Por Oscar E. García.-

La Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) tomó la decisión de que Indonesia no sea el país que organice la disputa de la Copa Mundial de Fútbol Sub-20 2023 y el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), aprovechando el momento estelar por el que atraviesa el fútbol argentino, logró que se designe a la Argentina como organizadora de dicho campeonato.

Asimismo, Claudio Tapia obtuvo por este camino que la Selección Argentina participe del torneo, ya que había sido eliminada vergonzosamente en la etapa clasificatoria.

El Gobierno Nacional, herido por el desaire que le produjo la selección mayor de fútbol y, ni corto ni perezoso, se asoció en esta aventura de dudoso éxito económico otorgando los permisos y avales requeridos por la FIFA para que Argentina sea designada oficialmente como organizadora.

Mendoza fue confirmada como una de las sedes para que se dispute el torneo y la FIFA habría ordenado a la gobernación mendocina sustituir el nombre del «Estadio Malvinas Argentinas» por el de “Estadio Mendoza”, imposición que habría sido aceptada por las autoridades provinciales suscitando una previsible y lógica polémica.

A la célebre frase de Diego Maradona «la pelota no se mancha» habría que sumarle que «la declamación de la soberanía sobre las Islas Malvinas y el homenaje a los héroes que la defendieron en la guerra no se manchan» por lo que el trocamiento por una pelota debería ser considerada como una acción propia de «antipatrias».

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