Por Roberto Cachanosky (EPT).-
Como consecuencia de no tener en orden las cuentas fiscales en 2001 nos costó 12 años de kirchnerismo
Corría la década del 80 con Alfonsín presidente y el plan austral naufragando. Recuerdo que fui a un almuerzo en el que estaba invitado Trócolli como orador, el entonces ministro del Interior de Alfonsín, y en una parte de su exposición dijo: sabemos que el gasto público es alto, pero, ¿quién paga el costo político de bajarlo? Pasaron más de 30 años desde ese almuerzo y una y otra vez el argumento vuelve a repetirse. Es políticamente imposible bajar el gasto público.
Uno de los últimos ejemplos que vimos y terminó en una verdadera catástrofe fue el desplazamiento de Ricardo López Murphy del ministerios de Economía por querer bajar el gasto público. Los medios, los políticos y los sindicatos le saltaron a la yugular y tuvo que irse a los pocos días de asumir como ministro. Pero lo que iba a ser una catástrofe social y política si se bajaba el gasto público según la recomendación de Ricardo López Murph, terminó en una crisis institucional, política y económica de una gravedad inusitada por no seguir las recomendaciones de RLM. De la Rúa tuvo que dejar el poder cuando se acabó el financiamiento externo para cubrir el bache fiscal, se declaró el default de la deuda pública, Duhalde hizo una devaluación salvaje bajando el gasto público en términos reales mediante una llamarada inflacionaria llevando la pobreza por encima del 50%, pesificó los depósitos en dólares y rompió algo tan particular como el respeto por los contratos, elemento fundamental para atraer inversiones.
Al margen de todo eso, como consecuencia de no tener en orden las cuentas fiscales nos costó 12 años de kirchnerismo, un gobierno que llegó al poder con el voto de la gente y luego se transformó en un gobierno autoritario, hizo terrorismo de estado utilizando los resortes del poder para perseguir a quienes pensábamos diferente, destruyó la economía del país con su populismo desenfrenado y no tuvo límites en la corrupción.
Pero volviendo al tema del gasto público, un primer argumento que suelen esgrimir quienes dicen que no se puede bajar es que los empleados públicos que perderían sus ingresos y los piqueteros no podrían aguantar. En rigor hay políticas que pueden aplicarse para que puedan aguantar hasta que lleguen las inversiones y tengan un nuevo puesto de trabajo. Pero de todas formas vale formular la siguiente pregunta: ¿acaso el asfixiado contribuyente puede aguantar esta presión impositiva? ¿Por qué el empleado público no puede aguantar y el contribuyente sí puede aguantar esta brutal carga impositiva?
Segunda cuestión. Si no baja la carga impositiva las inversiones no vendrán, no se crearán nuevos puestos de trabajo y nunca podrán pasar los empleados públicos y piqueteros a trabajos en el sector privado. La conclusión sería que Argentina no tiene solución económica y su destino es continuar en la decadencia.
Tercera cuestión, en 2001 el gasto público consolidado era el 35% del PBI y no pudo financiarse. No alcanzaban los impuestos ni el endeudamiento externo, ¿por qué ahora vamos a poder financiar un gasto público consolidado del 48% del PBI? Si no se pudo antes, no veo razones para pensar que ahora sí se pueda. Sí se puede mantener durante un tiempo el bache fiscal con endeudamiento externo, pero en el mediano o largo plazo esa política es insostenible. Nadie nos va a financiar cualquier nivel de gasto público ni de déficit fiscal, además de generar serios problemas en el tipo de cambio real.
La propuesta del gobierno se limita, por ahora, a intentar mantener el gasto público en niveles constantes, es decir, que el aumento nominal de gasto público no sea mayor que la tasa de inflación y, por otro lado, apostar a que el crecimiento de la economía genere más ingresos tributarios y con eso bajar el déficit fiscal y las necesidades de financiamiento.
Dos objeciones merece está estrategia fiscal. Por un lado, no sabemos por qué causa el PBI va a crecer al 3,5% anual como dice el gobierno. Aun asumiendo que bajara la carga tributaria, la legislación laboral, la burocracia y las regulaciones conspiran contra un flujo importante de inversiones, de manera que no se ve claramente por qué va a subir el PBI sin modificar la carga tributaria, ni remover las regulaciones, ni modificar la legislación laboral, etc. En otros países esta fórmula funcionó porque no tenían las regulaciones laborales y económicas que rigen en Argentina.
