Por Hernán Andrés Kruse.-

El Centro de Estudios Metropolitanos (CEM) acaba de finalizar una amplia encuesta que abarcó a 1738 habitantes de la Capital y el Gran Buenos Aires. Las conclusiones son lapidarias: la mitad de los porteños y bonaerenses reconoció que su situación económica está peor o mucho peor que hace un año. El 70 por ciento de los consultados afirman que se vieron obligados a cambiar de marcas de alimentos a raíz del empeoramiento de su situación económica. Un 50 por ciento compró menos medicamentos de los que correspondía y disminuyó la cantidad de comida en el hogar. Un 38 por ciento expresó que alguien de su entorno familiar perdió el trabajo en el último año. Se está en presencia de un marcado deterioro del nivel de vida en la CABA y el Conurbano que se incrementó en un 10 por ciento a partir de diciembre.

La dirección de la encuesta estuvo a cargo de Matías Barroetaveña y el objetivo fue efectuar una comparación entre los resultados del primer Monitor de Clima Social (MCS), realizado en diciembre pasado, y los obtenidos en este segundo MCS (cuatro meses más tarde). El Monitor elabora tres índices de seguridad social: a) el índice de seguridad económica; b) el de seguridad laboral; y c) el de seguridad alimentaría. El último MCS detectó un marcado deterioro en la seguridad económica y la seguridad laboral, mientras que en lo alimentario registró cierta estabilidad. La comparación entre los dos MCS exhibe un deterioro muy serio en los últimos cuatro meses. La seguridad laboral pasó de 57 puntos a 50 (0 es inseguridad total y 100 es seguridad completa) mientras que la seguridad económica descendió seis puntos (de 46 a 40). Por su parte, la seguridad alimentaria pasó de 72 a 71. Señala Barroetaveña que “nuestros números reflejan lo que estamos viendo en la realidad. En nuestras recorridas por el Gran Buenos Aires percibimos lo que sucede con los comedores. De un año al otro supuestamente les aumentaron el presupuesto al doble, pero la cantidad de comida que llega es la misma. Y la cantidad de gente que va a los comedores trepó en forma notoria. De manera que la situación empeora, creció la desocupación y entonces los despedidos salen a buscar trabajo y sólo consiguen changas. También vemos en los datos que más integrantes de la familia tienen que salir a buscar trabajo porque el dinero no alcanza. Tomando todas las respuestas, diría que los índices de seguridad social bajaron diez puntos”.

Según el índice de seguridad económica elaborado por el CEM, “a) el 51 por ciento consideró que la situación económica del país es mala o muy mala; el 36 por ciento dice que es regular y apenas el 13 por ciento afirma que es buena; b) en comparación con el año pasado, el 51 por ciento dice que su situación personal empeoró; c) respecto de esa situación personal, el 34 por ciento sostuvo que es mala o muy mala. Hace cuatro meses, en diciembre, los que dijeron que estaban en esa situación mala fueron el 25 por ciento. Eso muestra el deterioro; d) el 70 por ciento reveló que compra menos alimentos que antes; e) el 74 por ciento cambió las marcas de los productos que consume; f) el 35 por ciento dice que dejó de comprar carne con frecuencia. En el segundo cordón del Gran Buenos Aires ese porcentaje sube al 50 por ciento; g) en Capital-el distrito de mejor situación económica-, hay un 26 por ciento que dejó de comprar con frecuencia vestimenta y zapatos”.

Según el índice de seguridad laboral, “a) el 38 por ciento de los entrevistados sostuvo que él o alguien de su familia perdió el trabajo en el último año; b) en el segundo cordón del Gran Buenos Aires, los que dicen que alguien de su familia perdió el trabajo llegan al 47 por ciento; c) el 57 por ciento afirma que un nuevo integrante de su familia tuvo que salir a buscar trabajo porque el ingreso ya no les alcanza; d) también el 57 por ciento sostiene que con el sueldo no se llega a fin de mes. En diciembre ese porcentaje era el 45 por ciento; e) el 38 por ciento dice que está en peligro de perder su trabajo en los próximos meses”. Por último, según el índice de seguridad alimentaria “a) el 43 por ciento dijo haber reducido las raciones de comida por motivos económicos; b) hace cuatro meses ese porcentaje era el 38 por ciento, o sea hubo un deterioro de cinco puntos en un tercio de año; c) el 22 por ciento dijo haber tenido hambre en algún momento del último año debido a que no tenía plata para comprar comida; d) en la zona sur del Gran Buenos Aires ese porcentaje sube al 30 por ciento, es decir que casi un tercio de los habitantes de esa zona tuvo hambre en algún momento del año; e) también forma parte de este índice la pregunta sobre el consumo de carne: el 35 por ciento dejó de comprar carne de manera frecuente y ese porcentaje sube al 50 por ciento en el segundo cordón del conurbano; f) también se incluye en este índice el vuelco a las segundas marcas: ya el 74 ciento dice que cambió lo que compraba por motivos económicos”.

Barroetaveña destaca el deterioro de todos los índices: “Hay reducción en la cantidad de comida, la inflación juega su papel, las paritarias se negociaron por debajo de la inflación y hasta se resignaron compras de medicamentos”. Y concluye: “Nosotros vemos que se va construyendo un clima social difícil en todo el ámbito metropolitano. Y, del otro lado, desde el Estado, se endurecen las posturas y se avanza por caminos represivos. Entonces esto parece ir al choque. Las conclusiones de nuestro estudio indican que hay que tomar medidas. No existen actualmente obras políticas públicas. Cuando una empresa entre en crisis no hay créditos, subsidios, ningún tipo de intervención. Lo mismo se ve en el terreno social, en los comedores. Esto deja sin reacción a los municipios. Estamos avanzando en un territorio muy peligroso” (fuente Raúl Kollmann: “La mitad dice que está peor o mucho peor”, Página/12, 8/5/017).

