Por Jorge Augusto Cardoso.-

Nuestra Argentina, a pesar de su riqueza natural, incapaz de explotarla en todo su potencial, está, además, roída en su interior; y esto se visualiza por la ruptura con sus tradiciones; la pérdida del pluralismo político y en la generalización de actitudes no cívicas debido a la declinación, sin precedentes, de los valores que otrora contribuyeron a que se destaque en el concierto de las naciones. Y eso ha sido a consecuencia de sucesivos gobiernos autodenominados “progresistas”, que aportaron en cuotas la destrucción del valor del trabajo y del esfuerzo, en todo orden, como único recurso para la subsistencia y superación. Destruyeron el concepto de autoridad y el respeto por las diferencias. Antepusieron los derechos a los deberes ciudadanos hasta hacer que éstos últimos desaparezcan. Desmantelaron a las Fuerzas Armadas, acarreando con ello la imposibilidad de intervenir para determinar, según sus propios puntos de vista en el curso del tiempo, los acontecimientos en el orden regional y mundial, acarreando así, la pérdida de la independencia.

La fuerza política que se postule a un próximo gobierno debería comprometerse a obrar tenazmente para revertir la situación descripta, si queremos salir del estancamiento.

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