Por Alberto Buela.-

Croacia 3, Argentina 0. Hoy estamos casi afuera de la copa del mundo de fútbol en la primera ronda.

Bueno, es un juego y como tal hay que tomarlo, pero también es un signo, esto es, una señal sobre algo más profundo. Y eso sí, merece una explicación.

Argentina es un país futbolero por antonomasia como lo es Brasil y Uruguay, con la diferencia que es quien más altos jugadores mostró al mundo: Moreno, Distéfano, Sívori, Maradona, Riquelme, Messi.

Las nuevas-viejas autoridades de la AFA fueron a buscar un entrenador, Sampaoli, que no dio pie con bola. Se equivocó en la elección de los jugadores, en el armado del equipo, en la estrategia de cada partido. En una palabra, renegó de la identidad histórica del fútbol argentino. Y esto sí que es un signo de decadencia: la pérdida de la identidad en cualquiera de los dominios en que se manifiesta el hombre.

Aquello que identificó desde siempre al fútbol argentino fue la gambeta, el dribling y no los pases para atrás y centros “de mierda”, al decir del entrenador Barros Schelotto.

La decadencia tiene una ley de hierro, y es que siempre se puede ser más decadente.

Cuando en 1958 nos volvimos en la primera ronda luego de no querer participar en los tres mundiales anteriores (1938, 1950, 1954) porque éramos los campeones morales del fútbol (así se decía en aquel entonces), al sufrir la vergonzosa derrota del 6 a 1 ante Checoslovaquia, comenzó una decadencia que duró veinte años, hasta el mundial del 78.

Cuando vino Menotti, no superó la decadencia retrocediendo sino saltando por sobre ella, con una propuesta superadora y diferente de la experimentada hasta entonces.

Hoy la derrota ante Croacia muestra una decadencia que comenzó ya hace unos años, y que, seguro, durará, unos cuantos años más. Pues no se puede salir de ella con los mismos que la produjeron. De la decadencia no se sale retrocediendo sino que, como del laberinto, se sale como Ícaro y Dédalo, por arriba.

Para ello, en primer lugar tendrá que cambiar el cuerpo directivo de la AFA, luego elegir un técnico probado y psicológicamente estable, después hacer un trabajo con los jugadores jóvenes, privilegiando los que juegan en el medio local por sobre los que están radicados en el extranjero.

El ideal es recuperar la gambeta con jugadores encaradores que abran las defensas del contrario como lo hicieron en su momento un Corbata, un Ángel Clemente Rojas, un Coco Rossi, un Pinino Mas, un Doval o como lo hace hoy un Centurión.

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