Por Malú Kikuchi.-

La corrida cambiaria, la primera en abril y las que siguieron, fueron crisis que se desaprovecharon. Una crisis es una oportunidad. Esa oportunidad se desperdició y la primera provocó las otras. Ahora, algo se cambió.

El problema es que ese “algo”, no alcanza. Desgraciadamente la política económica del Banco Central, no fue acertada, y al tratar de parar las crisis, le hizo perder a las reservas US$ 12.000 millones.

Llegan US$ 7.500 millones del FMI hoy, primera parte de un préstamo de US$ 50.000 millones, “stand by”, a devolver en 3 años, y festejamos. Se va Federico Sturzenegger y lo remplaza Luis Caputo, interinamente.

Caputo necesita ser confirmado por el Senado. Se va del ministerio de la Producción, Francisco Cabrera (¿qué hizo en estos 2 años?), será el presidente del BICE (Banco de Inversiones y Comercio Exterior).

En Producción se nombró al economista Dante Sica. Juan José Aranguren, ministro de energía, fue remplazado por Javier Iguacel, ex director de Vialidad (hizo un gran trabajo) y es ingeniero especializado en petróleo.

La secretaría de Minería pasó a depender de Producción; Finanzas pasó a la órbita de Hacienda. Argentina tiene hoy 21 ministerios, un disparate para un país que debe achicar su gasto público.

Se enfrenta un ajuste en serio. El que hubo de hacerse en diciembre de 2015, cuando no se explicó la terrible situación en que se encontraba el país y que se venía otra “cirugía mayor sin anestesia”. No se dijo.

El pasado es inmutable, no vale la pena lamentarse. Pero si el ajuste es imprescindible, Argentina debe aprender a no gastar más de lo que entra, entonces, ¿por qué no se hicieron todos los cambios necesarios?

Imposible de explicar. ¿Qué es ese disparate de tener el área económica dividida en varios ministerios? Hay que tener un ministro de economía con varias secretarías, como siempre. “Muchas manos en un plato…”

Si el presidente teme un super ministro de economía, habría que recordarle que sólo hubo 2, Martínez de Hoz y Cavallo, el resto fueron sólo ministros. Y las secretarías son más económicas que los ministerios.

En medio de las turbulencias, un ministro de economía es imprescindible para tomar las decisiones indispensables y equilibrar las cuentas del país. Además, si Aranguren era antipático para la gente, otros también lo son.

No importa si son eficientes o no, la imagen que tienen ante los argentinos, es mala. El gobierno atraviesa una etapa muy difícil, debería tener en cuenta lo que le cae bien o mal a la gente. El ajuste ya es suficiente.

Durán Barba, genial armador de elecciones exitosas, no puede ni debe ser un consejero gubernamental. Ganar elecciones no es saber gobernar, y no sabe. Y el trio de la Jefatura de Gabinete, no cosecha simpatías.

El presidente, si no tiene la sensibilidad, la percepción de lo que necesitan sus conciudadanos, debería dejarse aconsejar por los pocos miembros de su gobierno que saben de política. Monzó, Frigerio, Pinedo y alguno más.

La angustiosa situación argentina de estos días, aliviada por la firma del préstamo del FMI, avalado por los miembros que lo conforman, se debe a que es vital para América Latina, que Argentina no caiga en el populismo.

También es una buena noticia el haber salido del vergonzoso calificativo de “fronterizo” (se debió a Cristina, 2009), para ser un país “emergente”. Pero el ajuste ya está, nos lo debemos como país y se lo debemos al FMI.

Todavía es tiempo de cambiar más estructuras gubernamentales. Es tiempo de dejar de lado sueños no compatibles con la realidad. Hay que achicar gastos y hay que generar situaciones para producir más.

Y de una vez por todas, aprender el gobierno y nosotros, que no se puede gastar más de lo que entra. Y entra lo que se produce y de ser posible, se exporta. Aprender que somos pobres y que debemos dejar de serlo.

El problema somos nosotros, el gobierno forma parte de ese “nosotros”. Ahora es el gobierno el que tiene el poder de cambiar y hacerle honor al nombre de su coalición: Cambiemos. Con lo hecho hasta ahora, no alcanza.

Y deben dejar de lado el tema de las elecciones, eso, sobra.

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