Por Oscar Edgardo García.-

Las cuotas mensuales del servicio de medicina prepaga han sufrido un significativo aumento durante el último año que resulta superior al índice de inflación y al incremento salarial de los trabajadores lo cual impone un real sacrificio para su pago.

Para atenuar el impacto de los futuros aumentos el gobierno ha pergeñado una temporaria y endiablada metodología para permitir que determinado segmento de afiliados tenga la posibilidad de pagar una cuota mensual menor.

Como ya es habitual, el proceso se inició anormal e improvisadamente por la falta de una oportuna y adecuada reglamentación, la inexistencia de especificaciones sobre las condiciones requeridas y el deficiente funcionamiento de la página web para realizar el trámite exigido para obtener el beneficio.

El tiempo dirá cómo sigue el desarrollo de esta andanza pero es innegable que es una más de las tantas disparatadas acciones que ejecuta el gobierno, así como también clara e inaceptablemente discriminatoria al condicionar el beneficio al nivel de ingreso que tienen mensualmente las personas.

Ahora bien, la realidad demuestra que la clase pasiva, más allá de la pérdida del poder adquisitivo que ya ha padecido su haber ante la inflación, es la más castigada en los hechos dado que los beneficiarios del sistema previsional se ven obligados a:

1.- Contratar los servicios de la medicina prepaga para la atención de su salud porque es pésima la asistencia que les brinda el PAMI, por no decir casi nula.

2.- Aportar adicionalmente de manera obligatoria por ley al PAMI con un porcentaje de su jubilación mensual por un servicio que no tienen posibilidades concretas de utilizar dignamente. El aporte es del 3% de la jubilación mínima establecida por ley más el 6% sobre el monto que supera la misma.

3.- Pagar el 10,50% del impuesto al valor agregado en la facturación que le efectúa la empresa de medicina prepaga.

La clase pasiva padece estas imposiciones a costa de sus deteriorados bolsillos y en favor de las insaciables arcas de un Estado negligente y despreocupado por cubrirle un servicio básico para su supervivencia como es la salud.

El Gobierno Nacional y los legisladores deberían dejar de lado su desidia hacia los jubilados y demostrar su voluntad de resolver esta deplorable situación dictando las leyes correspondientes para eliminar el impuesto al valor agregado de los servicios de medicina prepaga y para eximir del aporte al PAMI a quienes decidan voluntariamente no ser afiliados del mismo, medidas éstas que redundarían en un beneficio mayor para la clase pasiva en su totalidad, permanente, justo y equitativo por otra parte.

Finalmente, los políticos de la oposición deberían dejar de mirar disimulada e hipócritamente para otro lado y asumir conscientemente sus responsabilidades en el tema impulsando las iniciativas correspondientes en pos de la sanción de las leyes mencionadas, hecho que indubitablemente contaría con la aquiescencia de un alto número de ciudadanos y que sería favorable para su campaña proselitista.

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