Por Oscar Edgardo García.-

El escándalo de la contratación de seguros por parte de varios entes e instituciones públicas con la intervención de intermediarios trae a la memoria la época de «la plata dulce», denominación que obtuvo porque a los argentinos les sobraba dinero para comprar dólares, hacer viajes al exterior, con preferencia a Miami, para hacer las compras de productos, y darse todos los gustos que estuvieran a su alcance.

Los réditos inmoderados que han obtenido los productores de seguros designados para la consumación de estos fraudulentos negociados junto con sus «socios políticos» califican suficientemente para ser considerados como «plata dulce», aunque la actual realidad del país difiere sustancialmente con la de aquel momento y los beneficiados son unos pocos.

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