Por otro lado, aunque lograran congelar el gasto público en términos reales, eso no significa que se esté reformando el sector público. Que el empleado que pone un sello en un papel para aprobar un trámite inservible gane lo mismo en valores constantes no cambia la falta de competitividad que le transfiere el sector público al sector privado. El desafío es bajar el gasto público para reducir el déficit fiscal y el gasto pero reformando el sector público para que esté al servicio de la población y no de la dirigencia política.
En síntesis, cuando uno propone bajar el gasto público es porque no solo el estado asfixia al sector privado con su peso, sino que, además, se ha transformado en el negocio de los políticos y en el principal enemigo de los ciudadanos, gasto que nos lleva a la decadencia y a un país corrupto.
Desde el punto de vista económico, la pregunta no es ¿cómo hará el sufrido contribuyente para seguir soportando el peso de un estado que no lo deja producir? ¿Acaso el contribuyente tiene menos derechos que los empleados públicos y que los piqueteros? Para los políticos sí, pero para una sociedad libre y con una economía próspera, la respuesta es un categórico no.
Insisto, recordemos que por no haber tenido disciplina fiscal en 2001 y echar al que quería establecerla tuvo el terrible costo político de la larga noche k que estuvo a punto de llevarnos a una dictadura chavista.
28/03/2017 a las 12:55 PM
Desde el presidente para abajo o el costado, todos son empleados públicos.
Un enfoque para la reducción del enorme gasto público que debe cubrir el pueblo productor con su esfuerzo es el de reducir la exagerada cantidad de «representantes del pueblo» en Nación, Provincias y Municipios y a los pocos que queden reducirles sus actualmente generosos sueldos y sus otros privilegios, secretarias/os y gastos varios además de lograr de que dejen de ser vedettes televisivas y se dediquen a realizar con eficiencia la tarea que se les ha delegado, tarea para la que en realidad hacen falta bastante pocos, los que además deberían ser profesionales capacitados. Con respecto a los restantes empleados de la administración pública, cabe observar que estos representan un altísimo costo que el pueblo trabajador debe cubrir cediendo parte importante de lo que produce, pero no por lo que en promedio ganan sino por su enorme cantidad incorporada por compromisos políticos que el pueblo trabajador se ve forzado a aceptar como carga. Esa cantidad hay que reducirla significativamente considerando que cada uno de ellos gasta en movilidad, en ropa y en comer algo fuera de su casa, un porcentaje del orden del 30 o 40% de su sueldo. Si se los da de baja con un sueldo de retiro garantizado del 70% y se termina con el costo asociado de oficinas, vendiendo los edificios y eliminando escritorios, gastos de luz, computadoras, máquinas copiadoras, café, limpieza, etc., etc., el ahorro será muy importante y compensaría por demás el costo de los retiros, costo que naturalmente será decreciente con el tiempo en tanto se congele definitivamente la incorporación de personal mediante el uso de nuevas tecnologías. Esto reducirá además el efecto de ralentización y de disuasión e impedimentos que la burocracia impone sobre la economía por la complicación, costos y gastos de los trámites, los pases de mano para justificar la presencia de cada empleado más la inevitable tremenda ineficiencia por trámites inútiles y tontamente complicados, permitiéndole a la comunidad crecer en productividad. Los empleados beneficiados con el retiro podrán además beneficiarse capacitándose para sumarse a nuevas actividades realmente productivas con la que podrán aumentar sus ingresos y a la vez engrosar la producción de bienes y servicios.
El bienestar de una comunidad únicamente mejora cuando su trabajo se traduce en un crecimiento en la variedad, calidad y cantidad de producción de riqueza.
01/04/2017 a las 2:08 PM
Esto se logra , definiendo que es lo que necesitamos del estado, para cumplir lo que le pide la constitución, una ves definido , elaborar un manual de funciones con el rol para cada agente. Ver las oportunidades de negocios que podría realizar el sector privado. ( no hay porque suponer que tenemos el mejor sector privado ) establecer la carga de impuesto que podrían aportar. En ese punto estamos en condiciones de eleborar un presupuesto base cero, que dará o no dar déficit . Varias alternativas surgirán de este análisis . Pero con el estaremos acercándonos , a la pregunta del millón . Seremos una tribu o una republia.
