Por Raúl Cuello.-

A fines de 2008 y como respuesta la crisis de las hipotecas “sub prime”, la FED bajo la Presidencia de Ben Bernanke decidió la baja de las tasas de intereses a un rango entre 0 y 0,25% como medida de estímulo para revertir el escenario de la economía estadounidense. La medida estuvo acompañada por tres episodios de flexibilización monetaria, a la espera de que hubiera respuesta en el principal indicador que comenzó a monitorearse: la tasa de desempleo americana. La Reserva Federal no se impuso plazo. Ciertamente la incertidumbre se posó sobre los mercados financieros, atentos a las minutas que surgían de cada reunión de ese organismo.

De a poco y habiendo llegado el Dow Jones a niveles cercanos a los 5000 puntos, la economía comenzó a reaccionar a punto que hoy se destacan el gasto de los consumidores, la dinámica de la industria de la construcción y la fortaleza del mercado inmobiliario, la expansión de las exportaciones no obstante la apreciación del dólar y por supuesto el nivel del desempleo debajo del 6%. Así, en el segundo trimestre mostró un crecimiento del 2,3% del PBI, un poco menos del 3% pronosticado por las autoridades americanas. Hoy el principal motor del crecimiento es el gasto de los consumidores que es responsable de 2/3 de la demanda global. A su vez la construcción de viviendas creció en el segundo trimestre el 6,6%, en tanto que las exportaciones crecieron un 5,3%. El único aspecto negativo de relevancia es la caída del 0,6% entre abril y junio en la inversión privada debido a la disminución operada en el sector energético como consecuencia de la caída del precio del petróleo. Las caídas que se observan en algunos agregados económicos se han debido al riguroso invierno a comienzos del año.

La parte final del período presidencial de Obama habrá de mostrar nuevas inversiones en infraestructura y el fortalecimiento de la estrategia americana para expandirse en mercados externos. Todo lo expresado es el sustento de las predicciones de analistas privados y del Departamento de Comercio en cuanto a que se espera para el año un crecimiento del 3%, lo cual estaría marcando el fin del período iniciado en 2008 y que será coronado por la suba de tasas con el fin de aventar cualquier síntoma de inflación.

Al tiempo de producirse lo anterior, China, el principal mercado de las exportaciones de soja y prestamista del BCRA por medio del swap en yuanes, se encuentra reactivando ajustes macroeconómicos. Aunque parezca extraño para el folklore populista local, tal decisión que ello se produce de conformidad con el análisis económico de la situación actual por parte del Partido Comunista Chino. Es que la bisagra impuesta a partir de la decisión de orientar el crecimiento hacia el mercado doméstico, algunos motores empezaron a fallar, fundamentalmente los que se relacionan con el sistema Financiero habida cuenta de la abrupta caída de la Bolsa de Shanghai. La directriz, o mejor dicho, el rumbo impreso a la economía se mantiene, pero a fuerza de un severo ajuste fiscal y monetario.

La caída del PBI es una muestra que China deja de funcionar como motor de la economía global y afectará por precios y cantidades a los productos que importa, fundamentalmente los commodities no alimenticios. No obstante, Argentina se verá afectada por el sostenimiento de la tendencia a la baja de la soja su principal fuente de divisas.

Indudablemente la combinación del impacto del alza de las tasas en el mercado de bonos y sobre las ventas a China, hacen más que imperioso el análisis que las autoridades deben hacer sobre nuestra realidad económica, sobre todo en tiempos de cambios en el Poder Ejecutivo. No es ya cuestión si se quiere o no renegociar con los hold outs ya que se debe “renegociar si o si”, pero en un contexto en que las Reservas del BCRA disminuyen y el costo de colocar deuda será mayor que el que se pudo enfrentar hasta acá.

Si se atiende a que el riesgo país tiende a aumentar en el marco de la escasez y la desconfianza, es hora de insistir en la necesidad de un gran acuerdo político como ya he mencionado en otra nota. A los profundos desequilibrios actuales, 2016 y 2017 agregará los vientos que vendrá desde afuera y nos agarrarán de frente. Pero fuerza es decirlo, no se caen ideas de los cerebros de quienes aspiran a empuñar el timón de la República y para peor, las declaraciones son pro populistas ya que se mantendrán canongías e instituciones que solo contribuyen a aumentar el gasto público improductivo.

Y del sector que se supone dirigente en la esfera privada, se lanzan afirmaciones sin fundamento y con desconocimiento de los más elementales principios de economía. Ejemplo, el cepo no se puede eliminar instantáneamente como algunos suponen fuera del marco de un verdadero programa económico con financiamiento externo, el tipo de cambio no puede liberarse y esperar que se ubique debajo de los $ 15 para entonces esperar que el precio del dólar fluctúe alrededor de los $ 12 (como si al cambio de cotización no tuviera efectos de arrastre sobre otros precios). Tampoco es la solución el desdoblamiento del mercado cambiario creando un financiero para turismo y ahorristas (se olvida que mercados oficiales tenemos tantos como productos con distintas retenciones) y que el mercado financiero no hace desaparecer al dólar blue. Si alguien quiere hacer un ejercicio práctico que tome el período 1946-1955 y podrá ver la multiplicidad de cambios burocráticos mientras el “paralelo” llenaba los bolsillos de quienes subfacturaban y sobrefacturaran (según fueran exportadores o importadores).

Una economía sana funciona con un solo cambio único y libre. Mientras no la tengamos seamos responsables en las propuestas. Desde ya que la actual revalorización del peso afecta a la productividad y también es cierto que la sola devaluación no es recomendable. Pero es indudable que el dólar a $ 15 está más cerca de la regla de convertibilidad que el que cotiza a $ 9,20 (menos retenciones). Según la comparación internacional del Big Mac el peso está sobrevaluado un 50,83% respecto de USA, 61,43% con Brasil, 85,25 con Perú, 82,59% con Chile, y 89,95% con Colombia.

Y dado que el tipo de cambio verdaderamente relevante es con Brasil, buenos es que quienes expresan que liberando al dólar este se iría a cerca de $ 12, entiendan que con el dólar a 3,40 reales brasileñas, el peso debería valer $ 15,42 por dólar. Ahhhh!!! Si alguna vez y nunca creí que fuera a ocurrir, que estuviera de acuerdo con el Jefe de Gabinete fue cuando expresó que si se liberara al dólar no quedaría un solo “verde” en las Reservas del BCRA.

Finalmente a los tenedores de bonos. Recuerden que la suba del interés baja el valor de la lámina. Aunque sea de manual, es bueno tenerlo presente por las dudas no los sorprenda el sacudón que puede sobrevenir.

¿¿Lo de USA será realidad, lo de China ya lo es y Brasil en la pendiente. Mientras tanto, ¿en casa qué hacemos??

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