Por Agustín Monteverde.-

  • Meses atrás, en plena disparada de precios, señalamos que la inflación -si mediaba una conducta monetaria responsable- representaba un problema más simple de controlar que la falta de vitalidad de la economía, una cuestión que se descontaba se resolvería con el avance del segundo semestre. Inflación y reactivación constituyen, a su vez, los dos grandes polos de tensión entre Hacienda y el Banco Central.
  • Ahora, con diez meses de gestión a cuestas, queda claro que la recuperación de la actividad sigue siendo el gran desafío.
  • La urgencia por reanimar la economía pasó a ocupar el centro de la escena.
  • Toda posibilidad de lograr un buen desempeño en las elecciones del año próximo dependerá del grado en que se logre revertir la recesión.
  • Y entre los factores que la determinan el nivel de actividad, la inversión privada sigue siendo débil, pese a la lluvia de anuncios y los montos megamillonarios informados -nada menos que U$ 48000 MM hasta 2019- en el portal del Ministerio de Hacienda.
  • La desesperación de Hacienda por mostrar a la brevedad una recuperación -aunque fuese modesta- de la actividad lleva al ministro a azuzar al presidente del Banco Central con reclamos por una pronta reducción de la tasa de referencia (esto es, de las LEBAC).
  • A ese fin, la colocación de bonos en pesos a largo plazo realizada la semana pasada -muy por debajo de la tasa de LEBAC- viene a servirle de lanza con la cual aguijonear a la autoridad monetaria.
  • En paralelo, Prat-Gay aprovechó el foro de la Cámara de la Construcción para declarar que la economía habría dejado de caer en el tercer trimestre, para luego asegurar en las redes sociales que “vamos dejando atrás la recesión iniciada en 2015”.
  • Dos días después, una de las principales plumas de análisis político, de fluida relación con el ministro, salió en su respaldo aduciendo que las estadísticas confirmarían que la contracción llegó a su piso.
  • Si esto es así, menos se entienden entonces las insistentes presiones descargadas sobre el Central para que baje las tasas con más celeridad.
  • Tanto en Hacienda como en la Jefatura de Gabinete consideran que la inflación es un problema superado y cargan al BCRA con la responsabilidad por la demora en la recuperación de la actividad.
  • Pierden de vista que la percepción del mercado es el resultado de la consistencia y perseverancia de la política monetaria; precipitar cambios podría echar por la borda los avances logrados.
  • Lo que indican las tasas bajas de las colocaciones largas del Tesoro es que, precisamente, el mercado asume que el BCRA logrará reducir la inflación y prefiguran un correlativo descenso de las tasas de interés en los meses por venir.
  • Dado que la política fiscal marcha en dirección opuesta, con un comportamiento francamente expansivo, el que los agentes económicos prevean un aterrizaje de la tasa de inflación es mérito exclusivo de la restrictiva estrategia del BCRA que pretenden modificar.
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