Por Hernán Martínez.-

Nación vs. Provincias por el subsidio al transporte: esta medida que, como todo en este país, pasa de ser transitorio a tomarlo como una regla usual que obliga a la Nación a mantenerlos. El subsidio si es puntual y ocasional; demandaría de las Provincias rediseñar la solución y atacar el problema mientras esté el subsidio en forma provisoria, pero, como dije, lo naturalizan como una obligación; no se encargan ni de pensar en cómo darle una solución definitiva y ahí sigue, por supuesto, todos pagando ese subsidio. Córdoba, por ejemplo, se queja de no recibir el subsidio al transporte, mientras gasta ese mismo monto en publicidad estatal. Aquí la trampa: la publicidad y la propaganda es aire, porque nunca se sabe lo que cuesta o si lo que se paga es el valor o precio justo, al contrario, es aire, es una masa de plata que se distribuye para comunicar las «buenas acciones del gobierno». Por eso esas tremendas partidas de publicidad deberían reasignarse a los problemas más acuciantes y demandantes de soluciones mejores. Entonces, si Córdoba gasta lo mismo en publicidad de lo que necesita para el subsidio al transporte, la solución no resiste ningún análisis. También el subsidio al transporte genera desfasajes, como podrán ver en las terminales de colectivos en la zona de Villa Fiorito, la cantidad de unidades paradas todo el día. ¿Por qué? Porque el subsidio es por unidad de colectivo; así, con más unidades, aun paradas, el subsidio lo tienen las empresas. ¿Qué pasa hoy? Las frecuencias han bajado, porque necesitan unidades llenas, mientras dejan unidades vacías que no les generen costos extra de circulación y mantenimiento. Así pensamos, así nos acostumbramos a que papá Estado provea. Los subsidios arruinan el círculo virtuoso de la economía, porque distorsionan el valor real de las cosas, distorsionan la idea de la población de lo que deben prever para sus movimientos, distorsionan los sueldos, distorsionan la realidad, porque generan una idea de magnitud totalmente falsa. El subsidio es para emergencias puntuales, no para que se transformen en regla, y eso es lo que tiene mal acostumbrados a los gobernantes. Es la oportunidad para que cada provincia se redimensione a su real posibilidad de sostén, igualmente para los municipios. El 95% de los municipios es deficitario, porque están atiborrados de gente (o mejor votantes) que tienen funciones duplicadas o segmentadas para tener cada vez más gente. Entonces el Estado es el primer empleador del país, pero no produce, y ahí el déficit y la cantidad de impuestos que nos agobia. La población debería dar lugar a pensar en que algo se rompió, algo pasa del porqué las cosas están más caras, y deben llegar a la conclusión de que es porque están yendo al real costo y no al costo ficticio. Es triste, va a ser difícil, pero necesario. ¿Subsidiar la energía? ¿Para qué? Genera desinversión, distorsión, si bien el subsidio garantiza entre comillas la producción en la industria, vuelve cuando cobran el subsidio a través de nuevos impuestos, de manera que el beneficio es meramente político y no real. Pagamos menos en luz de nuestros hogares y más en impuestos municipales, provinciales y nacionales, más IVA en los alimentos, y todo impuesto está multiplicado para poder equilibrar el subsidio de energía que nos dan. El perro se muerde la cola. Pensemos en cómo es el circuito y saquemos nuestras conclusiones. A llorar al campito, a redimensionar las estructuras para eliminar el déficit. La Nación lo está haciendo; le toca el turno a Uds., gobernadores, intendentes, y directivos de empresas estatales.

Share