Por Raúl Cuello.-

Esa combinación de letras y números comienzan con la letra A (máxima gradación) y van descendiendo en la escala pasando primero por As1, Aaa2, A1, A2, a3, y luego pasa a la letra B repitiendo las mismas combinaciones y agotadas las cuales se pasa a la línea C. Allí en Caa2, es decir, a mucha distancia de lo que sería la aspiración de máxima: “el investmen grade”.

Es una suerte de sello que en el mundo de las finanzas opera como señal de confiabilidad a los operadores. La menor graduación implica mayor riesgo de recobro y por lo tanto es “castigada” con una mayor tasa de interés. Por parte de los posibles tomadores de esos títulos de renta fija. Claro está que la evidencia empírica demuestra que tal calificación no se ajusta a la realidad de una manera matemática, cosa que se ha puesto en evidencia en la última crisis de 2008. Es una aproximación a la realidad y punto.

No vale la pena en abundar detalles del porqué Argentina, habiendo cumplido sus bonos desde el 2003 en adelante merece esta calificación. Baste decir que es un país con crisis sistémicas desde 1957 en adelante, coronadas por dos hiperinflaciones en 1989 y 1990. Pero desde que asumiera la Presidencia el Ing. Mauricio Macri y tomara la decisión de cambiar la operatoria del mercado de cambios, y de reiniciar las negociaciones para el pago de la deuda en litigio den los tribunales neoyorkinos, la calificación comienza a verse como demasiada baja, cosa que será una realidad si el Congreso de la Nación aprueba a la derogación de las Leyes que traban el acuerdo con los hold outs.

Esa visión distinta de Argentina está vinculada con la apertura que hace el gobierno a los mercados financieros de bienes y servicios y financieros. Producto de esa decisión fue la presentación del Presidente en Davos, luego de diez años de ausencia argentina en ese Foro, y en el término de poco más de un mes, las visitas al país del Primer Ministro Italiano, del Presidente de la República Francesa y la próxima del Presidente de los Estados Unidos de Norte América. A esto se suma la reciente visita al Papa y nuevamente a las autoridades de Italia, incluyendo a su Presidente.

El acuerdo con los hold outs aumentaría la calificación a Caa1, cosa que el mercado ya ha descontado si se considera la curva que marca el riesgo país 462 bp comparados con los 586 bp de Brasil, lo cual da idea de la mejora que experimenta Argentina y la crisis que atraviesa Brasil. Pero lo acontecido en los casi dos últimos meses, están basados en credibilidad y expectativas optimistas. Un buen primer paso que hay que consolidar y que en el mercado internacional se encargan de enfatizar.

Podría decirse y aún afirmar que al Presidente Macri le van mejor las cosas fuera del país que internamente. Que el camino hacia el destrabe interno está abierto, pero que las dificultades mayores las tiene para producir el re equilibrio de las variables macroeconómicas, con el frente fiscal en primer lugar y podría añadirse en el funcionamiento del INDEC del que deben salir indicadores ajustados a la realidad de los parámetros que debe medir. A este respecto y debido al prestigio internacional que tiene, debe volver al organismo la Dra. Bevacqua. El gobierno debe demostrar que quiere dejar la mentira estadística atrás y el mundo debe creer que así es. En esta materia cuentan los nombres y apellidos, un bien que sólo ella puede garantizar.

Nadie duda que el Poder Ejecutivo tendrá la aprobación de las leyes que requiere sellar el acuerdo con los acreedores. Pero los votos que se requieren, considerando que solamente votarán por la negativa los ultra K, deben ser la consecuencia de una actitud virtuosa de los diputados y de los senadores, pensando primero en la patria y luego en los intereses locales. Si al país le va bien nos irá bien a todos los argentinos. Pero si el voto no es virtuoso y va acompañado de presiones para obtener más recursos, como por ejemplo, la restitución del 15% adicional de la coparticipación que fuera otorgado por un decreto de CFK, y apropiadamente derogado por el Presidente Macri, estarán echando más nafta al fuego. Salvo que simultáneamente con la concesión del reclamo, se haga un compromiso expreso para ayudar a un ajuste que será más o menos fuerte, pero que habrá que hacer.

La solución del país no vendrá si el aumento de la deuda se utiliza para financiar al déficit fiscal de las tres jurisdicciones políticas. Porque está también bien entendido, que ya hay provincias “en las gateras” para salir a colocar bonos. Así que más recursos del Estado y más deuda provincial, exima a las actuales autoridades de contribuir en algo a frenar la inflación y aumentar la productividad de la economía. No se puede seguir pensando que los compromisos de hoy los pagarán otros, ya que esta manera de actuar nos llevará no a aumentar la calificación del riesgo país, sino que nos meterá de cabeza en otra crisis.

La solución de hoy es para aplaudir, pero también para preocuparse. No hay que olvidar nunca que el dinero se hace cobrando intereses y no pagándolos.

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