28/03/2017 a las 1:28 PM
El otro costo a reducir es el del gasto público por inversiones y mantenimiento que los gobiernos de turno imponen a cargo del Estado (nosotros los contribuyentes) la mayoría de los cuales son ineficientes y otros además sobrefacturados para seguir alimentando la corrupción mediante contrataciones amañadas e incluso deficientemente ejecutadas por falta de los debidos controles. Hay que abrir paso a obras de interés público a través de auditadas concesiones a particulares invirtiendo ellos sus personales dineros y corriendo sus riesgos sin que la comunidad deba cubrir gasto alguno y solo pague -a su elección- el uso que de esa obra haga (peajes por ejemplo) y en las que cada ciudadano pueda reclamar por sus deficiencias por vía judicial ante una justicia que no va a estar emparentada con los gobiernos de turno. Esto significa sencillamente erradicar lo que conocemos como patria contratista con sus conocidos perjuicios para la comunidad. Terminemos de costear la corrupción y el déficit que generan los bienes que nos quieren enchufar con el cuento del nacionalismo y de la pertenencia a la patria. Por ejemplo por la línea de bandera Aerolíneas Argentinas el pueblo viene cubriendo enormes déficit y luego comprobar que los que viajan lo hacen con las empresas que mejores precios y servicios ofrecen. O sea que la parte más pobre del pueblo paga a través de impuestos por algo de lo que nunca va a recibir beneficio que le compense lo que los gobiernos le obligan a pagar. La economía es cosa sencilla si se deja a las personas interactuar libremente sin interferencia de los gobiernos de turno. Todos sabemos que de nuestro trabajo los gobiernos de turno nos quitan casi el 50% y todos sabemos que con el cuento nacionalista socialista populista ese es dinero perdido en ineficiencia y corrupción.
01/04/2017 a las 2:23 PM
Esta política se llevó a cabo en los EEUU en la crisis del 30 , pero requiere de abrir el presupuesto de la obra en particular y su control a los contribuyentes. Hay standarts internacionales , sentido común y admitiendo él diezmos, el precio real no se le puede escapar a la población.no puede haber cajas negras. El presidente de EEUU , tuvo que solicitarle ( por falta de presupuesto y secreto de guerra ) un empréstito a los privados . Acá en Argentina en ese mismo periodo había liquidado la constitución por un golpe de estado.
28/03/2017 a las 4:22 PM
En mi ciudad santafesina había llegado a gobernar un Partido Vecinalista
que tenía una plantilla municipal de OCHOCIENTOS EMPLEADOS.
Ese Partido hizo en unos años, pilas de cuadras de pavimento, las obras
de cloacas y extensión del agua potable.
Luego cayó ante el Peronismo, que avasalló la municipalidad donde nunca
antes habían gobernado y hoy, tracurridos algunos años, la municipalidad
tiene MIL TRESCIENTOS EMPLEADOS, y solamente está limpita y cuidada,
debemos reconocerlo.
Faltaría menos.
28/03/2017 a las 5:02 PM
Cachavachovsky…a vos te designaría ministro…pero de Bienestar Social, y de vice a Lopez Murphy, son tan caritativos con los pobres que no se como no los llama el Papa Francisco jaja
28/03/2017 a las 6:42 PM
MOHAMED YUSUF : Cachanovsky jamás se equivocó en sus pronósticos.
Lo sigo desde hace años y es además de un crítico implacable uno de
nuestros economistas más lúcidos. El mero hecho de que avale y ensalce
a López Murphy es suficiente para que yo lo admire.
Los que no reconocen como usted que en este país hay que echar a la
calle a dos millones de zánganos que viven del Estado, son los que se
resignan a vivir con un plancito que le regalarán a condición de que en
cada comicio ponga un votito favorable para que la joda siga. Piénselo.
De ese modo, Canadá y Australia nos quedarán cada vez más distantes.
29/03/2017 a las 12:28 PM
Lo que dice Cachanosky es la verdad pura sobre economia. Demostrada en la logica del sistema capitalista y en la experiencia historica, mundial y local. Ocurre que en la Argentina se han impuesto creencias economicas que responden a un modelo hibrido, mezcla de capitalismo con socialismo (Ni yankis ni marxistas, peronistas, otro social democracia radical, nacionalismo estatista, etc). Entonces siempre tenes un modelo hibrido inestable y de baja eficiencia. Una especie de Ferrari con motor Lada; resultados promedio de sumar Corea del Norte + Corea del Sur y dividir por dos. Hay dos maneras de organizar la economia, no tres: la capitalista con su logica, ventajas o desventajas y la socialista, con su logica, ventajas y desventajas. El hibrido es seguirse perdiendo en discusiones interminables. O son los funcionarios los motores de la economia, o lo son los emprendedores individuales.