Por Otto Schmucler.-

«La historia sepulta a los mediocres y a los traidores a la Patria», lanzó Cristina Kirchner durante un discurso en julio de 2014.

En 2017, el Juez Federal Claudio Bonadío la condenó a prisión por “traición a la Patria” junto a otros personajes tras hallarla culpable de intentar dar impunidad a los iraníes implicados en el atentado a la AMIA con la firma del Memorándum de entendimiento con Irán reclamando ante el Senado el desafuero de la por entonces senadora para su detención, aunque esa medida no se cumplió ante la negativa del peronismo.

Ya en 2015, dos días antes de presentar su denuncia contra Cristina en el Congreso, el Fiscal Nisman había aparecido muerto en el baño de su domicilio con un tiro en la cabeza.

Lo curioso de este magnicidio fue que, desde el gobierno, lejos de expresar consternación por el mismo, intentaron desprestigiar la figura del fiscal con acusaciones de todo tipo.

Luego, en 2018, el mismo juez Bonadío procesó a CFK y otras personas como partícipes de una Asociación Ilícita en la causa “Cuadernos”.

En 2019, en otra causa en la que se investigaba al falso abogado D’Alessio (que involucrando al Fiscal Stornelli había extorsionado a un empresario exigiéndole la entrega de dinero para no ser detenido). Al falso abogado lo detuvieron y al fiscal lo imputó el Juez (Ramos Padilla), que no tenía competencia para ello, pero tomó la causa igualmente.

Al poco tiempo comenzó a ganar espacio en los medios periodísticos un término que pasaría a formar parte de las argumentaciones de abogados defensores y de la citada CFK, “Lawfare”.

Para resumir esta saga de “persecuciones” hacia la ex Presidenta-Vicepresidenta digamos que en febrero de este año la fiscalía pidió 12 años de prisión para ella como jefa de una asociación ilícita en la causa “Vialidad”.

El 11 de abril de 2024, la Cámara de Casación, en un nuevo fallo, confirma que Irán fue el responsable de los atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA dejando al desnudo las intenciones del kirchnerismo de encubrir y cajonear toda vinculación con el país que hubo firmado el cuestionado Memorándum de entendimiento en el 2013. En su libro “Sinceramente”, en una rara mezcla de confesión y autocrítica, nos cuenta a los argentinos que “pecó de ingenuidad” al firmar ese pacto (tardó 6 años en percatarse de ello). Se la podrá culpar de muchas cosas, a no dudarlo, pero de ingenua, jamás).

Argentina ha sufrido un retroceso histórico, sin precedentes, en prácticamente todos los indicadores estadísticos que comparan el lugar que ocupaba en el consenso mundial hace 50 años contra las mediciones actuales.

Las aquí enunciadas, por supuesto, no son todas las denuncias que la justicia no ha podido/sabido/querido resolver aún contra Cristina Fernández, la figura política más prominente de los últimos 20 años, pero entiendo que suficientes como para ameritar una condena por “Traición a la Patria”.

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