Por Ricardo Bustos.-
Cualquiera sea tu raza, edad, altura, peso o profesión, serás pasajero de este tiempo. En el universo todo es cíclico. Nadie, ninguno de nosotros los mortales, sabemos de dónde hemos venido y hacia dónde vamos. Millones de años, donde planetas, estrellas, galaxias enteras, van sufriendo transformaciones y en medio de esa majestuosidad, nosotros, unos minúsculos puntos moviéndose de un lado a otro porque no sabemos cuál es nuestro lugar verdadero sobre el planeta tierra. Los del norte quieren vivir en el sur, los del mar en la montaña, los blancos quieren ser morenos, los delgados, gorditos y nadie está conforme con lo que le ha tocado en el reparto de bondades astrales que, obviamente no hemos podido elegir. Quizá muchos se enojen, pero en mi caso, me hubiera gustado nacer en otro lado, no sé en qué país o continente, pero estoy seguro que no es donde he sido ubicado al nacer. Somos millones quienes vivimos donde no nos sentimos cómodos con el entorno pero pocos los que se animan a confesarlo. Hipocresía, sumisión, poca valoración de nuestro ser, son algunas de las causas de negación. Un viaje en el tiempo no es poca cosa y deberíamos tener la posibilidad de elegir el transporte que nos lleva.
Hemos llegado a una instancia, dónde ya poco interesa si es Domingo o Jueves. Solo la claridad de cada amanecer nos alienta para continuar en la espera de algo que no tenemos idea que es. De futuro no podemos hablar y mucho menos planificar el «día a día». Si eres joven contagias, pero si estás en el otro grupo, te contagian. Todos somos cómplices involuntarios de este virus que ataca sin piedad. Acá no hay buenos o malos, la única diferencia está en quien continúa o queda en el camino en este viaje que ninguno de nosotros tuvo la posibilidad de armar las valijas. Con rezar solamente no alcanza porque Dios no es culpable de nuestra irresponsable actitud frente al drama que estamos viviendo. De nosotros depende seguir o ser solo un recuerdo de un pasajero que alguna vez viajó en este tren llamado «Vida».
11/11/2022 a las 6:41 PM
Este articulo es una radiografía del fin de los tiempos, casi apocalíptica y no le faltan razones para semejante y abrumador análisis. No obstante creo que los que podemos ver más allá del presente, desde el horizonte esteño o, si se prefiere, esa luz al final de este oscuro túnel, ambos empiezan a iluminar el futuro. Sólo debemos continuar caminando hacia adelante, pero llevando un espejo retrovisor que nos alerte ante cualquier peligro que nos esté acechando traicioneramente.
12/11/2022 a las 1:15 AM
Le recomendaría al locutor leer un poco de filosofía moderna, desde Kierkegaard y Schopenhauer hasta Heidegger y Cioran podrían servirle para expresar mejor el sentimiento pesimista y nihilista de la actualidad. No se desanime, puede que nos toque vivir en «tiempos interesantes» que nos entretengan del vacío existencial jaja
12/11/2022 a las 10:48 AM
JEFE, ES ENCOMIABLE SU INQUIETUD Y MUY ATENDIBLE LA
INCERTIDUMBRE QUE REVELA INTENTANDO ENCONTRAR
RESPUESTAS; SIEMPRE SERÁ SALUDABLE BUSCARLAS,
INQUIRIR, REVOLVER, DESTRUIR MITOS. A CUALQUIER
PERSONAJE DISCEPOLEANO ES BUENO REFREGARLE
SIEMPRE EN LA CARA EL POEMA CUMBRE DE AMADO NERVO
DONDE BENDICE A LA VIDA :»CUANDO PLANTÉ ROSALES,
SIEMPRE COSECHÉ ROSAS».
NO SOY QUIÉN PARA ENDILGARLE A USTED REPROCHE
ALGUNO. LE SUGIERO, ESO SÍ, QUE LE PEGUE UNA LEÍDA
AL «CONCEPTO ROSACRUZ DEL COSMOS» QUE GRABÓ EN
LA HISTORIA A MAX HEINDEL (1865 – 1919). DESCREO QUE,
TRAS LEER A ESTE ROSACRUZ DANÉS FAMOSO, PERDURE
EN USTED ALGUNA DUDA EXISTENCIAL.