Por Sebastián Dumont.-

Se cumplieron dos años desde que Macri es presidente y María Eugenia Vidal gobernadora de la provincia de Buenos Aires. Y también del recambio que hubo en las intendencias del conurbano bonaerense que le permitió a la coalición gobernante tomar el control territorial de comunas muy fuertes. El peronismo, en sus distintas versiones, sigue dominando el conglomerado urbano donde se define la elección nacional. Las elecciones del 22 de octubre dejaron el primer panorama para escudriñar lo que serán los próximos dos en la carrera hacia el 2019.

Hay dos ejes centrales: las posibles reelecciones y la conquista de nuevos municipios de parte de Cambiemos. En el medio de ello se juegan las propias internas en cada fuerza política. El oficialismo tiene las suyas y empujados por el entusiasmo de sentirse fuertes en ese camino produce sus propias contiendas que habrá que seguir de cerca. Donde hoy asoma tranquilidad se están gestando ciertas pujas territoriales para avanzar en el la denominada “pureza”. Pero claro, el conurbano es el conurbano. Y pronosticar dos años antes es ciencia ficción. Literalmente.

Con el resultado de octubre, la mayoría de los intendentes de Cambiemos que asumieron en 2015 se vieron respaldados. Algunos con mayor holgura que otros. Hubo una sola excepción que es Darío Kubar, alcalde de General Rodríguez, quien su lista perdió las elecciones de medio tiempo y corre riesgo su gobernabilidad. Para los otros, el camino hacia el intento de buscar la reelección es el principal objetivo. Además hay que recordar que en la provincia rige la ley de sólo dos mandatos consecutivos, cuyos primeros son los que están en curso.

En esa lógica también hay que anotar a Jorge Macri (Vicente López) y Gustavo Posse (San Isidro). En el caso del primo del presidente va por su segundo mandato y podría aspirar a uno más si quisiera. Pero siempre es latente la posibilidad de buscar horizontes más nacionales. Hoy no se vislumbra una puja por quien es el próximo candidato a gobernador ya que nadie mueve a Vidal de esa posición salvo que hay una decisión de ella misma de no hacerlo. Pues entonces, empezará a discutirse otra cosa: el próximo candidato a vice gobernador.

Gustavo Posse lleva mucho más tiempo en San Isidro. Por ser radical nadie lo define como un barón del conurbano, pero en la práctica lo es. Se trata de uno de los intendentes más antiguos de la provincia. Ya en 2015 quiso postularse para ser gobernador, pero no pudo. Macri eligió a Vidal. Ahora podría pensar en la vice. Hay quienes se lo escucharon de su propia boca. Pero también debe mirar la interna de su partido. Estaría convencido que un sector del PRO alentaría otro candidato para jugar en el distrito. A lo que hay que sumarle los propios chispazos internos que se manifestaron en la reciente conformación del nuevo concejo deliberante.

Para el resto de los jefes comunales del PRO, en los dos primero años de mandato le permitieron conocer la “botonera” del poder y empezar a asentarse. Quizá hacia el 2019 hacia afuera sólo busquen más representación parlamentaria para los suyos.

La conquista de nuevos territorios será también un objetivo del oficialismo. Ya tienen apuntados varios de ellos. Sin dudas, la apuesta más osada es conquistar La Matanza donde la decisión es que sea Alejandro Finocchiaro el candidato. Inyección de obras como nunca en muchos años será un insumo vital. Otro distrito a mirar de cerca es Hurlingham. Allí Lucas Delfino podría aprovechar las idas y vueltas de Juan Zabatela, aunque ahora decidió aliarse con La Cámpora y el massismo para no perder el Concejo Deliberante. También Ituzaingó podría ser conquistado por Cambiemos ya que la gestión de Alberto Descalzo -ahora es el intendente en ejercicio más antiguo del conurbano- viene en picada elección tras elección. El entusiasmo que se despertó por el resultado de Tigre no debiera ser desmedido. Ni Massa ni Zamora serán huesos difíciles de roer en el 2019.

Sí es cierto que mucho dependerá para que Cambiemos gane más poder comunal la propia resolución de la interna peronista. La presencia más o menos débil de Cristina y el intento de armar un justicialismo moderno. Esa partición podría ser riesgosa para comunas como Moreno, Malvinas Argentinas, Avellaneda, Escobar, Esteban Echeverría y Florencio Varela entre otros. Allí, por ahora, CFK tiene fortaleza. El devenir de dos años será clave para despejar estas incógnitas. Mientras fallos como el de Bonadío sigan existiendo, será difícil cerrar la grieta y correr a la ex presidente de escena.

La falta de liderazgos por afuera de Cristina en el peronismo hace que los intendentes de esa fuerza política se entusiasmen con ir en busca de lugares más allá de sus comunas, a pesar de estar recién, muchos de ellos, transitando su primer experiencia como jefes comunales. Hay una premisa fundamental: para saltar de una intendencia a un cargo como gobernador primero se necesita ser un dirigente nacional. Hay quienes entendieron esa lógica y comienzan a ponerla en marcha.

En definitiva, lo que se avizora, tras los dos primeros años del nuevo mapa en el conurbano, será un intento de reelecciones en la mayoría de los alcaldes combinados con las divergencias locales de cada caso y la interna de su partido en el orden nacional y provincial. Al menos en Cambiemos, eso está mucho más claro que en el peronismo.

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