Por Gabriel Vides.-

El intento desesperado del gobierno por llamar a extraordinarias en el Congreso para pedir la apertura del Juicio Político contra los jueces de la Corte Suprema es como mínimo sospechoso.

Desde el oficialismo denunciaron conversaciones privadas que un hacker obtuvo del celular del ministro de seguridad porteño (¿se habrá tratado sólo de escuchas o se habrá alterado el contenido de las mismas con un software que permite realizar este tipo de travesuras?). Antes de este hecho, recuerdo, a mediados de 2022, intrusos aprovecharon un fin de semana largo para vulnerar las cajas de seguridad en el Consejo de la Magistratura, en donde se guardaban las declaraciones juradas de los jueces del Tribunal Oral que debían condenar o absolver a CFK, y sabe qué… no funcionaron correctamente las cámaras de seguridad justo ese fin de semana.

Cuando la Fiscal Fein, del caso Nisman, finalmente pudo entrar al departamento y se llevó material para analizarlo (entre ellos, el celular), casualmente, también en el celular del Fiscal no se pudieron recuperar todos los archivos, porque algunos fueron eliminados con un software de «borrado seguro».

Y también, “o casualidad”, yéndonos más atrás en el tiempo, ese 17 de enero de 2015, un cortocircuito produjo un incendio en el subsuelo de la Casa Rosada (el fuego subió un piso a través de un cable y se propagó a la planta baja) quemando el servidor que administraba el sistema de control de acceso a Casa de Gobierno perdiéndose la información (porque solo se recuperó la de los empleados) a pesar de que el ministro del interior había pedido calma porque existía backup en la Quinta de Olivos. Este siniestro se supo, por casualidad, recién el 22 de marzo de ese año, luego de que, una nota en un diario de circulación masiva intentara atar cabos.

Como se verá, con sólo googlear un rato se concluye que hay muchas casualidades, demasiadas.

Eso sí, mientras todas estas casualidades acontecen, la oposición se tira con munición gruesa para sacar un cachito de ventaja en la dura disputa entre halcones y palomas haciendo añicos la esperancita de los argentinos de bien (que no creen en las casualidades) y que ven esfumarse la posibilidad de acabar con ellas de una vez por todas.

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