Por Jorge Ingaramo.-

SE VIENE EL PRESUPUESTO.

El próximo martes, el Ministerio de Economía presentará el Proyecto de Ley de Presupuesto 2016. Posteriormente, el 21, el candidato oficial presentará su Proyecto Económico que, se supone, no debería incurrir en demasiadas contradicciones con la actual política oficial.

Antes de que ocurran estos dos eventos, la Presidenta modificó -por reasignación e incremento de partidas-, el Presupuesto vigente de 2015. No se privó de nada, ya que los montos involucrados equivalen a 0,6% del PBI y hay afectación de recursos para prácticamente todos los ministerios.

El desbarajuste fiscal fue reiteradamente comentado en esta columna. Por lo visto continúa y, a estar por la información que provee la ASAP (Asociación de Presupuesto) en su Evaluación de lo ejecutado hasta julio, no cabe duda que nos esperan otros decretazos, de acuerdo al elevadísimo porcentaje ejecutado de subsidios económicos hasta ese mes. Si bien es cierto que las importaciones de combustibles se han abaratado, surge del mencionado análisis, que continúan incrementándose los desequilibrios operativos de las empresas públicas y se profundizan las inversiones en materia ferroviaria, principalmente. Por consiguiente, ya en agosto se habrían consumido los remanentes del Presupuesto aprobado y en los próximos días, vería la luz un nuevo retoque que, para “aguantar” hasta fin de año, debería tener una cuantía superior aún a la de los recientes ajustes.

En lo que hace al Presupuesto 2016, fuentes periodísticas consignan lo siguiente:

– Estarían trabajando conjuntamente la Ministra Batakis (candidata al Ministerio de Economía de la Nación si gana Scioli), con el equipo actual, para que el Presupuesto votado antes del 10 de diciembre, le convenga sólo a Daniel.

– Para condicionar a Macri o Massa, que no tendrían mayorías parlamentarias, se dispondría una suba del gasto de casi el 28% hasta llevarlo a B$ 2; con un desequilibrio operativo de M$ 200.000; se coparticiparía una parte mayor del Impuesto al cheque para favorecer a los gobernadores peronistas; se suprimirían los súper poderes y la emergencia económica (para obligar al Presidente a negociar con el Congreso cualquier modificación, por mínima que sea) y se acrecentaría el Fondo del Conurbano, para beneficiar a Aníbal Fernández, si resulta electo Gobernador.

– Se prohibiría la venta de Acciones de empresas privadas, en manos de la ANSES (Fondo de Garantía Solidario), que suman MU$S 4.000 y se trataría de que el 63% de las obligaciones por capital e intereses de deuda, a vencer en 2016, estén en cabeza de organismos del sector público, de modo de facilitarle el financiamiento vía deuda, del déficit remanente, en el marco de un descenso gradual de la tasa de inflación.

¿DEBATIR O NO DEBATIR? ESA ES LA CUESTIÓN

Aparentemente, en las encuestas habría un crecimiento de la intención de voto por Massa. Se debería a su discurso más explícito y a que ha logrado decirle a la gente lo que ésta quiere escuchar. Por ejemplo, promete cárcel a los corruptos, el 82% móvil, eliminar el cepo en cien días, etc. No está claro si sabe cómo hacerlo, sobre todo con un Estado fundido y con un presupuesto que lo va a condicionar. En su caso, se cumpliría el Teorema Baglini: cuanto más lejos se está del poder, más se puede prometer.

Más allá de ello, la presencia de Pignanelli y Lavagna en sus equipos, es leída como un valor por la experiencia de haber participado en momentos difíciles de las gestiones de Duhalde y Kirchner. Al primero se lo asocia a un Banco Central más independiente y al segundo, a un Tipo de Cambio real alto, aunque sea con Retenciones. En una palabra, hay un discurso de expresión de deseos acompañado de otro (razonable), que inspira confianza en el electorado que votó por De la Sota y también puede roer el piso de votantes a Scioli y a Macri.

El macrismo sigue sosteniendo que ya hubo devaluación, que el ajuste está en vigencia hoy y que estos males no se repetirán en su gestión. Todo lo contrario. Dado que sobran los dólares en el mundo y en La Argentina, un shock de confianza que incluye la reorganización inmediata del INDEC y la baja del Impuesto a las Ganancias a los trabajadores, permitiría una rápida mejora en la economía, con instantánea eliminación del cepo y sin incurrir en una devaluación muy pronunciada.

