Por Jorge Ingaramo.-

Shock fiscal y convertibilidad fija-flotante (en ese orden). ¡Chau gradualismo!

Se terminó el gradualismo, porque es incompatible su manejo, mal coordinado, con las circunstancias electorales: la inflación núcleo de febrero, del 1,8%, es la misma que se heredó de Axel.

El Presupuesto Nacional fue confeccionado en base al gradualismo y a la inercia inflacionaria. Si se corta la inercia, todas las Partidas pueden ser violentamente sub-ejecutadas y nadie va a sentir demasiado dolor, si ve que los precios se estabilizan o bajan.

Se hace preciso que elija, el Señor Presidente, el mal menor: entre el gradualismo, (que en realidad es conservadurismo estatal) y el shock fiscal, que es mucho más fácil de aplicar con Tipo de Cambio convertible, fijo al comienzo y después flexible.

Expondremos primero la convertibilidad monetario-cambiaria, porque es el argumento para derrotar la inercial inflación fiscal (que incluye el financiamiento del Tesoro con deuda).

Convertibilidad fija-flexible

Con toda la guita que trajo Caputo, la que aportará el campo, más el resultado por multas del blanqueo y el resultado fiscal por aumento de la base gravable, producido por el mismo blanqueo, se puede generar un shock fiscal, siempre que -al menos- se congele, el gasto gubernamental.

Me explico: con una Base Monetaria de M$ 782.000 y Reservas en el Banco Central por MU$S 51.457; el Tipo de Cambio convertible de respaldo de la Base es de $/U$S 15,20. Propondremos que sea $/U$S 15 por 9 meses, fijo, y luego flotante, bajo una regla de política cambiaria que se anunciará con 4 meses de anticipación. Es una flotación administrada, que no volverá a cometer el error de la segunda fase de la Convertibilidad de los ?90s. Se supone que la tasa de interés en pesos, vis a vis la tasa de devaluación, que será igual a cero, bajará sustantivamente, si y sólo si, el Plan Fiscal es exitoso.

La independencia del Banco Central se mantendrá plenamente. Eso sí, deberá resignarse a que solamente se podrá defender la moneda Peso, si el resultado fiscal es consistente con una cuasi estabilización de los precios.

Se desafía al Banco Central a administrar la convertibilidad, regular el sistema financiero, no asistir al sector público con emisión de pesos y fomentar al mismo tiempo todo tipo de contratos privados que se concreten en monedas que no tengan curso legal en La Argentina. Hay que cambiar dos artículos del Código Civil y Comercial, para asegurar que ningún juez transformará contratos en moneda extranjera, a pesos. No hace falta reformar la Carta Orgánica del Banco Central, ya que el Plan que se propone tiende a que la moneda local exista en condiciones de competencia con la más abundante.

El shock fiscal

El Ministro Caputo trajo financiamiento para un Presupuesto público conformado en base a la inercia inflacionaria. Eso fue lo que aseguró el volumen de Reservas ya mencionado.

El chiste consiste en desinflar el Presupuesto público, bajar impuestos nacionales y provinciales, reducir subsidios económicos y que el Estado Nacional haga sacrificios, como los hacemos los contribuyentes… y ni hablar de los pobres, que pagan más que nadie el impuesto inflacionario.

Veamos algunos datos del Presupuesto 2017 que se pueden cambiar bajo un sistema de estabilidad de precios:

– Los Gastos de Consumo Corrientes del Gobierno Nacional, crecen 26,2%. Pero bajo la vigencia de la convertibilidad, sólo lo harán al 10%, ya que desde el tercer mes de aplicación, los precios de la economía declinarán fuertemente.

– Las Prestaciones de la Seguridad Social, que crecen al 35,2%, suponen una inflación inercial de al menos el 18%. El segundo ajuste previsional de septiembre, tendrá una inercia claramente menor. Por consiguiente, se obtendrán ahorros sustantivos en materia presupuestaria.

– Se reducirán los subsidios económicos al transporte en el Área Metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires y se modificará el régimen de ajustes de tarifas de gas, luz y agua, según la evolución de los costos, a partir de la baja de la tasa de inflación. En todos los casos, los aumentos irán escalonados para que no impacten en la tasa de inflación esperada.

– El aumento del 38,7% previsto en la Inversión Real Directa será corregido mediante un Programa de astutas privatizaciones y/o suspensión transitoria de inicio de nuevas obras, hasta que el financiamiento estatal sea más genuino. La obra pública no reactiva si se financia, con deuda en dólares, al 7% a 10años.

– El fuerte crecimiento de las Reservas, que ya recibió el Banco Central por cuenta del Tesoro, será destinado -en la medida de lo posible- a reducir la tasa que se paga por endeudamiento público. En el Presupuesto 2017 se preveía en 54,9% de suba nominal (se atenuará, por la parte en dólares).

En conclusión, el Presupuesto gradualista será reformulado como Presupuesto de shock, quitándole totalmente la inercia inflacionaria y al mismo tiempo centrando el ajuste en los gastos innecesarios y sueldos exorbitantemente altos, del personal del Estado Nacional.

Con los excedentes del blanqueo, por encima de la Reparación Histórica de los Jubilados, los ahorros y ajustes presupuestarios en el Gasto Primario y un programa inteligente de canje de la deuda cara por deuda barata, se obtendrá el fondeo para reducir el Impuesto al Cheque, el Impuesto al Gasoil y producir una reforma drástica del Impuesto a los Ingresos Brutos provinciales. Las provincias deben saber que el endeudamiento adicional del Estado Nacional a partir del 1º de julio irá a paliar cualquier problema fiscal que tuvieran en el segundo semestre. El Estado Nacional acordará los sistemas de Transferencias Corrientes y de Capital, con las provincias, por proyecto y en base a beneficios sociales, desde el 1º de Enero de 2018.

Conclusión

Este Programa no puede fallar y no va a fallar, si se ejecuta todo al mismo tiempo y como una estrategia acordada con los gobernadores de provincias y los formadores de precios de los insumos de uso difundido, que deberán atenerse a que los precios se vincularán con el nuevo Tipo de Cambio fijo de convertibilidad. Las empresas deberán hacer sus cuentas antes de cerrar paritarias, sabiendo que los precios y costos de la economía tienen la misma inflación inercial, que tiene el Presupuesto público y que, probablemente, serán deflacionados bajo la atenta vigilancia -cuando no control- de un Ministerio de Economía con poder. No con súper poder. Pero sí con el poder suficiente para evitarle al Presidente de la Nación el fracaso que significaría pasar de la prudencia y la sensatez exhibidas hasta ahora, al regreso a la Argentina Chavista.

Señor Presidente: piénselo. Este gradualismo no es administrable para un gobierno de minoría. Y lo planteo en todos los sentidos imaginables.

Un shock fiscal es prioritario, ya que el Estado actual no es financiable. Pero no se puede dar sin producir una convertibilidad fija-flexible y una disminución de los precios nominales, al compás de una reforma tributaria que elimine impuestos distorsivos. No hacerlo es comprar un fracaso casi

asegurado. Hacerlo, es -a lo sumo- elegir el mal menor.

Y saber distinguir la diferencia, es el rol principal de un Estadista.

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