En su edición del 7 de mayo, Página/12 publicó un muy interesante artículo de Edgardo Mocca titulado “El fallo de la Corte y el liberalismo democrático”. Sus párrafos salientes son los siguientes: “¿Existe en la Argentina un mundo liberal-democrático? Nos referimos a una corriente de opinión pública que aunque enfrentada con la política de los gobiernos kirchneristas pueda tomar la palabra en nombre de la defensa de la vida, la libertad y los valores democráticos contra el virtual nuevo indulto a los genocidas perpretado por la Corte Suprema” (…) “El Gobierno ha radicalizado su discurso y su acción política en la dirección de lo que llama el “cambio cultural”; Macri definió ese cambio hace bastante tiempo, cuando dijo que consiste en “un encuadramiento ético que haga que cada uno esté dispuesto a cobrar lo mínimo que le corresponde por lo que hace”. La obvia pregunta es cómo se logra semejante cosa en un país en el que ni los regímenes más violentos y autoritarios consiguieron domesticar al movimiento obrero” (…) “No puede decirse que el terrorismo de Estado haya escatimado medios para conseguir, ya entonces, ese “cambio cultural”. Está muy claro, entonces, para cualquier persona que se reconozca en una tradición de defensa de los intereses populares y en contra de las políticas que los han atacado que esa posición demanda una clara definición en defensa de la libertad política”.

“Pero siempre se ha reconocido en la Argentina la existencia de otra cultura, no necesariamente identificada con transformaciones profundas en un sentido igualitario, que hizo de la defensa del pluralismo y de los derechos humanos uno de sus sellos identificatorios. Acaso el momento más luminoso de esa perspectiva en nuestro país haya sido el de los primeros años después de la reconquista del Estado de Derecho en 1983” (…) “Más tarde en la primera década neoliberal, el discurso liberal-democrático sería adoptado por una fuerza de centroizquierda que construyó un espacio de enfrentamiento con el menemismo basado más en la defensa de la democracia contra el decisionismo presidencial de Menem y su perdón a los jefes del terrorismo de Estado que en un proyecto de redistribución de la riqueza, bruscamente concentrada en los años del consenso de Washington” (…) “El 2001 fue el comienzo de un período que partió las aguas del liberalismo democrático porque la catástrofe nacional de diciembre de ese año dejó muy poco espacio para una política que se sustenta en una suerte de neutralidad entre el salvajismo neoliberal y una propuesta de reparación y reestructuración social” (…).

“A partir del triunfo y la asunción de Néstor Kirchner, el liberalismo democrático…se escindió de modo hasta ahora irreversible. Una parte intuyó que el nuevo gobierno desafiaba ciertas certezas que se habían instalado no solamente entre los argentinos sino en el plano mundial, después de la caída del Muro de Berlín, el derrumbe del socialismo que giraba alrededor de la Unión Soviética y la propia crisis de la socialdemocracia europea arrinconada por el pensamiento único neoliberal. Otra parte se fue inclinando hacia una creciente desconfianza ante el rumbo “populista” (…) “El parteaguas liberal-democrático se profundizó entonces desde 2003 pero alcanza su momento crítico en la rebelión de las patronales del agro contra el gobierno de Cristina Kirchner en 2008” (…) “Lejos de haber desaparecido después del resultado electoral de 2015 ese antagonismo sigue escalando y ordenando la política argentina. En ese itinerario, uno de los puntos conflictivos en el interior del espacio liberal democrático fue el proceso de memoria, verdad y justicia iniciado en 2003” (…) “Sin embargo en el espacio liberal-democrático, incluido su sector progresista, surgieron voces disidentes. Sus argumentos giraron en la supuesta utilización demagógica que hacía el gobierno de la demanda de verdad y castigo para los criminales. Se le opusieron a ese rumbo, entre otros argumentos, el de “defender los derechos humanos del presente”, el de “buscar la verdad por encima del castigo”…y también el de la necesidad de una autocrítica respecto del accionar de los grupos armados durante los años setenta” (…).

“Aun en medio de ese debate, la inmensa mayoría del pueblo argentino, incluida buena parte de la oposición política, terminó aceptando y apoyando el castigo a los criminales” (…) “Quedaron fuera de ese consenso las voces de los grupos más ultramontanos defensores de los terroristas de Estado” (…) “En su discurso en la sede del Sadop Cristina Kirchner colocó al fallo de la Corte en su debido lugar histórico y anunció su disposición a ocupar su lugar en la lucha por la reversión de esa decisión. A tal punto que al servicio de esa tarea reduce la duración de su viaje a Europa” (…) “Es un régimen (el macrismo) signado por la absoluta sumisión del orden jurídico al propósito de una “revolución cultural” cuyo sentido es quebrar la histórica resistencia del pueblo argentino a los atropellos de los poderosos” (…) “No es solamente un rumbo económico lo que está en juego, sin subestimar el extraordinario daño que el actual está causando al pueblo argentino y a la soberanía nacional: una vez más es de la libertad política de lo que estamos hablando”.

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