Va de suyo que se arreglaría rápidamente con los buitres y habría un Plan integral, que evite el financiamiento monetario del déficit. Fuentes periodísticas sostienen que el desequilibrio fiscal podría caer a un punto del PBI, vía eliminación de subsidios económicos por el equivalente a 3 puntos. En estas condiciones, el Banco Central sería independiente y el financiamiento público provendría del retorno de capitales o la obtención de préstamos, aprovechando la todavía baja tasa de interés internacional. Como se ve, es un mundo donde todo suena bien o, por lo menos, lo suficientemente bien como para poner nervioso al oficialismo, que se agarra de la presunta “irresponsabilidad” por el anuncio del cepo y de la eventual “devaluación”, con ajuste, que haría falta para el regreso de los capitales fugados.

No sabemos si habrá debate presidencial, pero aun así nos interesa contrastar lo que acabamos de plantear con lo que hasta ahora trasciende en las lides del candidato oficial.

SCIOLISMO: ¿UNO O DOS DISCURSOS?

La Presidenta volvió a marcar la cancha. Se reafirma el kirchnerismo duro. La reciente sanción -por la Asamblea de la ONU- de una declaración anti-buitres, se agrega al revés sufrido por Griesa en el fallo por los “me too”. Daniel no se puede separar y ha mandado a su Ministra Batakis a negociar el Presupuesto con Axel; a Blejer a hablar con los abogados de Singer -para adelantar un acuerdo con los hold outs– y a Bein a justificar públicamente una posición anti-devaluación, que más o menos se pueda “casar” con la actual política oficial, siempre que se obtenga un importante financiamiento de organismos internacionales, objetivo que estaría en cabeza del propio Blejer.

No hubo acciones significativas del candidato para solucionar o al menos intentar paliar la dramática situación del agro pampeano y las economías regionales, así como la que padece el sector metalmecánico y automotriz, tras la devaluación del Real. El voto-bolsillo no lo ayuda.

Es difícil asegurar que pueda mantener esa tesitura, en las seis semanas que faltan para la primera vuelta, si su techo electoral no crece. Habrá que ver si puede dar algunas respuestas que, sin comprometer la gestión actual, ofrezcan un escenario de co-gobierno entre el equipo saliente y el entrante, a fin de cambiar las expectativas de modo tal de absorber algo del voto massista. De lo contrario, los riesgos son altos: la gestión del oficialismo K tiene 61% de rechazo, lo que ofrece un escenario muy complicado para una eventual Segunda vuelta.

El candidato se definió por el gradualismo. Pero éste comenzará una vez conseguido el triunfo electoral: por ahora es un mero conservadorismo, no sólo de los objetivos del “modelo”, sino también de sus más perversos instrumentos de política.

Además de la definición de gradualismo, que también fue refirmada por Batakis (cuando sostiene la eliminación gradual del “inexistente” cepo y recuerda que “todos los países administran sus Reservas, ninguno las rifa”) hay un pronunciamiento por la opción de deuda, en lugar de devaluación. La elección también subyace a la propuesta de Blejer con respecto a la escasez de divisas, que supondría tratar a los stocks de deuda (negociar su pago con un Bono) en contraposición con el tratamiento de los flujos. Es decir, habría una pequeña devaluación “comercial” que aliente la liquidación de divisas, pero sin afectar el modelo mercado-internista. En ese sentido, conseguir financiamiento internacional y “blanquear” deuda del Central, vuelve a ser la clave.

Dicho con cierta ligereza, no habría demasiadas contradicciones entre todas las voces sciolistas y, menos aún, entre estas voces y el sistema de política impuesto por la Presidenta, tanto para asegurarse el triunfo de sus candidatos como para condicionar un futuro gobierno de la oposición.

Permítasenos recordar que todos estos razonamientos surgen de atar cabos sueltos entre discursos fragmentarios, a la espera de una mayor explicitación en lo que hace a Programas económicos por parte de los tres principales candidatos.

Por último, cuesta saber si esto que hemos escuchado en las últimas tres semanas, es lo último que oiremos en materia de propuestas económicas. No es fácil predecir cambios, pero si estos ocurrieran, vendrían seguramente del lado oficialista, que es el más condicionado por la difícil realidad económica y el más impelido a ganar en primera vuelta. Como siempre ocurre, las encuestas de las próximas seis semanas tendrán la última palabra, ya que nadie arriesga demasiado en la predicción del resultado electoral del 25 de octubre.

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