiene materias primas y tecnología como para alimentar a más de 400 millones de personas. Un país que por cuestiones turbias ha descendido a los infiernos no puede aceptar que desde su Presidente, pasando por el Ministro de Justicia y su designado en la IGJ se declame alegremente que “no hemos venido a perseguir a nadie”. Y entonces, ¿quién pagará la fiesta? ¿Debemos, acaso, resignarnos a que la Justicia haya muerto en Argentina?

Quienes fueron artífices de la maldita herencia que venimos arrastrando, mandato tras mandato, desde hace más de 4 lustros, ¿van a seguir disfrutando de sus riquezas inconmensurables (y mal habidas) y nos contentaremos con ser el “pato de la boda”?

A la inmensa mayoría que, harta de tanto oprobio, votó por un cambio, no se le puede responder con una premisa semejante.

Todos recordamos aquella madrugada de 1996, cuando la policía ingresó en un lujoso departamento de la Av. Libertador buscando frenéticamente la droga que finalmente encontraron en un jarrón que el representante de Diego Maradona, Coppola, tenía en aquel departamento que habitaba. Esa misma noche, el Dr. Cúneo Libarona (defensor de Guille) logró que el Dr. Marquevich abriera su juzgado, de madrugada, para tomarle declaración a Samantha Farjat, quien tenía grabado un cassette con las presiones y amenazas de las que era víctima por parte de un grupo que respondía al juez Federal Hernán Bernasconi. La decidida actuación del defensor de Coppola vio sus frutos 3 años después, cuando el Senado destituyó al citado juez de Dolores al hallarlo culpable de prevaricato y errores gravísimos que determinaron su incompetencia. Hoy, 27 años después, como ministro de justicia de la Nación, el mismo Cúneo parece haber perdido parte del fervor que lo impulsó a defender causas justas en aquellos años mozos.

El “no venimos a perseguir a nadie” que pronunció su elegido para la IGJ (en sintonía con lo manifestado por del Presidente en su discurso inaugural) suena extremadamente benévolo para con aquellos como Chocolate Rigau (legislatura bonaerense mediante) o el lujoso yate “Bandido” (donde se lo fotografió al Jefe de Ministros del gobernador Kicillof dándose la gran vida en Marbella) o los 16 mil millones de dólares que nos dejan de regalo Zannini, Kicillof, Eskenazi y CFK por el juicio a YPF, amén de todo lo que los fiscales Luciani y Mola demostraron en sus alegatos del Juicio por la Obra Pública (que se trató de un inmenso robo al Estado argentino de miles de millones de dólares).

No queremos ser transformados en “la cuenta del otario” al que se le cargarán deudas olvidadas; la situación de quebranto (en todos los niveles) a la que ha llegado nuestro país demanda que la justicia determine “quiénes deberán pagar los platos rotos” para que el cruel ajuste al que estamos sometidos no sea tan injusto, sea del lado que fuere (incluyendo también el período 2015-2019).

Eso es lo que votamos y eso es lo que exigimos.

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