Por Luis Américo Illuminati.-

«Recordar siempre el peligro cuando estás a salvo y el caos en tiempos de paz, permanece atento al peligro y al caos mientras no tengan todavía forma y evítalos antes de que se presenten; ésta es la mejor estrategia de todas» (Sun Tzu, El arte de la guerra).

El gobierno de Javier Milei adquirió 24 aviones F-16 Fighting Falcon y uno más (avión-escuela) para custodiar los cielos argentinos que el oprobioso régimen kirchnerista deliberadamente no lo hacía. Argentina no posee aviones de combate supersónicos en servicio tras el retiro en 2015 de sus cazas Mirage III, que hasta la fecha no habían sido reemplazados. En absoluto son válidas las críticas de los que afirman que hay otras prioridades más urgentes que impiden semejante gasto.

Este es un falaz argumento que cae por inconsistente y tendencioso ante la circunstancia de que no hay mayor peligro para una nación como la Argentina -con ingentes riquezas naturales y extenso territorio despoblado- que tenía hasta ayer unas Fuerzas Armadas debilitadas, desmanteladas, además de arbitrariamente «sospechadas» por episodios del pasado, con material obsoleto, toda vez que aún no ha llegado la bella utopía de la paz perpetua, como lo quería Kant, antes bien, basta observar el panorama mundial para darse cuenta que el pez más grande se come al más chico, que los lobos amenazan a los corderos, situación que no ha variado desde los tiempos del hombre de las cavernas.

Y no es cierto que la humanidad haya progresado moralmente en estos tiempos y que la barbarie ha sido derrotada. Grave error o mentira encubierta y adornada de himnos y loas semánticas engañosas. Por el contrario, el peligro de una invasión total por razones vitales de supervivencia de un país más fuerte a otro más débil, está hoy más vigente que nunca. Es un hecho real que la humanidad ha involucionado. Solamente los modernos sofistas mantienen una antifilosofia que nos quiere hacer creer que para contrarrestar los abusos del capitalismo salvaje, el único antídoto es el comunismo, un remedio que ya se ha visto es mil veces peor que la enfermedad, tal como lo ha demostrado cabalmente Hilaire Belloc en su enjundiosa obra «La crisis de nuestra civilización» (1939), además de otro gran libro: «El Estado Servil» (1912) en el cual abonaron Friedrich Hayek, autor de -«Camino de servidumbre», Max Weber y Ludwig Von Mises. Tanto Belloc, como Hayek y Chesterton han expuesto con singular lucidez el «distribucionismo» como una equitativa y tercera vía, alejada tanto del capitalismo como del comunismo. Belloc basa su propuesta en los principios de la encíclica «Rerum novarum» de León XIII, coincidente con la obra de Henry George «Progreso y Miseria» (1879), quien propone un sistema rentístico sobre la tierra que favorezca a toda la sociedad, en sustitución de un sistema como el que rige actualmente que es abusivo y multiplicador de la pobreza.

Valga todo lo dicho hasta acá como prefacio al tema de la compra de los aviones.

Los F-16 que Argentina adquirió son aviones supersónicos polivalentes muy versátiles, de un solo motor a reacción. Esto implica que pueden usarse en diferentes tipos de misión, ya sea aire-aire o de ataque a tierra y pueden alcanzar velocidades de hasta 2.400 km/h, es decir dos veces la velocidad del sonido.

Los F-16 son los aviones de combate más activos en el mundo, con casi 2.200 de ellos actualmente en el aire. Esa gran cantidad de unidades garantiza la disponibilidad de repuestos para mantener su capacidad de combate. Los F-16 fueron diseñados en la década de 1970 y han estado en servicio operativo desde 1978. Dinamarca adquirió sus primeros ejemplares en 1980, y gradualmente fue ampliando su flota, están equipados con un cañón de 20 milímetros y estaciones para llevar bombas, cohetes y misiles.

De acuerdo con la página web de la Fuerza Aérea estadounidense (USAF) los aviones F-16 Fighting Falcon son de combate compacto y multifunción, por lo que proporcionan un sistema de armas de alto rendimiento y costo relativamente bajo para EE.UU. y las nacionales aliadas. Entre sus principales características, se encuentra su desempeño destacado en el combate aéreo, maniobrabilidad y el radio. Estos aviones pueden localizar objetivos en todas las condiciones climáticas y detectar aviones de bajo vuelo por el radar. En una función de aire a superficie, el F-16 puede volar más de 860 kilómetros, entregar sus armas con una precisión superior, defenderse de los aviones enemigos y volver a su punto de partida.

Destaca la USAF que la cabina le da al piloto una visión hacia delante y hacia arriba sin obstáculos. “Tiene un excelente control de vuelo del F-16 a través de su sistema fly-by-wire. Los cables eléctricos transmiten comandos”. Además, sus sistemas incluyen un posicionamiento global de alta precisión y sistemas de navegación inercial o EGI, en los que las computadoras le dan datos de dirección al piloto.

Conclusión

Bienvenidos sean los aviones adquiridos como recuperación de la Geopolítica Integral, la cual había sido abandonada por razones ideológicas, brecha que dejó inermes las fronteras, facilitando así la infiltración de extranjeros indeseables: los narcoterroristas afincados en Bolivia y en la Triple Frontera. Las críticas en contra de la compra de aviones y pertrechos militares provienen de aquellos que -por afinidad con estados totalitarios, Cuba, Venezuela, China e Irán- menguaron durante 20 años el concepto de custodia y defensa irrestricta de la soberanía terrestre, aérea y marítima de la Argentina. Pues se dedicaron al monumental despilfarro y a la sustracción de los fondos del Estado. Por caso, la empresa estatal «Fabricaciones Militares» en manos de La Cámpora desmanteló su objeto, no fabricó más armas, ni balas ni pólvora, sino que pasó a ser una «fábrica de pasta», por la cantidad de «ñoquis» que cobraban sueldo sin producir nada. Convirtieron a todos los organismos del Estado en bolsas de trabajo para los amigos. Un Estado tan sobrecargado de empleados públicos era inexorable que terminara produciendo la quiebra de la economía nacional, tremendo naufragio que pretenden achacarle a Milei que tan sólo lleva cinco meses de gestión.

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