Por Otto Schmucler.-

El prominente miembro de la Corte Suprema de Santa Fe durante 15 largos minutos se dedicó a desacreditar la actuación del Dr. Luciani en 5 puntos en donde criticó “el formato de lo vertido en las jornadas dedicadas al Ministerio Público Fiscal que representa a la parte acusadora.

Obviamente, un simple lector informado, no pretende debatir esas argumentaciones, aunque el sólo hecho de haberle sugerido al Fiscal que se dedique a otra actividad ya genera un manto de dudas respecto a la objetividad de sus opiniones.

Pero tampoco me interesa juzgarlas en este breve espacio sino explicarle que los argentinos, hemos seguido el curso de todas las causas de corrupción “que nunca terminan en condenas firmes” estamos hartos de los eminentes juristas, que nos explican las razones de los “por qué” no es válida tal o cual prueba o tal o cual presentación que deja al descubierto un desfalco al Estado logrando con ello la postergación en el tiempo hasta que, inevitablemente terminan prescribiendo o diluyéndose en los cajones de sus señorías.

Eso sí, en cada aparición, enrostrándonos números de artículos del Código Penal, la Constitución Nacional, o algún tratado internacional firmado por nuestro país que avalan sus ponencias. Y nosotros atónitos, mirando la pantalla del televisor, como hipnotizados ante semejantes exposiciones, que le sacan lustre a sus argumentaciones.

Sr, Dr, Erbetta, los argentinos no queremos que nos explique las razones que avalan su crítica a cómo se está desarrollando este juicio, necesitamos que nos diga si la catarata de pruebas presentadas en el alegato son ciertas o producto de falsificaciones de los comprobantes con los que Luciani y Mola nos demostraron que la asociación ilícita existió, que hubo un deliberado y planificado direccionamiento hacia austral construcciones, que los Kirchner fueron socios de los Báez mientras ejercían la primera magistratura, y que la empresa creada unos días antes de asumir Néstor la presidencia en 2003 cesó en sus actividades (dejando más de 3000 empleados en la calle a horas de perder las elecciones del 2015, habiendo cobrado hasta el último peso).

Su erudición y consejos a los jueces y fiscales déjelos para sus cátedras universitarias. Necesitamos que “quien las haya hecho… las pague”.

Así de simple.

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