Por Carlos Tórtora.-

En forma contundente, Javier Milei posicionó internacionalmente a la Argentina, dando su solidaridad con Israel y atacando al régimen iraní por el ataque con drones a aquella. Lo curioso es que la jugada de Milei no tuvo apoyo político interno. Ni siquiera del PRO, que oficialmente evitó una definición taxativa.

El episodio con Israel se produjo horas después de otro hecho: Milei anunció que la Argentina está dispuesta a brindar apoyo militar a Ucrania, lo que según toda lógica implicaría entrar en conflicto con Rusia. La gravedad de estas afirmaciones cayeron en el vacío y el líder libertario no volvió a referirse al tema, lo que implicaría que la aventura ucraniana quedó, al menos por el momento, desestimada.

La sobreexposición

El presidente viene de una escalada de conflictos regionales con Nicolás Maduro, Gustavo Petro y AMLO, en los cuales tampoco cosechó apoyos internos sino más bien todo lo contrario.

Así las cosas, la política exterior de Milei se va afianzando sin sumar apoyos internos y corriendo riesgos de sobreexposición. Por ejemplo, la estrecha vinculación del presidente argentino con la gestión de Benjamin Netanyahu lo expone a pagar un costo si se produce la caída de éste, como pronostican la mayor parte de los analistas políticos israelíes.

En el caso del especial lazo político que une a Milei con el presidente ucraniano Volodimir Zelensky también se ciernen sombras. El ucraniano está bajo creciente presión para iniciar negociaciones de paz con Vladimir Putin, entre ellas la postura del Papa Francisco.

De producirse un comienzo de negociaciones de paz, las posiciones más duras de Zelenski quedarían desestimadas y Milei podría quedar descolocado.

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